ADN pyme. Jonatan Loidi

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ADN pyme - Jonatan Loidi


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tuviera que describirlo diría que: era cauto, sumamente tranquilo, –tanto que esa tranquilidad se trasmitía al ambiente. Era analítico y tenía una gran capacidad de reacción ante la adversidad.

      Siempre medía el impacto de cualquier decisión. Se obsesionaba por intentar predecir el impacto de las acciones presentes en el futuro.

      Amante de los indicadores, sabía que su función no era ser operativo, sino lograr que otros lo fueran por él, reportándole información para la correcta toma de decisiones.

      Como habrán podido ver, ser emprendedor no necesariamente significa que algún día podrán ser empresarios. ¿Es esto un defecto? ¿Debemos buscar personas con ambos perfiles? ¿Existen?

      Mi madre siempre me decía que en la vida, el secreto pasa por descubrir en qué uno es realmente bueno; cuál es su habilidad, que es lo que realmente a uno lo hace feliz. “Si lo encontrás, –me decía–, dedicate con toda tu fuerza a desarrollarlo.

      Si aplicamos esto a las organizaciones, el secreto de un buen emprendedor pasa por focalizarse en sus habilidades, dedicarse a eso que realmente sabe hacer, y rodearse de capital humano que sea bueno en lo que él mismo no lo es.

      Cada día que me involucro más con el mundo de los negocios, me convenzo que no existe una única fórmula para el éxito. Una empresa es un conjunto de factores sumamente complejos y variables.

      Rebatiendo el título de este artículo, la cuestión no es emprendedores versus empresarios, sino más bien, emprendedores y empresarios. Y que juntos puedan lograr lo que Walt y Roy lograron con una de las organizaciones más grandes y prestigiosas de la historia.

      ¿Y las PyMEs? Ser pequeño o mediano empresario es toda una aventura, y el mayor desafío siempre está en lograr ser empresarios; infelizmente, no siempre sucede así.

      Aguerridos y en muchos casos obsesivos, los gerentes de las PyMEs suelen estar en todo: desde lo más mínimo a lo más importante. Ya superaron la etapa emprendedora y se dan cuenta que ahora la película es distinta. Ya no es tan divertido y en muchos casos se sienten solos tomando decisiones que son grandes desafíos para los que no están preparados (Más del 70 % de los PyMEs no se formaron o tomaron estudios en temas relacionados a los negocios). Entonces ¿cuál es el mayor desafío de un PyME? Lo resumiré en dos puntos:

      1) Aprender a delegar: para aprender a delegar es fundamental asumir que, con el crecimiento uno se vuelve un poco más ineficiente, pero que esto es parte del crecimiento. Delegar también implica asumir que el otro se puede equivocar y hay que dedicar tiempo a enseñar. Esto también los obliga a ser menos informales y empezar a tener una estructura.

      2) Alejarse de las operaciones: es vital que el PyME se aleje de las operaciones y las pueda delegar en gerentes. Esto le permitirá ocupar un lugar crítico: el de la estrategia. Sin estrategia no hay rumbo y sin rumbo no hay organización. Si están al 100 % en las operaciones, no podrán ocuparse de la estrategia y esto es lo que más puede poner en riesgo a sus empresas.

      Para resumir todo lo visto en este artículo –escrito originalmente para Forbes–, me parece importante entender que EMPRESARIO es un título fácil de adquirir pero difícil de revalidar. Según mi experiencia un emprendedor se recibe de empresario cuando logra alejarse de su empresa y que la misma siga funcionando, y en muchos casos mejor que antes.

      Entonces, ¿sos un emprendedor o un empresario?

      Etapas de crecimiento de las PyMEes

      Por Julián “Gaita” González1

      En este capítulo Julián Gaita González nos brinda un panorama claro de las diferentes etapas por las que toda empresa transcurre. Es interesante diferenciar una vez más la etapa emprendedora de la etapa empresarial y los cambios que la persona o empresario deben realizar para evolucionar y mejorar día a día ante los diferentes desafíos.

