Música y mujeres. Alicia Valdés Cantero
Читать онлайн книгу.de lo válido y de lo inválido, la calidad y la no calidad?
Y, para concluir, resaltar que la feminización del trabajo desvaloriza dicho trabajo, porque lo femenino es de segunda categoría y, en cambio, la masculinización de los atributos pone en valor dicho trabajo: las categorías de lo femenino como inválido y lo masculino como poderoso tienen que ser uno de los puntales-eje a partir de los cuales desmontar todo este «tinglado» patriarcal que es falso y solo sirve para retroalimentarse hasta el hastío y el agotamiento.
Así pues, a modo de esquema, los objetivos principales de una investigación musical desde el prisma feminista serían:
1. Poner en valor las corrientes de pensamiento que subrayan las aportaciones de las mujeres a la cultura musical.
2. Hacer sobresalir las corrientes de investigación que ponen el foco en la recuperación del patrimonio musical realizado por mujeres, tanto en la tradición oral o popular como en la académica o escrita.
3. Situar en la primera línea de investigación las corrientes de pensamiento crítico e innovador respecto a la tradicional historia de la música, rompiendo y cuestionando el «canon musical».
¿Y cuál sería el marco metodológico?
Desde una perspectiva cualitativa, la recogida de datos objetivos forma parte del método:
La información obtenida a partir de entrevistas, archivos, partituras, etc., que apoyan teorías previamente planteadas, como el enmascaramiento o negación de los nombres femeninos o directamente su ocultamiento deliberado bajo pseudónimos masculinos y, muy a menudo, usurpados por los nombres de sus maridos, hermanos o padres.
Desde una perspectiva cuantitativa, el estudio estadístico habla por sí solo.2 Los estudios de muestra, la realización de focus group (grupo focal), el estudio de opiniones o las observaciones directas son algunos de los métodos utilizables.
Para resumir, los tres ejes sobre los que construir una investigación musical feminista serían:
1. Recuperar el patrimonio musical femenino, sin distinción de épocas o culturas y cuestionando en todo momento las ideas preconcebidas, no dando por válido a priori ninguna información previa.
2. Visibilizar la aportación cultural y musical femenina mediante la difusión y organización de festivales, conciertos, seminarios, congresos, publicaciones y muy especialmente en los ámbitos docentes, pues la construcción de referentes culturales es básica para la construcción interna del yo y social de una comunidad. Por lo tanto, el ámbito de la educación es uno de los pilares sobre los que visibilizar y transmitir la historia musical de las mujeres.
3. Valorar el trabajo musical femenino en todos sus ámbitos: intérpretes, investigadoras, compositoras, pedagogas, estas últimas las más fieles transmisoras de los referentes y de la ideología.
¿Cuáles serían las aportaciones
de la musicología feminista?
Es decir, qué se pretende lograr con todo esto, qué se aporta a la cultura y al conocimiento.
Efectivamente, al relacionar feminismo con música y como consecuencia de todo lo expuesto anteriormente, podríamos establecer unos puntos concretos en los cuales focalizar la investigación, y estos podrían ser:
1. Recoger nombres de instrumentistas, directoras y compositoras, pedagogas, investigadoras, gestoras, etc., en suma, de todas las mujeres que, a lo largo de la historia, en diversas culturas y momentos, han realizado trabajos en torno a la música, desde los cantos de siega o las nanas tradicionales hasta el listado exhaustivo de compositoras.
2. Reivindicar y reseñar instituciones de enseñanza y difusión musical, destacando las aportaciones femeninas a los mismos.3
3. Establecer criterios de estudio visibilizando los instrumentos y repertorios considerados masculinos o femeninos, todavía hoy con sesgos de discriminación en determinadas familias instrumentales, como es el caso, por poner un breve ejemplo, del viento metal o la electrónica.
4. Resaltar el papel de las mujeres como receptoras y mecenas, pues su labor de transmisión de la cultura musical ha sido y es importante.
5. Reivindicar el poder de la música popular para generar identidades y perpetuarlas o, por el contrario, cuestionar y, por tanto, cambiar los roles de género.
Transversalidad y transculturalidad:
una subversión de los valores dominantes
Y ya para terminar, si la musicología feminista debe servir a algún fin y, sin duda ninguna, debe ser al de cuestionar todos los valores estéticos y técnicos referidos al conocimiento musical. Hemos bebido de fuentes patriarcales que nos han dicho qué escuchar, cómo escuchar y lo que es más importante qué y cómo pensar, analizar, discernir, cotejar, estudiar y conocer. En contraposición a ello, destaca la figura de McClary (1991), pues ha sido un referente a la hora de situar en la misma escala de valores las músicas «de consumo» con las músicas «de las élites» y esto con las mismas herramientas académicas con las que se vivisecciona una sonata de Haydn.
La Academia debería ser cambiada. Una función de una musicología feminista tendría que ser organizar las escuchas con otro orden de valores, abrir los oídos a diversos planteamientos sonoros y cuestionar las tecnologías siempre que no seamos dueñas de ellas, sino más bien ellas impuestas y dueñas nuestras.
Por descontado que tiene que sonar la música hecha por las mujeres, en todos los ámbitos, tiempos y culturas, pero esto no es suficiente para mover una inercia secular que nos lleva a nombrar a Beethoven y a toda la inmensa literatura escrita sobre él como el paradigma del modelo a seguir, el paradigma del canon musical patriarcal.
Tal vez uno de los campos donde más habría que incidir es en el famoso «análisis musical», que copia modelos de razonamiento impuestos y sin cuestionar si ese método nos está verdaderamente revelando el interior de esa música, su función, su expresión…
En resumen, abogo por un método holístico que observe y estructure múltiples paradigmas, donde el factor «sexo», es decir, «género», es sin duda ninguna determinante. Esto es, si para algo debe servir introducir perspectivas de observación nuevas es para arrojar luz sobre tantas oscuridades que nos vienen dadas como verdades absolutas.
Hay una pregunta básica que cuestiona todo el «sistema» y es ¿quién ha dicho que el concierto de Robert Schumann es mejor que el de Clara Wieck? Es decir, quién decide qué es «bueno», «de alta calidad» y qué es «malo», «de bajo en interés», y, sobre todo, bajo qué postulados y criterios, cuáles son los puntos de partida, los principios en los que se basan todas esas «verdades absolutas», quién ha dictado y escrito esos postulados inamovibles.
La respuesta la tenemos, por lo tanto, ya va siendo hora de que nos inventemos otros criterios con los que argumentar.
Madrid, 2019
Los referentes y las referencias, apuntes
para una bibliografía sobre feminismo y música
Damos unos títulos muy básicos, los que hemos considerado imprescindibles.
Teoría feminista española
Amorós, C. (1991). Hacia una crítica de la razón patriarcal. Barcelona: Anthropos Editorial.
Amorós, C. y De Miguel Álvarez, A. (eds.). (2007). Teoría feminista: de la Ilustración a la globalización (3 vol.). Madrid: Minerva Ediciones.
Posada Kubissa, LUISA. (2015). Filosofía, crítica y (re)flexiones feministas. Madrid: Editorial Fundamentos.
—. (2012). Sexo, vindicación y pensamiento: estudios de teoría feminista. Madrid: Huerga y Fierro Editores.
Valcárcel, A. (1997). La política de las mujeres. Madrid: Ediciones Cátedra.
—. (1994). Sexo y Filosofía. Sobre «mujer» y «poder». Barcelona: Anthropos Editorial.
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