La transición española. Eduardo Valencia Hernán
Читать онлайн книгу.Tarancón, el Santo Padre había intervenido en numerosas ocasiones en asuntos delicados contrarios a los del régimen. Véase como ejemplo la petición de suspender la pena capital para el anarquista Jordi Conill en 1962 pidiendo clemencia al propio Caudillo, o el protagonizado en 1965 por el abad de Montserrat, Aureli M. Escarré, que llegó incluso a exiliarse al extranjero en protesta contra la represión franquista, estando su sucesor Cassiá Mª Just en la misma línea reformista que el anterior.
En Cataluña, a mediados de los años sesenta la burguesía y la clase media se balanceaban entre el catalanismo y el nacional-catolicismo imperante, mientras que la clase obrera y los intelectuales pasaban casi desapercibidos en su actividad reivindicativa contra el régimen ya que sus acciones de lucha eran de escasa importancia además de ser amortiguadas sistemáticamente por un férreo control gubernativo que impedía cualquier éxito mediático, pues era notorio que la prensa española y los medios de comunicación que funcionaban legalmente hasta 1966 no eran otra cosa que el aparato de propaganda del régimen y sus beneficiarios, demostrando un desprecio total hacia el lector y sus derechos y con el agravante de sufrir la cárcel e incluso la muerte a quien osara transgredir la censura marcada interesadamente desde el poder. En definitiva, a nadie sorprende ya que los derechos humanos y la libertad de expresión en España, efectivamente brillaban por su ausencia484. No obstante, cabe decir que, en aquel tiempo, aunque los anhelos independentistas no eran el objetivo de la oposición al franquismo, como tampoco lo eran las ideas federalistas485,sí que empezaba a tener arraigo, entre estos, un estado de opinión favorable a las tesis unitarias del Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC), sobre todo después de haberse celebrado el II Congreso de los comunistas catalanes en 1965 en el que se dieron pasos serios hacia la unidad de las fuerzas políticas antifranquistas, desplegándose una actividad persistente y organizada dirigida a lograr la unidad de toda la oposición española. Esta estrategia unitaria también fue asimilada por los integrantes del Moviment Socialista de Catalunya (MSC), en el que uno de sus dirigentes, Joan Reventós, tenía especial protagonismo486. Así pues, desde el principio se acordó entre todos los miembros que participaban en ese proyecto unificador el crear los medios materiales y políticos para el comienzo de un diálogo basado en la convergencia y no sobre la confrontación de ideas y fines políticos con el objetivo de asumir, bajo una acción unitaria, la posibilidad de articular la oposición contra el régimen, llegando a la conclusión de convocar una asamblea representativa de toda entidad que se moviera en Cataluña con un sentido democrático y antifascista, aunque, en ese sentido cabe decir que las fuerzas políticas catalanas habían dado pasos importantes en la coordinación de su acción y ocupaban un lugar de vanguardia en la búsqueda del acuerdo general de la oposición española que los comunistas denominaban Pacto para la Libertad. Bastaba recordar que para apreciar esos progresos alcanzados tendríamos que remitirnos de nuevo a las resoluciones del Congreso del PSUC en donde se hacía un llamamiento a todos los partidos y grupos de oposición catalana para elaborar juntos un proyecto de programa de alternativa política a la dictadura. En dicho informe se afirmaba que, desde hacía años, el PSUC mantenía relaciones amistosas con el MSC, el Front Nacional de Catalunya (FNC) y otros grupos políticos y, como consecuencia de esos contactos, poco tiempo transcurrió hasta la creación en Barcelona de la Taula Rodona que funcionó como una Comisión Cívica abierta en la que se encontraban dirigentes y personalidades de la más diversa significación.
Sin duda, el punto de inflexión de esta actividad unitaria en Cataluña fue la constitución en 1969 de la CCFPC sobre la base de un programa que ofrecía una alternativa democrática a la dictadura y que era favorablemente aceptada por organizaciones tan diferentes a ella, efecto que condujo posteriormente a la creación de un proyecto superior de organización unitaria que llevaría por nombre la Asamblea de Cataluña.
Esta plataforma fue concebida como un posible marco de diálogo, de confluencia y coordinación de esfuerzos, no solo de los partidos sino también de los movimientos sociopolíticos de oposición y de todas las organizaciones, entidades y personas interesadas en el cambio democrático prefigurado en el programa de alternativa de la propia Comisión.
