Framers. Viktor Mayer-Schonberger

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Framers - Viktor  Mayer-Schonberger


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capturan algún aspecto de la realidad. Y gracias a ello podemos explicar, centrarnos y decidir.5

      Los marcos son tan fundamentales para nuestro raciocinio como versátiles. En las últimas décadas, los investigadores de disciplinas tan amplias como la filosofía y la neurociencia han estado estudiando la capacidad humana de enmarcar (aunque utilizan una gran variedad de términos para referirse a ella, como por ejemplo plantilla, abstracciones, representaciones y esquemas).

      Hoy en día esta teoría se ha demostrado empíricamente gracias a numerosos experimentos realizados por psicólogos y científicos cognitivos. La neurociencia también ha colaborado bastante en los últimos años gracias a las resonancias magnéticas, que nos permiten visualizar la actividad cerebral de un sujeto en tiempo real. Los estudios han demostrado, por ejemplo, que cuando planificamos el futuro se nos activan las áreas cerebrales asociadas con la cognición espacial y nuestra capacidad de pensar en tres dimensiones. Es como si literalmente nos sumergiéramos en una especie de sueño intencionado y deliberado.

      Todo este trabajo ha provocado una lenta transformación de nuestra comprensión del pensamiento humano. Todo apunta a que los modelos mentales son los pilares fundamentales de la cognición humana. Todo lo que vemos y sabemos, notamos y creemos, empieza por la manera en que percibimos el universo. Comprendemos el mundo en relación con cómo creemos que funciona: por qué ocurren las cosas, cómo podrían transcurrir en un futuro y lo que podría ocurrir si actuáramos. Los marcos no son ni “la imaginación” ni “la creatividad”, pero nos permiten ejercitar ambas capacidades.

      La mayor parte de las personas seguramente no piensan demasiado en su estado mental cuando toman decisiones. Esto se debe a que la mayoría de las decisiones que tomamos no tienen grandes consecuencias; qué camisa ponernos, qué ingredientes añadir a una ensalada, etcétera. Pero cuando se trata de tomar decisiones más trascendentales, el proceso se ha transformado por completo gracias al concepto de los modelos mentales. Muchas personas se toman su tiempo para tomar consciencia de los marcos de los que disponen y elegirlos deliberadamente.

      La importancia fundamental de los marcos no reside en lo que son, sino en lo que nos facilitan. Nos empoderan porque nos permiten centrar la mente. Cuando funcionan bien, enfatizan lo más esencial y nos permiten ignorar todo lo demás. Se trata de una herramienta del programa, no de un error de software (como dicen los programadores). Los marcos son como atajos cognitivos gigantescos y eficientes que condicionan el espacio mental donde tomamos decisiones. Consiguen que nos resulte mucho más sencillo y práctico identificar distintas opciones. Los marcos simplifican, fortifican y amplifican la manera en que concebimos el mundo para que podamos actuar en él.

      Los marcos también nos proporcionan libertad, ya que podemos seleccionarlos según los aspectos de la realidad que queramos destacar. El hecho de ser capaces de probar distintos marcos intencionadamente nos permite llegar mucho más lejos que los animales, que simplemente siguen sus instintos, o que las máquinas, que se limitan a acatar instrucciones. Dado que tenemos la capacidad de ver el mundo desde distintos puntos de vista, podemos enriquecer nuestra comprensión y encontrar soluciones mejores. Cuando elegimos un marco, en realidad lo que estamos haciendo es escoger un camino por el que tarde o temprano acabaremos tomando una decisión. Para comprender mejor todo esto vamos a poner un ejemplo práctico con mapas.

      El mapa con el que estamos más familiarizados es el cartesiano, que tiene dos dimensiones perpendiculares. La ventaja que presenta este tipo de mapas es su aparente objetividad; todas las distancias son correctas en relación entre sí y cada punto tiene su propia ubicación. Los mapas cartesianos nos permiten ubicarnos y proyectarnos a cualquier punto (e imaginar cómo debe ser el mundo desde allí). Pero también dejan de lado muchas otras características. Por poner un ejemplo, normalmente los mapas cartesianos son planos, cosa que dificulta poder reflejar el desnivel (tenemos que valernos de curvas de nivel o de distintos colores para conseguirlo). Es por eso por lo que resultan muy útiles para saber dónde se encuentra algo, pero no para saber cuánto tardaremos en llegar hasta ahí. Los mapas, al igual que los marcos, son muy adecuados para ciertas circunstancias, pero no para todas.

      Si estuvieras en una ciudad como Londres o Tokio y quisieras ir de una punta de la ciudad a la otra, seguramente un mapa cartesiano no te serviría de nada. Te resultaría mucho más útil un mapa de transporte. Estos mapas simplifican la complejidad del territorio de una ciudad a un diagrama de líneas y estaciones diferenciadas por colores. Consiguen que sea muy fácil identificar dónde se entrecruzan las líneas de tren o autobús. Los mapas de transporte son una verdadera obra maestra debido a todo lo que no incluyen. Están diseñados para que podamos elegir la ruta más conveniente. ¡Pero pobre del que utilice un mapa de transporte para orientarse por las calles de la ciudad!

      El mapa del metro de Londres, por ejemplo, tiene la característica particular de que ignora las distancias reales en favor de la legibilidad: puede que dos estaciones que parezcan estar muy cerca en el mapa en realidad estén a kilómetros de distancia. Y la mayoría de los mapas de transporte no indican a los usuarios cuánto tiempo se tarda en llegar a una destinación; la longitud de la línea entre dos estaciones normalmente no está a escala. Los mapas de transporte suelen renuncian a representar la distancia real en favor de la comprensión.


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