Cómo entender tu género. Alex Iantaffi

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Cómo entender tu género - Alex Iantaffi


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sus preferencias (lo que a veces se denomina «pregunta de protocolo»).

      —Ten disposición para practicar tanto como puedas el lenguaje que te han pedido que uses. Es importante que te asegures de emplearlo en todo momento, estén o no estén presentes.

      —Discúlpate una sola vez si te equivocas y sigue adelante. Nadie quiere que estés dándole vueltas y vueltas a tu error.

      —Vuelve a preguntar si crees que ese uso puede haber cambiado con el tiempo.

      La incertidumbre que genera cambiar de lenguaje puede resultar muy amenazante para algunas personas. En el desarrollo de nuestra labor profesional, vemos que hay quienes responden con una actitud defensiva e ignoran por completo los términos preferidos por el resto y siguen utilizando el lenguaje que les resulta más cómodo. Por ejemplo, siguen usando el pronombre «ella» para referirse a alguien que utiliza «elle» o la palabra «transexual» en lugar de «trans» cuando se les pregunta qué significa la T de LGBT (a muchas personas trans no les gusta el término «transexual» por sus connotaciones médicas y porque no incluye a todos los colectivos trans). Otras personas van aún más lejos y argumentan que no está bien que la gente se invente palabras nuevas para definir sus experiencias ni que se cambie el significado de las palabras que ya existen.

      Cambios de terminología

      Abordemos ahora esta última cuestión. Es importante recordar que las palabras no solo pueden cambiar de significado, sino que lo hacen constantemente. Por ejemplo, en el ámbito del género, muchas palabras que una vez fueron insultos terribles han sido recuperadas por los grupos a los que se dirigían y ahora esos mismos grupos las utilizan de forma positiva. Es el caso de la reivindicación de la palabra «putón» (slut, en inglés) por parte de personas que mantienen relaciones no monógamas (hay un libro clave para esta comunidad titulado The Ethical Slut; se dan más detalles en el apartado de «Recursos adicionales») o de los colectivos feministas que se manifestaron en las «marchas de las putas» para desafiar los mitos dañinos en torno a la violación y la violencia sexual. De manera similar, la palabra queer solía utilizarse como un insulto y ahora muchas personas LGBT+, y con otras identidades, la usan con orgullo para definirse.

      Por otra parte, algunas palabras que solían considerarse aceptables en el pasado ya no lo son. Por ejemplo, tendemos a usar «gay» en lugar de «homosexual» e «intersexual» en lugar de «hermafrodita» porque, al igual que ocurre con «transexual», estas últimas se usaban hace tiempo para sugerir que esos grupos sufrían algún tipo de anormalidad o trastorno. Lamentablemente, algunas palabras desaparecen por completo cuando ciertos grupos son colonizados o erradicados. Por ejemplo, el término Two-Spirit (dos espíritus) es una palabra inglesa creada por una agrupación de diversos pueblos indígenas para referirse a numerosas identidades de género y sexuales y a distintos roles que existían en las lenguas de varias naciones tribales de todo el mundo, pero que se perdieron a causa del genocidio y la colonización.

      I En la edición en castellano, se ha optado por traducir este uso del pronombre inglés they como «elle», así como por utilizar el morfema -e para las flexiones de género correspondientes necesarias, que actualmente parece la alternativa con mayor consenso entre los colectivos de estas identidades de género en España, aunque existen otras opciones y propuestas. (Todas las notas indicadas con números romanos son de la traductora)

      Es importante, por tanto, recordar que siempre se han inventado palabras en todo tipo de contextos: así es como evoluciona el lenguaje. También es esencial tener en cuenta que las palabras adquieren distintas connotaciones en diferentes momentos y lugares, lo que hace aún más importante que confirmes su uso con cualquier persona o comunidad con la que te relaciones. Por ejemplo, personas de mayor edad que recuerdan cómo las insultaban llamándolas queer suelen sentirse mucho menos cómodas describiéndose a sí mismas de esa forma, mientras que algunas personas trans todavía utilizan el término «transexual».

      Momento para la reflexión: las palabras que utilizas

      Piensa en las palabras que utilizas actualmente (y en las que utilizan otras personas) para describir o indicar tu género. Podrían ser palabras como «señora», «señor», «hombre», «mujer», «niña», «señorita», «caballero», «tío», «trans», «queer», etc. Puedes anotar aquellas que prefieres y las que no te gustan demasiado.

      ¿Hay palabras relacionadas con el género que hayas oído y que no entiendas del todo? Anótalas también. Es posible que la mayoría se expliquen más adelante en este mismo libro, pero puedes buscarlas ya si quieres en internet, si tienes acceso.

      La importancia del lenguaje

      El lenguaje que utilizamos para referirnos al género es muy importante por muchas razones. He aquí algunas de ellas:

      —A menudo el lenguaje moldea nuestra experiencia más de lo que creemos. Por ejemplo, cuando se utiliza el término «hombre» como genérico para referirse a la humanidad, quienes no son hombres suelen recordar peor lo que se ha dicho y sienten menos confianza que cuando se utilizan palabras más inclusivas, como «ser humano» o «persona». Esto puede llegar a convertirse en un obstáculo para el aprendizaje, en el sistema educativo, o para el bienestar en la atención sanitaria. También hay investigaciones que apuntan a que, a través del lenguaje y las imágenes, aprendemos a considerar a los hombres como «la norma» y a comparar a las mujeres con ellos; por ejemplo, cuando en gráficos y tablas se tiende a presentar los datos de los hombres antes que los datos de las mujeres o cuando expresamos cualquier diferencia de género en términos de en qué aspectos o hasta qué punto las mujeres son distintas a los hombres («las mujeres son más influenciables que los hombres» en lugar de «los hombres son más tercos que las mujeres»). Por esta razón, hemos intentado alternar el orden cuando, en este libro, hablamos de mujeres y hombres, en vez de seguir el orden habitual de «hombre y mujer», «niños y niñas» o «marido y mujer». Por supuesto, estas expresiones también implican que el género solo puede ser binario, pero enseguida volveremos sobre este asunto.

      —El lenguaje posibilita experiencias diferentes, a menudo más positivas. Por ejemplo, para muchas personas trans y no binarias descubrir que hay palabras que encajan con su identidad es un elemento más que les permite expresarse de forma coherente y cómoda, además de una ayuda para transmitir su experiencia a otras personas. Tener un lenguaje compartido sobre algo puede hacer que ese algo se sienta más legítimo y comprensible.

      —El lenguaje puede utilizarse para incluir o excluir a las personas, respetarlas o rechazarlas. A veces puede ser muy valioso para un grupo marginado disponer de un «espacio no mixto» (por ejemplo, solo para bisexuales o solo para personas racializadas) en el que puedan hablar de sus experiencias con seguridad y compartirlas con personas que viven lo mismo. Por otro lado, las políticas excluyentes pueden fragmentar fácilmente las comunidades, como determinados encuentros de mujeres en los que no se incluye a las mujeres trans y a menudo se utiliza un lenguaje problemático para definir quién «cuenta» como mujer. Volveremos sobre este tipo de complejidades en la sección 7.

      Actividad:


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