Por otra parte, la CCFPC buscó y mantuvo formas de relación bilateral y multilateral con partidos y grupos de la oposición que no estaban en ella, como la Federación Catalana del PSOE (FSC-PSOE), el Partit Socialista d’Alliberament Nacional (PSAN), los carlistas, los monárquicos, la Organización Comunista de España. Bandera Roja OCE (BR), el Partido Comunista de España (marxista-leninista) PCE (m-l), etc., a la vez que se esforzó por relacionarse y debatir con los partidos y grupos de la oposición democrática de las demás tierras de España. Con este fin, representantes de la CCFPC se desplazaron a Madrid, Valencia, Canarias, Baleares, Zaragoza, Galicia, País Vasco, Sevilla y otras partes de España para establecer relaciones con organismos unitarios o de coordinación de la oposición antifranquista, intentándose concluir en un pacto entre toda la oposición española para crear formas de coordinación a escala nacional.
La visión que se tenía desde la oposición no identitaria del significado y el impacto popular ejercido por la CCFPC sobre la clase trabajadora y estudiantil fue más bien negativa y de escasa atracción sobre estos, por lo que no fue nada sorprendente que posteriormente la Comisión abriese el abanico a todos los entes y personas que se pronunciaban contra la Dictadura y que deseaban luchar por su eliminación487.
También fue a partir de ese momento cuando comenzó a tener protagonismo una nueva plataforma unitaria surgida de la famosa «tancada de Montserrat», fruto de las protestas realizadas contra el Proceso de Burgos, a finales de 1970. Era la llamada Asamblea de Intelectuales, una organización que llegó a tener una influencia muy intensa en la Asamblea a lo largo de su existencia, incluso su aportación llegó a ser decisiva en la propuesta del texto de la I Sesión de la A. C. referida a los cuatro puntos programáticos donde los apartados dirigidos a: las libertades, el acceso del pueblo al poder político y económico y, lo referente a la polémica sobre la vía al derecho de autodeterminación, provenía de ellos.
Sorprendentemente, esta organización que estaba formada en gran parte por una amplia representación del elitismo cultural catalán y, pese a su carácter burgués, fue también solidaria con el movimiento obrero, ayudando económicamente en numerosas ocasiones a trabajadores que estaban en huelga o encarcelados.
Decididamente la Asamblea fue la culminación de ese proceso unitario deseado por la mayoría de los antifranquistas en Cataluña y, a la vez, una rica experiencia innovadora en la lucha contra el régimen. Desde su gestación se intentó agrupar a toda la oposición democrática catalana en un sólido marco de convergencia en el que era posible, sin abdicar sus participantes de ninguno de sus objetivos a largo plazo, encontrar unos fines políticos inmediatos y comunes que pasaban por conducir y catalizar las luchas contra el franquismo y, por consiguiente, posibilitar el tránsito hacia un sistema democrático. Por otro lado, también se quiso estar abierto a cualquier organización política, sindical, social, legal o clandestina afín a sus principios fundacionales con el fin de mantener y, eventualmente, desarrollar una actividad contra la dictadura franquista, reconociendo la opresión a la que se estaba sometido488.
En definitiva, está demostrado por los argumentos hasta ahora presentados la importancia que tuvo la Asamblea en el desarrollo político y social de Cataluña y de España. Una afirmación que está avalada por diferentes razones históricas que acreditan a este organismo como el germen de muchas de las iniciativas políticas que continuaron tras su desaparición, incluso el desarrollo del propio Estatuto de Cataluña surgieron de las propuestas y conclusiones que cristalizaron dentro de esta plataforma unitaria en un teórico espíritu de diálogo abierto y no excluyente que era en esencia la premisa para participar en este organismo aunque a lo largo de este trabajo veremos que la realidad fue otra.
Hasta la publicación de este trabajo de investigación, la única tesis doctoral sobre la Asamblea de Cataluña fue la realizada por Ricard Bernad.
En sus escritos Bernad afirmaba que el catalanismo popular antifranquista definía a la Asamblea y que el PSUC ejercía su hegemonía sobre ella, mientras que la presencia de otros partidos provenientes de una raíz socialista estatal, como el Moviment Socialista de Catalunya (MSC) junto con la Federación Catalana del PSOE (FSC-PSOE), era testimonial y de escasa incidencia.