De la investigación al libro. Lauro Zavala
Читать онлайн книгу.en las áreas de ciencias sociales y humanidades (y muy especialmente en el campo de la filología), si bien no son publicadas exclusivamente por las universidades.19
Una vez terminado el manuscrito, cuando ya ha sido revisado y corregido por el autor y éste decide entregarlo al editor, el director de la colección correspondiente lo envía a un lector especializado, con el fin de recibir su dictamen. Veamos ahora qué elementos de evaluación y decisión entran en juego a partir de este momento.
Los elementos en juego: la evaluación del manuscrito
Selección y funciones del lector editorial
Antes de conocer en detalle los elementos propios del dictamen editorial conviene conocer cuáles son las condiciones de trabajo del dictaminador. En primer lugar, debe señalarse que el lector editorial puede ser interno (generalmente es el director de cada colección) o externo (un especialista conocido por la instancia editorial o un investigador reconocido que forma parte de alguna institución universitaria).20
Todo texto suele ser sometido a un número non de lectores (generalmente uno, tres o, excepcionalmente, cinco), pues ello evita el empate en la decisión editorial. En otros casos es suficiente el dictamen del director de la colección, pues es el responsable de la misma. De hecho, el criterio para constituir el comité editorial de cada dependencia editora ha sido especificado en términos formales.21
Las editoriales universitarias requieren de un lector o lectores que emiten básicamente dos tipos de juicios: en relación con la importancia y rigurosidad de la contribución académica del manuscrito, y en relación con los grupos de lectores para los cuales el libro podría ser valioso.22
Algunas editoriales dan a sus dictaminadores formularios que éstos habrán de llenar, en los cuales solicitan información específica acerca de obras similares a la que se somete al dictamen, sugerencias acerca de quién podría estar al cuidado de la edición, cantidad aproximada de lectores potenciales y otras evaluaciones similares. Generalmente, el editor requiere que el dictaminador formule por escrito una fundamentación convincente de su opinión como lector especializado.
Todo lo anterior suele ocupar el espacio de una o muchas páginas, y en su redacción el dictaminador puede invertir varios días o incluso varias semanas, en las cuales el manuscrito recibe una de las lecturas profesionales más cuidadosas en su proceso editorial.
El dictaminador de un manuscrito universitario, por definición, es alguien con experiencia profesional óptima en el campo que dictamina: por ello, generalmente es un profesor, investigador, escritor o editor de tiempo completo, que accede a leer críticamente un manuscrito por curiosidad intelectual, y cuya lectura consumirá un tiempo que no será retribuido de manera proporcional a la retribución de sus otras actividades profesionales.
El dictamen, y en general el trabajo de edición de libros, exige una poco frecuente combinación de aptitudes. Se requiere de cierta experiencia literaria, y de conocimiento tanto de los temas en los que la editorial se especializa como del horizonte académico y editorial del campo específico en el que se inscribe cada manuscrito.23
El dictaminador, de manera similar al editor, debe experimentar una especie de adicción a los libros: debe ser un bibliófilo altamente especializado, pues de su decisión no sólo depende un autor y su manuscrito, sino el prestigio editorial y la confianza de los lectores eventuales.24
En promedio, un dictaminador recibe un pago similar en las editoriales mexicanas al de las extranjeras: alrededor de 20 a 50 dólares. Esta actividad –por la misma cantidad– es realizada de manera particular por los más de 650 agentes literarios que trabajan en forma independiente en los Estados Unidos. Estos agentes rechazan 90 por ciento de los manuscritos, proporción similar a la que rechazan las editoriales privadas en México.25
En la ciudad de México, el directorio telefónico registra 80 “agencias de publicaciones”, de las cuales casi 25 por ciento aparecen bajo el nombre de un particular. En las editoriales universitarias francesa, el director de cada colección recibe dos por ciento del precio de venta de cada ejemplar vendido.26
Los lectores externos son autores de la misma editorial, a quienes se dan a leer los manuscritos no solicitados, y efectúan el servicio de lectura sin recibir remuneración por ello, como parte de la relación amistosa entre ellos y la editorial. En general, la remuneración de los lectores existe “en función inversa a la cercanía que éste tiene con la casa editorial”.27
Al llegar a este punto, podemos preguntarnos, ¿cuáles son los elementos concretos que constituyen un dictamen editorial? Aunque ello varía de acuerdo con las características del manuscrito, la disciplina del dictaminador y las necesidades del editor, es posible hablar de algunos elementos básicos.
Los elementos básicos del dictamen
Antes que nada, es necesario distinguir los distintos tipos de dictamen: el dictamen del manuscrito mismo, el dictamen de los costos y el dictamen del mercado potencial, es decir, de la cantidad y número de lectores probables. El último de estos dictámenes suele formar parte del primero, al menos de manera implícita. En las editoriales universitarias, el dictamen de costos –como ya se dijo– suele someterse al dictamen académico, por lo que el criterio comercial se vuelve relativamente irrelevante, lo cual, a su vez, permite al editor centrar su atención en las necesidades del texto, no del mercado. El elemento determinante de todo proceso de dictaminación es la política editorial, pues de ella y de su continuidad dependen el prestigio y la permanencia de todo proyecto editorial. Esta política determina, a su vez, la naturaleza del material que será aceptado para su publicación, así como su rigor y originalidad, y los tópicos que pueden ser cubiertos. En las editoriales universitarias, cada colección nace con los lineamientos de su propia política editorial, entre los cuales se cuentan los objetivos, el tipo de lectores al que se dirigen y su nivel de especialización, las materias que serán incorporadas y otros elementos.
Cuando llega a cambiar la persona que se dedica al cuidado de cada colección, la comisión editorial se hace responsable de redactar la historia de la colección hasta ese momento, los problemas a los que se ha enfrentado y las propuestas del actual director. Estos lineamientos de la política editorial de cada colección universitaria se entregan a cada dictaminador en el momento de solicitar su colaboración.28 Sólo en casos excepcionales se llegan a aplicar criterios no contemplados por la política editorial, como ocurre con la cancelación de ediciones demasiado costosas o la publicación de materiales fuera de serie o publicados como consecuencia de compromisos institucionales.
En todo dictamen están en juego elementos de tipo técnico y de contenido. Los elementos pueden ser problemas de redacción, de traducción, de estilo, de impresión, etcétera. Pero indudablemente influyen, además de estos criterios técnicos y académicos, elementos ideológicos y económicos. Como ya se ha señalado, estos últimos le competen al departamento administrativo que trabaja de manera independiente del departamento técnico de la casa editorial.
Algunos dictaminadores, además de la evaluación acerca de la calidad intrínseca del manuscrito, incluyen en su dictamen información acerca del autor,