Formación en Psicología. César Augusto Sierra Varón

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Formación en Psicología - César Augusto Sierra Varón


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directivos) y devino en situaciones como la declaración de cese de actividades por parte de los estudiantes (Asamblea General de Estudiantes de Psicología, 1975). La respuesta de la institución fue la suspensión de las clases desde agosto de 1975 hasta febrero de 1976, periodo que se dedicó a la reestructuración del programa (Consejo de Dirección de la Universidad de San Buenaventura, 1976).

      La relación del estamento estudiantil con las directivas de la Universidad de Antioquia también vivió momentos álgidos, en particular marcados por decisiones directivas que modificaban el curso de la formación de estudiantes ya matriculados en niveles altos. El Decreto 80 de 1980 reguló la educación superior y consideró fundamental el papel instrumental de la formación profesional y la vinculación del sector educativo con otros sectores de la actividad nacional (Presidencia de la República de Colombia, 1980). Como respuesta al decreto, la Universidad de Antioquia dispuso cambios en el desarrollo del programa profesional en psicología, que inmediatamente produjeron reacciones entre los estudiantes.

      Entre las decisiones institucionales para dar respuesta a las exigencias del Decreto 80, la Universidad de Antioquia dispuso que los estudiantes debían presentar un trabajo de grado para optar al título profesional y realizar prácticas profesionales en los últimos años de formación, en instituciones que iban desde hospitales hasta empresas (Universidad de Antioquia, 1981). Dicha situación generó malestar entre los estudiantes, quienes de manera inmediata presentaron una propuesta alternativa para cumplir los requisitos del decreto manteniendo las características que hacían atractivo el programa para ellos. Según apuntes del archivo personal de Víctor Ortega, para la época estudiante de la Universidad de Antioquia, el estamento estudiantil logró entablar discusiones y foros con los estamentos directivos de la universidad y una implementación de sus propuestas en los nuevos estatutos del programa.

      La ilustración de estos dos retos –uno de carácter nacional y regulatorio, y otro de la experiencia estudiantil– sirve para desmitificar la noción de hegemonía de los programas profesionales en el momento de su aparición. Más que establecerse como las propuestas reconocidas de la formación disciplinaria que respondían al escenario intelectual y social existente, se encontraron con obstáculos internos y externos, frente a los cuales se fueron construyendo unos programas con variaciones y modificaciones sustanciales en sus primeros años.

      Contar con la infraestructura necesaria para el desarrollo de las clases, ofrecer la dotación mínima para los primeros estudiantes, garantizar unas perspectivas generales de la disciplina, vincularse a sectores de la actividad nacional y cumplir los estándares de la educación superior en el país no fueron solo unos indicadores que se buscaron alcanzar, fueron la experiencia real de esfuerzo institucional y de relación entre las personas involucradas, que buscaron el establecimiento de la formación profesional en las universidades y ante la ciudad.

      Los estudiantes que formaron parte de los primeros programas profesionales de psicología en la ciudad de Medellín tuvieron un papel muy activo frente a sus instituciones. Como se ha visto, ellos se implicaron en las decisiones administrativas y directivas que buscaban que sus programas cumplieran con los requisitos para las licencias de funcionamiento y estuvieran a la par de la trayectoria disciplinar en el país. Este rol activo se debió, en parte, al escenario intelectual de la época –en el cual la formación socio humanística era una tendencia en crecimiento– y a una responsabilidad ante adversidades que debían ser resueltas para alcanzar sus títulos como psicólogos profesionales.

      El activismo de los estudiantes universitarios era una realidad mundial; más allá de una visión romántica del estudiantado como transformador de la sociedad, refleja una inconformidad con los establecimientos e instituciones tradicionales. No obstante, la participación de estos estudiantes en los procesos de consolidación de la formación profesional de psicología en la ciudad no estuvo marcada exclusivamente por sus reacciones ante el establecimiento; tuvo muchos matices que, sin lugar a dudas, son parte significativa del periodo de inicio de la formación y se configuraron como retos permanentes en su proceso de estudio.

