¿Cuándo perdí las llaves?. Ezequiel Martí

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¿Cuándo perdí las llaves? - Ezequiel Martí


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que es absolutamente imposible sustituir alguna pieza, lo más prudente sería cambiar tu programa interno para mejorar en los apartados en los que necesites un cambio.

      Pero tampoco puedes cambiar tu programa interno de funcionamiento de hoy para mañana. Como hemos comentado, en un ordenador podemos desinstalar el sistema operativo, instalar uno nuevo y podrás trabajar en cosas que quizá con el viejo eran más difíciles de realizar.

      En el caso de las personas, esto es más difícil. Para provocar un cambio en ti y posteriormente en tu organización, debes trabajar con tu historia personal, en lo que crees de las cosas, lo que has aprendido hasta ese momento, las experiencias de tu vida profesional y personal, emociones, hábitos y comportamientos, miedos —entre otros aspectos—, y buscar la mejor manera de canalizar todo esto de un modo que te permita saber cómo cambiar para lograr las mejoras que quieres. Además, debes tener en cuenta que formas parte de una organización, una empresa que también tiene una historia, unos valores determinados, una misión como entidad y una visión de futuro y que, al mismo tiempo, también estás integrado en una sociedad que tiene, asimismo, unos valores determinados.

      Pero esta modificación y cambios no se pueden hacer de cualquier manera. Necesitan su tiempo. Un tiempo en el que primero debes luchar contra ti mismo. Y segundo, aprender lo que a partir de ahora debes o no hacer para que el cambio hacia la nueva manera de ejercer tu liderazgo en la vida personal y profesional sea positivo.

      Pero, como todo en la vida, no es fácil. Cuando empiezas a gestionar este cambio surgen dudas sobre si lo que vas a hacer tendrá el fruto que esperas. Es en este momento cuando empiezan a surgir dudas, miedos internos, preguntas; cuando te cuestionas si realmente vale la pena hacer lo que quieres. Sabes muy bien que lo quieres hacer, que lo necesitas, que es importante para ti, pero te enfrentas a algo desconocido.

      Algo que hasta ahora ni te has planteado. No sabrás qué camino deberás seguir, qué obstáculos te vas a encontrar, si la corriente te será favorable. Si podrás llegar a buen puerto con tu idea de cambio.

      Aquí surge la idea de poner a tu alcance las metodologías que me han funcionado durante mi proceso de cambio. No se trata del mejor método del mundo, pero las ideas que aporto me sirvieron para dar un giro de 180º a mi forma de ser y de ver la vida. Para aprender que los errores que se cometieron en el pasado deben ser utilizados para mejorar el presente y que hay aspectos que es preciso cuidar para que estos cambios a positivo puedan surgir efecto.

      La humildad, la disciplina y el coraje son tres de los puntos que deberás trabajar para que tu cambio sea real y positivo.

      Se trata de aprender la actitud y los comportamientos que te permitirán detectar si navegas a contracorriente y con mala marea para dejar correr el temporal y, después, saber aprovechar el viento a favor y dirigir tu barco, tu vida, hacia tu destino. Mi intención ha sido contribuir desde mis experiencias y vivencias personales a lograr entender mejor cómo funcionan nuestros hábitos y de qué manera pueden afectar a nuestra vida.

      En ocasiones, no somos conscientes de la importancia de nuestras palabras, nuestra manera de ser y de pensar. Todo lo que sucede a nuestro alrededor forma parte de una visión holística que se fundamenta en tres pilares fundamentales de nosotros mismos: la cabeza, el corazón y nuestro centro energético.

      Tal y como explicaba Steve Jobs, ceo de Apple, «Tu tiempo es limitado, así que no lo desperdicies viviendo la vida de alguien más. No te dejes atrapar por el dogma, que está viviendo con el resultado del pensamiento de otras personas. No dejes que el ruido de la opinión de los demás drene tu propia voz interior. Y lo más importante, ten el coraje de seguir tu corazón e intuición. Ellos, de alguna manera, ya saben lo que realmente quieres ser. Todo lo demás es secundario».

      Ahora te toca a ti decidir realmente cómo quieres enfocar tu tiempo y cómo vas a vivir el resto de tus días. Ten en cuenta que pensar, planificar y generar buenos hábitos te servirá para llegar donde tú quieres.

