Besos de seda. Verity Greenshaw

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Besos de seda - Verity Greenshaw


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un momento con Christine Lebowis, una arquitecta muy cotizada del país. Este, con renuencia, la miró.

      —Acompáñame.

      —¿Qué ocurre? —preguntó tomándola del codo con suavidad, mientras ella lo guiaba entre la gente.

      —Algo no va bien.

      —Evidentemente, ya tenemos que irnos, y no podemos hacerlo hasta después de que la cena haya sido servida.

      Ella negó con la cabeza.

      —Chandler desapareció de repente, al mismo tiempo que la camarera.

      —¿Y? Si ella decide que quiere tener un revolcón con ese perdedor es su problema, siempre que no la descubra la loca de Danielle y haga un escándalo.

      Hailey le dio un codazo.

      —Vamos arriba. Sígueme en esta.

      —¿Ahora eres detective? —preguntó subiendo las escaleras. Saludaron a uno y otro, y continuaron hasta que llegaron al área de las habitaciones—. Hailey, ¿qué pretendes viniendo hasta aquí? Ya tenemos la firma, bajaremos a cenar, y luego nos iremos para continuar nuestra rutina mañana como dos personas normales.

      Ella le hizo una seña para que se callara. Escuchó un grito y, con eso, abrió sin llamar la puerta de la que provino el sonido.

      Lo que vio ante sus ojos la horrorizó. Marlo tenía reflejos rápidos y de inmediato agarró a Chandler, lanzándolo contra la cómoda. Hailey salió al pasillo y ladró un par de órdenes como si esa fuera su casa. Es que en ese momento sentía tal nivel de rabia que creía no poder controlarse lo suficiente. Algunos curiosos entraron, pero Hailey los echó. Después la música cesó y apareció Danielle con las manos en las caderas.

      —¿Qué es esto? —preguntó mirando cómo la camarera sollozaba en una esquina de la habitación tratando de cubrirse con la sábana de la cama.

      —Si no llamas a la policía, Danielle —dijo Hailey, mientras Marlo sostenía a Chadler, que no paraba de vociferar chorradas, contra el parqué, bocabajo—, créeme, lo haré yo, porque aquí se ha cometido un crimen.

      Boquiabierta, la rubia puso seguro a la puerta.

      —No harás tal cosa, llegaremos a un acuerdo con esta mujer y…

      —¡De eso nada! —exclamó Hailey—. Voy a contar hasta cinco. Y si al terminar no has llamado a la operadora del 911, lo haré yo. Empiezo, Danielle, uno…

      —¡Quítame a este imbécil de encima, Dan-Dan! —exclamó Chandler.

      —Dos…

      —¿Cómo se te ocurre hacer semejante idiotez, Chandler? —preguntó Danielle a gritos, mientras miraba con fastidio a la mujer de la esquina que tenía la cabeza baja. Estaba arruinada su fiesta de cumpleaños. Maldición.

      —Tres…

      —¡De acuerdo, de acuerdo! —exclamó, fastidiada, Danielle, mientras marcaba el número de emergencias.

      Lo que ocurrió a continuación fue todo un desmadre. Llegó la policía. Los invitados, algunos, salieron de la fiesta y otros se quedaron por simple curiosidad, en especial porque ese sería el cotilleo de la semana. Se llevaron detenido a Chandler, porque Danielle decidió, al final, acusarlo. Era él o ella en la guillotina, y no quería verse como cómplice de una situación tan terrible porque había sido en su casa en la que ocurrió semejante incidente.

      La camarera, según escuchó Hailey, no quería presentar cargos, tan solo que la dejaran en paz para irse a su casa a bañarse y olvidar lo ocurrido. No quería la atención de nadie. La socia de Burke & Burke se ofreció a llevar a su empleada a la casa, pero la muchacha también rehusó argumentando que se iría con todo el grupo como se había dispuesto desde un inicio.

      Cuando tuvo oportunidad, Hailey decidió intervenir, y se acercó a la chica. Ahora que podía verle el rostro, la recordaba.

      —Eh, tú estabas hoy en mi oficina —le dijo con suavidad—. Bianca, ¿verdad?

