La transición española. Eduardo Valencia Hernán

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La  transición española - Eduardo Valencia Hernán


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otros sectores populares, culturales y profesionales de todos los países catalanes.

      Estaba claro que la Comisión de Intelectuales consideraba que el Congreso de Cultura Catalana debía ser el marco idóneo para extender el mensaje de poder recuperar la propia identidad catalana, pero, por otro lado, esta comisión debía continuar ejerciendo su influencia a través de la Asamblea, generando un entorno idóneo, a través del cual, no habría separación entre la pura reivindicación social con la cultural y nacional. Los seis primeros firmantes de lo que se conoció como la Declaració de Montserrat fueron: Joan Miró, Josep Lluís Sert, Antoni Tàpies, Joan Oliver, Salvador Espriu y Raimon.

      En septiembre de 1975 dio comienzo un nuevo curso político, calificado por la prensa oficial como otro otoño apático y tranquilo; sin embargo, nada en esos momentos podía ser igual, ya que se acercaban a pasos agigantados los momentos más cruciales para un régimen decadente, aunque todavía con fuerza para dar su último zarpazo.

      El día 5, la situación en Vizcaya seguía muy tensa, entre otras cosas por los cinco mil trabajadores que estaban en paro. Sin embargo, como era previsible el silencio informativo fue total, pues la televisión pública, como si nada ocurriera, se dedicaba a entretener a los espectadores con las maniobras realizadas por el mago Uri Géller, que nos dejaba a todos boquiabiertos con la puesta en marcha de relojes y las dobladuras de cucharas, usurpándonos de una realidad no tan agradable y más cercana.

      Recordemos como breve recordatorio que el FRAP era un movimiento revolucionario creado en enero de 1971 en París en el que participaron el PCE(m-l), Comités antiimperialistas, Frente Español de Liberación Nacional y Vanguardia Socialista, aunque su constitución oficial fue en París el 24 de noviembre de 1973 siendo Julio Álvarez del Vayo su presidente. Sus puntos programáticos se basaban en la derrota de la dictadura franquista y del imperialismo yanqui, con la idea de establecer una república popular y federativa que respetase los derechos y las minorías nacionales, que nacionalizase los bienes monopolísticos, que desarrollase la reforma agraria, que liquidara el colonialismo español y fundase un ejército del pueblo. Su órgano de prensa fue la revista Acción.

      Por su parte, el PTE era la nueva denominación del PCEi desde febrero de 1975 por su ingreso en la Junta Democrática de España. Esta organización posteriormente participó en la Plataforma de Convergencia Democrática y en el CFPC. La dirección a nivel estatal estuvo a cargo de Eladio García Castro, alias «Ramón Lobato». En Cataluña este partido fue muy activo constituyendo la Confederación de Sindicatos Unitarios de Trabajadores (CSUT), proclamándose seguidores del marxismo-leninismo en la línea Mao Tse Tung.

      El Movimiento Comunista de España (MCE) tuvo su origen en el Movimiento Comunista Vasco y entre diciembre de 1971 y enero del año siguiente se constituyó en Cataluña por miembros de los llamados «Círculos de Formación de Cuadros», creándose el Moviment Comunista de Catalunya, organización que evolucionó hacia un marxismo-leninismo de tendencia maoísta. Sus publicaciones fueron: Servir al Pueblo, la Veu dels Treballadors, Hacer y Revolta.

      Por otro lado, el PORE se fundó en agosto de 1974 fruto de la evolución de la Organización Trotskista como sección española de la Liga Internacional de Reconstrucción de la IV Internacional (LIRCI).

      Una semana después también la Iglesia emitió un comunicado de condena del terrorismo y a su vez pidió clemencia para los condenados a muerte. Sin embargo, todos estos esfuerzos fueron en vano ya que ese mismo día fueron condenados a la pena capital: Ramón García Sanz, Manuel Cañaveras de Gracia, José Luis Sánchez Bravo Sollas, Concepción Tristán Gómez y Mª Jesús Dasca Penelas.

      En Europa, tras conocerse la noticia de las condenas, se multiplicaron las manifestaciones de repulsa y se ocupó la Embajada española en Bonn; incluso Pablo VI llamó a la clemencia en España tras deplorar cualquier tipo de gesta criminal:

      Ante las inminentes ejecuciones, se supo posteriormente que el Papa había pedido tres veces al Caudillo clemencia por la vida de los reos, sin tener éxito en su empeño. A raíz de las protestas hubo multitud de detenciones; entre ellas los de tres supuestos miembros de ETA junto con 35 militantes del PTE y Joven Guardia Roja en Zaragoza y algunas detenciones en Valencia de miembros del FRAP. Por otro lado, en Barcelona, el día 10 fueron detenidos tres militares de la UMD, justo algunos días antes de un atentado de la extrema derecha contra la editorial Ruedo Ibérico en París donde el Grupo Antiterrorismo contra la ETA (ATE) reivindicó el atentado, y para completar la «faena» represiva, el 24 de ese mismo mes, el TOP resolvió sentencia contra 21 miembros del PSUC.

      Todo parecía indicar una apuesta del gobierno por controlar la situación a partir de la represión, aunque el resultado fuera contrario a sus deseos, pues no hizo más que provocar la ira de una oposición cada vez más enfrentada con el régimen. En Barcelona se efectuó un encierro simbólico en el Colegio de Abogados como medida de presión y, fuera de nuestras fronteras, el Parlamento Europeo pidió a la CEE que congelase sus relaciones con España, propuesta que fue aceptada el día 2 del mes siguiente. En París hubo diversas manifestaciones, lo mismo que en otras ciudades francesas, incluso se llegó a incendiar una sucursal del Banco Popular Español en la capital francesa. En Dusseldorf tuvo lugar una batalla campal frente a las oficinas de Iberia. En Roma hubo una marcha de protesta contra el gobierno español junto al boicot a la correspondencia española, y en Lisboa se efectuó el saqueo e incendio de la Embajada española. Para finalizar, México pidió la expulsión de España de la ONU.

      Sin embargo, nada hizo cambiar la decisión de Franco, pues el 27 de septiembre,


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