      La historia de nuestro protagonista puede ser la de cualquier empresario, ceo, propietario de empresa o responsable de cualquier departamento que se encuentra de una manera determinada en su empresa. ¿Qué le falta? Descubrirás cómo se puede conseguir, pero sobre todo ten paciencia, coraje, disciplina y humildad. Esta en tus manos.

      Ezequiel Martí

      Coach Ejecutivo MGSCC

      Capítulo 1

      ¿Cuándo perdí las llaves?

      Suena el despertador. Son las seis. Como cada día, me levanto con la sensación de llevar ya horas trabajando, estoy agotado. Aunque duerma bien, no descanso. Tengo la sensación de que las noches se hacen muy cortas y, la verdad, necesito dormir. No… mejor desconectar. Sí, esta es la palabra, desconectar. Supongo.

      Me giro e intento aprovechar esos cinco minutos que necesito para hacerme a la idea de que tengo que levantarme antes de que vuelva a sonar esa horrorosa música de mi despertador. Tengo ganas de darle con un zapato cuando vuelva a sonar para que de una vez por todas se quede en silencio. Pero sé que no puedo quedarme dormido, sería catastrófico.

      Cada mañana es una maratón de ejercicios. Un ir y venir de las habitaciones para despertar a los pequeños. Sacarlos de la cama. ¡Ah!, me olvidaba, levantar a mi mujer, que tiene muy mal despertar y según cómo lo hagas puedes tener un mal comienzo de día. Vaya, un deporte de riesgo. Desayunos, ayudar a vestir a mis hijos y rápidamente salir pitando hacia la escuela y, después, al trabajo nuestro de cada día.

      Gracias al trabajo de mi mujer y al mío nos podemos permitir llevar a los pequeños a una buena escuela. Al fin y al cabo, será una de las mejores cosas que les habremos dado. Soy consciente de que una buena base de formación académica es importante, pero también lo es tener unos buenos hábitos y comportamientos en todo lo que hagas. Eso es lo que dicen los profesores en las reuniones trimestrales y en las tutorías. Si lo dicen ellos, por algo será.

      El lugar donde vivimos no está mal. Es una pequeña casa con jardín y piscina en una urbanización en la montaña, a cinco minutos del centro de la población. Sí que es verdad que necesitamos el coche para cualquier cosa, pero la tranquilidad a veces tiene un precio.

      Mi mujer ejerce de decoradora de interiores junto con otras dos chicas, una arquitecta y la otra diseñadora. Tienen alquilado un despacho en un coworking en una población vecina y no tienen grandes gastos fijos. Al principio, habían alquilado mesas en el coworking, pero desde hace seis meses han cambiado a un despacho cerrado que les da un poco más de privacidad en sus conversaciones y en su trabajo. Su empresa tiene una estructura mínima ya que son ellas tres, más dos personas de soporte a jornada parcial. En su día, decidieron crear una sociedad limitada a partes iguales que les proporciona visibilidad en el mercado como marca comercial y a través de la cual facturan sus trabajos en común. Tienen la gran suerte de que están bien posicionadas en el mercado de las reformas de viviendas rústicas. Trabajo no les falta.

      La parte contable y fiscal la contratan a la gestoría de la población. No necesitan más. Les funciona como lo tienen montado porque cada una de ellas se responsabiliza de una parte de la actividad. Hace años que trabajan de esta manera, les funciona y se ayudan entre las tres. Al principio, les costó organizarse y entender que cada una de ellas tenía un papel diferente en la empresa —ellas lo llaman rol—, y que debían complementarse entre las tres. Me explicaban que era muy importante comprender el rol que cada una de ellas debía tener dentro de su organización y que cuando lo tuviesen claro habrían conseguido una parte importante de su éxito como empresarias.

      Para empezar, primero contrataron un coach ejecutivo que las ayudó a centrarse en su empresa y en cómo debían organizarse al principio. También me comentaron que en mi empresa me haría falta ese tipo de ayuda, pero no entendí qué me querían transmitir, estaba en mis cosas del día a día y lo que me contaban me parecía perder el tiempo.

      —Venga, Juan —Verónica, una de las socias de mi mujer, me comentó que me iría bien—. No te des excusas. Vas a terminar de los nervios con el «pollo» que tienes en la empresa. Debes aprender a delegar. ¿Entiendes lo que te digo?

      —Sí, claro —contesté,


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