      Ahora estaban en la pequeña salita de la planta alta, y ya todos los invitados habían desalojado el sitio.

      —¿Qué quiere? —preguntó abrigada con un albornoz grueso que le facilitó, porque no podía ser para menos, Danielle. Tenía el labio inferior lastimado y el pómulo izquierdo un poco amoratado.

      —Lo siento —murmuró acomodándole un mechón de cabello tras la oreja. Bianca tembló, pero no tenía que ver con una reacción de miedo, sino con algo parecido a un contacto eléctrico que pareció inquietarla. Hailey apartó la mano con rapidez—. Debí intervenir antes… —dijo con remordimiento—. Vi a Chandler contigo, pero no pude imaginar que tendría esta clase de comportamiento… Hasta que noté que tanto tú como él habían desaparecido no creía que debería considerar la situación como sospechosa. —Bajó levemente la mirada y meneó la cabeza—. Chandler es fastidioso, aunque siempre, hasta donde entiendo, ha sido inofensivo.

      —¿Lo defiendes? —preguntó tuteándola. Le daba igual.

      —Claro que no —dijo horrorizada ante la posibilidad—. De hecho, considerando que este es tu trabajo, imaginé que no irías a arriesgar la posibilidad de un ingreso por un polvo.

      —¿Y eso lo dedujiste porque eres vidente? —preguntó, apartando la mirada.

      —No, porque sé leer las señales —replicó Hailey con suavidad. Entendía que Bianca estuviera agitada, y en shock.

      —Te felicito —replicó—, y agradezco que hayas aparecido cuando lo hiciste. Me salvaste, pero ya es momento de que me dejes tranquila. Necesito irme a casa.

      —Hagamos un trato —dijo Hailey, molesta por lo que acababa de ocurrir—. Sé que tu jefa puede llevarte a tu casa o incluso podrías irte con tus compañeros, pero…

      En ese momento, se abrió la puerta principal capturando la atención de los pocos que estaban alrededor, y apareció la última persona que Bianca hubiera querido ver esa noche. Soltó una maldición por lo bajo.

      —No creo que sea lo más adecuado —dijo apartando la mirada de Hailey—. No quiero hacer ningún trato, ni necesito ayuda.

      El equipo de Burke & Burke estaba terminando de recoger la vajilla, así como limpiando todo el sitio. Danielle les había prometido una bonificación, así como sendas recomendaciones entre sus contactos. La fiesta estaba arruinada, y nada le fastidiaba más a la rubia que ser el centro de la atención por las razones equivocadas.

      —¿Qué demonios, Danielle? —preguntó Gregory a viva voz al entrar—. Me prometes la fiesta del año, pero no sabía que incluía policías yéndose de tu propiedad. Uno que llega tan solo ligeramente retrasado y…

      Pronto, la expresión del hombre cambió por completo, y se borró su sonrisa al reparar en la persona que estaba junto a Hailey Morgan-Scott. Se acercó de inmediato.

      —¿Bianca? ¡¿Qué te ocurrió?! —quiso saber mirando a su hermana—. Ese moratón… Hace tanto tiempo que no te veo y resulta que lo hago en estas circunstancias. Si la tonta de Danielle hizo…

      —Ah, qué bonito, una reunión familiar —murmuró Bianca interrumpiendo con fastidio. La expresión sorprendida de Hailey se extendió a Marlo, quien estaba a unos pasos de ella—. No sé si te informaron que soy una persona que trabaja por lo que quiere… A veces no siempre obtengo buenos resultados —dijo con un gesto que la instó a sobresaltarse, la herida del labio le recordó que era mejor no hacer muecas.

      —¿Familia? —preguntó Hailey con suavidad.

      —Hola, Hailey, perdona mis modales, pero no imaginé encontrar a mi hermana aquí, menos en estas condiciones —aclaró—. ¿Me puedes explicar lo que sucedió? Al parecer, Bianca continúa siendo obstinada.

      Hailey procedió a relatarle lo ocurrido, ante la expresión de hartazgo de Bianca.

      —Quiero


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