Simple-Mente un caballo. Marta Prieto Asirón

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Simple-Mente un caballo - Marta Prieto Asirón


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adecuadamente nuestra intuición, a sentir lo que estamos viviendo y a esforzarnos en percibir lo que muchas veces pasa desapercibido, son herramientas de mejora personal de indudable e incalculable valor.

      Recordar la importancia de la interdependencia

      ¿Valoras la importancia de todos y cada uno de los que te rodean? ¿Contribuyes a su bienestar? Explora el equilibro interno de una manada de caballos y entenderás qué sustenta un sistema que funciona.

      Pertenecer y ser aceptados por la manada constituye, para los caballos, una de los principales razones de su existencia. Un caballo aislado es muy vulnerable a los depredadores, por lo que su instinto le lleva siempre a buscar el grupo y una convivencia equilibrada en él.

      A pesar de ser naturalmente gregarios, los humanos hemos perdido muchas veces de vista el valor fundamental que tienen los lazos invisibles que nos unen a otros. Sin embargo, nuestras vidas y nuestro crecimiento dependen, en gran medida, de los demás. Por ello, nuestro verdadero objetivo debe ser impulsar el desarrollo de otros tanto como el nuestro. Todos los seres vivos estamos intrínsecamente relacionados y dotados de mecanismos similares para sobrevivir. Adoptar la perspectiva de los caballos puede ayudarnos a tomar conciencia sobre la necesidad que tenemos de los otros para conseguir nuestro propio bienestar.

      En el Capitulo 9, Relaciones de la Manada, exploraremos el paralelismo existente entre los vínculos que establecen los caballos entre ellos, sus relaciones de poder y el sistema social de estos animales y el nuestro. Luego abordaremos las relaciones de los grupos humanos dentro de su cultura organizacional, el trabajo en equipo y cómo generar cambios que favorezcan el desarrollo propio y el de otros.

      Preparar un plan de acción sobre el cambio individual y sobre nuestra relación con los demás

      ¿Quieres cambiar en tu vida? ¿Sabes por dónde empezar? Comienza por tratar de mover a tu caballo con la energía que acompaña a tu declaración y así aprenderás a moverte por el mundo.

      El caballo es un animal extremadamente inteligente para detectar si el jinete que lo monta tiene capacidad para liderar lo que ambos se proponen. Sólo un jinete decidido y confiado podrá conseguir que su caballo trabaje tranquilo y con rectitud. La templanza es una cualidad imprescindible para el jinete pero también para que el gestor en la empresa pueda acometer con éxito los objetivos que se proponga.

      Un liderazgo monolítico no tiene nada que hacer en un mundo en continua transformación. Los líderes empresariales de hoy deben tener visión, estrategias de mercado claras y sensatas, entroncadas con las necesidades de los clientes a los que sirven, y, además de todo, interesantes, que generen emoción en el equipo de trabajo y en los consumidores, que abran perspectivas y desafíos, que sagazmente anticipen lo que el mercado quiere. Una empresa con este tipo de liderazgo puede constituir un espectáculo deslumbrante, como un conjunto jinete-caballo cuando triunfan por su armonía y su perfección.

      En el Capitulo 10, El Jinete y su Caballo, se revisan los aspectos fundamentales necesarios para crear un plan de mejora para los profesionales y directivos de empresas que permita hacer realidad en sus vidas todos los principios y valores esenciales del mundo de los caballos, con un enfoque creativo, proactivo y de anticipación.

      2. Confianza y Caballos

      “Si se logra que el caballo tome el paso que él adoptaría a su voluntad cuando despliega su belleza, aparecerá alegre y magnífico, orgulloso y feliz de haber sido montado”

       Jenofonte

      Capítulo 2. Confianza y Caballos

      “El jinete no puede dominar al caballo, si no se domina a sí mismo”. Von Oeyhausen

      Yo empecé tarde a montar. Aunque me había subido a unos cuantos caballos y tengo dos burras con las que he trotado durante años por la montaña, mi primera clase de equitación de verdad la di con casi cuarenta años. Tenía a mi favor un cierto sentido del equilibrio, no tenía miedo y, sobre todo, me encantaba hacerlo. Pero no todo fue fácil. Mis hijas, a la sazón jinetes bastante decentes, se burlaban de mi estilo y de mis errores. También me caí unas cuantas veces y andaba siempre con agujetas, rozaduras y contracturas varias.