      La reinvención es una de las habilidades más difíciles de desarrollar, pero es la clave para no vivir cada momento como un sufrimiento, sino por el contrario, como una posibilidad para aprender y crecer.

      Me veo especialmente atraído por la última etapa propuesta por Julián, la re-creación y no la declinación. Nos invita precisamente a tener siempre una visión de cambio y estar en necesaria evolución.

      CRECIMIENTO m. Acción de crecer y su efecto, proceso de desarrollo.

      ETAPA f. Avance parcial en el desarrollo de una acción u obra.

      (Pequeño Larousse Ilustrado, pp. 284 y 444, 1964)

      #1 Etapa – Creación

      Las ganas de progreso y las energías positivas aparecen en todo su esplendor en esta primera etapa. ¿Qué emprendedor no sabe que tiene mucho recorrido por delante? ¿Qué emprendedor no está dispuesto a invertir tiempo completo en su emprendimiento? ¿Qué emprendedor ignora que tendrá que ser tan multifacético como le sea posible? Desde la elección de la marca y el diseño del logo hasta la preparación de los presupuestos para las propias ofertas, todo ocupa la mente del emprendedor. La positividad y las ganas de alcanzar los objetivos que se han fijado, lo pueden todo. Y aprende incluso a tolerar el sufrimiento que se deriva del esfuerzo extremo. Sin manuales de instrucciones infalibles a su alcance, el sentido común del emprendedor es ahora el gran protagonista. El verdadero potencial empresario adquiere nitidez a medida que el emprendedor comprende la importancia de tener un proyecto concreto, sólido, con bases firmes, y bien montado sobre los hombros de un equipo competente.

      Numerosas preguntas asaltan al emprendedor en esta primera etapa. Con el tiempo, ¿será rentable mi negocio? ¿Seré elegido por los clientes? ¿Podré vivir de esto?

      La revelación de nuestras ideas se impone como necesidad ineludible en esta primera etapa. Hay que animarse a contarlas y en el proceso hay que agregarles valor. Un especialista en marketing y negocios podrá llevarnos muy lejos con nuestro sueño. No debemos pensarnos como un negocio, debemos entender que estamos en desarrollo.

      #2 Etapa – Realización

      Sabemos que estamos realizando nuestro sueño, y que estamos creciendo. Nos sentimos plenos y llenos de energía. La incomodidad y el miedo a lo desconocido, son solo síntomas del crecimiento. Seamos sensatos y autocríticos, en todo momento. ¡Adelante!

      Ahora es cuando se producen nuestras primeras contrataciones importantes. Y también es cuando la estructura de la empresa comienza a fortalecerse y a crecer. Las ventas se hacen cada día más significativas, y algunos clientes se hacen habitués. ¡Hasta se dan casos concretos de éxito!

      Aunque todavía nos resulta atractivo considerarnos emprendedores, comenzamos a sentir claramente la sensación de ser “empresarios”. La intención de iniciar la delegación de funciones importantes comienza a tomar cuerpo, aunque es lógico que todo emprendedor, como alma máter de su propio negocio, todavía trate de estar presente en todo, e intente controlarlo todo. Sin dudas, es esta una etapa crucial: trabajamos en el fortalecimiento de los cimientos de la empresa mientras aprendemos lo que significa crecer. Se comienza a formalizar el negocio.

      #3 Etapa – Madurez

      Alcanzamos la madurez. Nuestra empresa ha ganado peso en el mercado, y su foco principal está puesto ahora en obtener mayores ventajas competitivas. Tenemos el camino más seguro para lograrlo: evitar la impostura. No hay nada más característico en una madurez aparente que el vicio del autoengaño.

      Quien se crea una estrella inmune en el firmamento empresarial, se estrellará; puede estar seguro de esto. La madurez real recién se alcanza cuando el empresario toma conciencia de la importancia de aprender a tomar dimensión de la complejidad del negocio y su posible desorden financiero.

      Es primordial:

      • Generar indicadores a partir de los cuales tomar decisiones


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