      Entre las características más destacadas de este grupo de estudiantes pertenecientes a las primeras cohortes de la formación profesional en psicología se encuentra que muchos tenían estudios previos, formales o no, en diversos ámbitos que variaban desde filosofía y teología, pasando por ciencias básicas y educación. Esta característica daba cuenta de unos grupos con bases sólidas para la discusión conceptual y con conocimiento del escenario que acompañaba a las instituciones; incluso algunos de ellos ya tenían experiencias en docencia y en elaboración de currículos.

      Otra particularidad de este periodo que es ejemplificada en las experiencias de los estudiantes es la multiplicidad de voces en la disciplina psicológica y la dificultad para establecer un consenso general sobre la formación profesional. Así como pudo verse con las exigencias del ICFES hacia la Universidad de Antioquia y su trasfondo conceptual sobre la psicología, de la misma manera los estudiantes de cada uno de estos programas representaban tendencias divergentes en la psicología en el ámbito mundial, las cuales acompañaban las discusiones en las aulas y por fuera de estas.

      Si la actitud estudiantil, crítica y exigente, fue un reto para las instituciones universitarias, las temáticas abordadas y las metodologías de enseñanza y evaluación que asumieron los programas profesionales pioneros se convirtieron en los retos permanentes para quienes quisieron llegar a ser los primeros psicólogos titulados en la ciudad. Los relatos de los estudiantes de las primeras cohortes expresan no solo su rol activo ante sus universidades, sino las inquietudes y obstáculos que iban surgiendo a lo largo de estos primeros años.

      Indicar que el mayor reto fue encontrar propuestas formativas con una identidad definida y un campo de actuación reconocido sería una obviedad. Dicha identidad, si es que es alcanzable, tendría que pasar por muchos procesos antes de vislumbrarse, y el campo de actuación reconocido necesitaría del esfuerzo y labor de estos primeros estudiantes para ser una realidad. Quizá la falta de consenso, característica permanente de la disciplina psicológica, fue uno de los mayores retos desde el inicio para los estudiantes, sumado a las permanentes críticas a metodologías docentes y estructura planeada de los currículos.

      Un estudiante de la primera cohorte relata que su ingreso al programa de psicología en la Universidad de San Buenaventura estuvo motivado por sus intereses personales hacia los estudios sociohumanísticos, los cuales había conocido en una experiencia anterior de formación en teología. En la búsqueda de la continuidad de sus estudios en la carrera existente de sociología, es invitado por las directivas de la universidad a inscribirse en la primera cohorte de psicología. Allí encontró diversas voces que definían la disciplina y que injerían en el desarrollo del currículo, lo que dejaba en evidencia la falta de consenso (Arbeláez, comunicación personal, octubre de 2015).

      Relata que su paso por el pregrado estuvo lleno de inquietudes que transitaban desde lo epistemológico hasta lo metodológico. Detalla las inconsistencias en la definición del objeto de la profesión que se encontraba cursando y las permanentes discusiones entre tendencias o corrientes psicológicas diversas, como el conductismo y la disciplina psicoanalítica. Cobra relevancia las dificultades que encontró para replicar el experimento del condicionamiento operante en animales de la caja de Skinner, pues obtener el ratón y construir una caja con electricidad fueron para él “toda una odisea” (Arbeláez, comunicación personal, octubre de 2015).

      Una compañera de curso de este estudiante, quien tenía ya una formación de base en educación, ingresó a la primera cohorte de la Universidad de San Buenaventura motivada por complementar sus estudios con la psicología profesional. Ella indica que sentían una alta improvisación, evidenciada principalmente en las modificaciones abruptas acontecidas durante cada semestre, la escasez de docentes titulados como psicólogos profesionales y la alta demanda de quienes, como ella, desde su posición


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