      A pesar de todo, me enganché incondicionalmente a los caballos; no en vano la fascinación que estos animales pueden llegar a ejercer sobre nosotros es la razón por la que parece que a la droga se le llama “caballo”. En estos animales encontré algo altamente adictivo: un vehículo muy especial para pensar y aprender sobre mí y sobre los demás.

      Lo primero que aprendí es que ser un buen jinete supone bastante esfuerzo. Es un deporte técnico que requiere tomar clases en las que te enseñan cosas como avanzar al paso, al trote y al galope, parar el caballo (esto es bastante importante), llevar las riendas o sentarte correctamente en la silla.

      El aprendizaje es arduo y, a veces, rutinario. Por otro lado, muchos de los caballos que a uno le dejan montar al principio en un centro hípico son a menudo perezosos y resabiados, y la mayoría hace tiempo ha olvidado lo que es el contacto de una mano suave y una señal sutil. Bastantes de estos pobres animales sólo se mueven después de acciones insistentes y bruscas con las piernas o la fusta. Esto descorazona bastante a quien busca en esta práctica algo de elegancia o tiene sensibilidad hacia los animales. Tampoco es, ni mucho menos, una afición barata.

      Personalmente, ninguna de esas dificultades me importaba. Sólo una vez estuve a punto de abandonar, después de un susto serio con mi hija de ocho años que se cayó de un poni al galope. Afortunadamente el incidente no pasó de una noche en la UCI, de una amnesia transitoria (aunque no le deseo la experiencia al peor de mis enemigos) y de un traumatismo craneal leve que nos llevó a la consulta de un neurólogo, (un sitio, por cierto, fascinante, lleno de cabezas de cerámica con secciones cerebrales repletas de numeritos). Después de un montón de pruebas y de confirmarme que todo iba bien, el Dr. Castro me recomendó visitar una tienda de equitación cercana a su consulta. Sorprendida, le comenté que estaba planteándome dejarlo. A lo que él me espetó: “Hay que superar los miedos”.[4] Una frase definitiva. Muchas veces, montada sobre mi caballo, me acuerdo de él y le agradezco haber dicho las palabras oportunas en el momento adecuado.

      Esta anécdota me puso a pensar sobre el valor de la confianza y sobre lo fácil que puede ser restablecerla (o perderla) cuando se tambalea.

      “Aprender es descubrir que algo es posible”

       J. Krishnamurti

      Después de este percance, seguimos adelante. Pero fue cuando tuve mis propios caballos cuando caí en la cuenta de lo más importante. Una revelación que cambió totalmente el enfoque que le estaba dando a todo este asunto.

      Es algo muy simple. Se trata, por encima de todo, de querer entender cómo piensa y qué siente tu caballo. Desde esta actitud, trabajar con él se convierte en algo muy diferente. Consiste en comprender que, si consigues que tu caballo confíe en ti y se sienta seguro, hará por ti lo que sea.[5]

      A partir de este punto, el trabajo esencial deja de ser mecánico y se convierte en un mucho más interesante desafío psicológico: Cómo conseguir que tu caballo confíe totalmente en ti y se entregue al trabajo sin miedo ni condiciones. El éxito no reside, por lo tanto, en trabajar los abductores, sino en ser capaz de desarrollar la confianza suficiente para anular la aprensión natural del animal y, de este modo, conseguir que trabaje contento. Por otra parte, no trabajar para crear un entorno seguro puede ser muy peligroso cuando se monta un caballo.

      Este enfoque para la creación de entornos de confianza me pareció muy interesante porque puede trasladarse inmediatamente al ámbito de la empresa: Pensar que si consigues que tus clientes y tus empleados confíen en tu empresa y se sientan seguros, harán por ti lo que sea, puede ser una proposición muy poderosa. Una empresa que se enfoque en promover confianza, generará entornos en los que las personas se comprometerán


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