Formación en Psicología. César Augusto Sierra Varón
Читать онлайн книгу.sociedad con características particulares.
En una visión tradicional de la trayectoria de las disciplinas, el establecimiento de la formación profesional, con el respaldo institucional de universidades reconocidas, podría verse como un ejercicio hegemónico, en el cual el saber y el hacer predominaban ante las contingencias existentes, y demostraban una suficiencia que les garantizaba el reconocimiento en el ámbito intelectual y social. Sin embargo, esta no es una realidad, puesto que la apertura de una formación profesional implica más retos que victorias, pues son muchas las responsabilidades que conlleva.
No era suficiente un interés gubernamental en que las universidades formaran profesionales de cara a las realidades contextuales ni que las condiciones de urbanización creciente pusieran de manifiesto nuevas problemáticas de la vida comunitaria para que la psicología pudiera establecerse como una profesión. Los cuerpos explicativos y las apuestas aplicativas de esta reciente formación profesional tenían la responsabilidad de aprovechar a su favor las condiciones existentes, pero también de articular la profesión con pertinencia y validez en las realidades del contexto.
Como ya se ha mostrado, en el momento en que surge la psicología como una formación profesional en la ciudad de Medellín ya existían profesionales de este ámbito en escenarios laborales, y el entorno universitario estaba permeado por discursos de las ciencias sociales y humanas. Podría decirse que esta naciente formación profesional tenía deudas en el momento de su aparición y que los planes de estudio tendrían muchas exigencias para lograr su reconocimiento.
Cuando la Universidad de San Buenaventura decide iniciar las labores de una carrera profesional en psicología, y tres años más tarde la Universidad de Antioquia busca presentar una alternativa en este mismo ámbito, ambas instituciones encuentran unos retos internos y externos, que les implicaron muchos esfuerzos y que marcaron un camino con más aprendizajes que logros. Las regulaciones nacionales a la apertura y puesta en marcha de los programas profesionales y las exigencias por parte de sus propios estudiantes hacia los currículos y docentes se convirtieron en los puntos más significativos de un esfuerzo que tomó años. Más que un camino hacia el éxito, fue un ir y venir de experiencias contradictorias y satisfactorias.
Estas dos instituciones distan mucho entre ellas, en aspectos como principios rectores, funcionamiento administrativo e incluso intereses institucionales. Una de carácter privado y confesional, y con extensión al ámbito nacional: la Universidad de San Buenaventura; otra con una amplia trayectoria departamental y pública: la Universidad de Antioquia. De igual forma, sus apuestas iniciales sobre psicología profesional encontraban entre sí divergencias, tanto en los sustentos epistemológicos como en los propósitos aplicativos. No obstante, en sus primeros años de formación profesional en psicología ambas se encontraron con retos semejantes, que aunque se manifestaron de manera diferente, ejemplifican la complejidad del camino para la psicología profesional en la ciudad.
Los retos podrían catalogarse principalmente en dos. El primero fue estructurar un plan de estudios que respondiera a las condiciones universitarias del país en materia de regulación estatal y de la disciplina en el ámbito nacional; el segundo fue validarse ante un cuerpo estudiantil con conocimientos en la materia y de diversas condiciones sociales e intelectuales. Tanto en el interior de las dos universidades entre estudiantes, docentes y administrativos, como en la relación con la profesión y las instituciones gubernamentales se vivieron estos retos.
El primero de estos retos y quizá el de mayor implicación para ambas instituciones fue el papel de regulación nacional por medio del Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior (ICFES). Esta entidad, creada en 1968 con el objetivo de regular la educación superior en el país, desempeñó un papel importante en la exigencia, mediante visitas e informes, del cumplimiento de los criterios mínimos para la evaluación y permiso de funcionamiento de ambos programas.
Un aspecto que ilustra esta relación se evidencia en los informes enviados a ambas instituciones luego de visitas dirigidas por psicólogos profesionales y con alto reconocimiento en el país, quienes remarcaban las exigencias nacionales para las dos universidades. Entre los aspectos que formaron parte de estos informes y se convirtieron en verdaderos retos están las asignaturas que debían cursar los estudiantes, las instalaciones e infraestructura, y la disponibilidad de bibliografía.
En un informe entregado por el ICFES a la Universidad de San Buenaventura en 1973 recomienda aspectos tales como la creación de un laboratorio de psicometría y psicología experimental, la dotación de la biblioteca institucional con obras actualizadas de psicología científica y la estructuración de cinco años de carrera en la que los estudiantes reciban una formación en todas las ramas de la psicología y que posibilite el desempeño del profesional en los diferentes campos aplicados.
Una muestra de las implicaciones de estas recomendaciones es el aumento exponencial de los libros sobre psicología científica en la biblioteca de la institución para 1975. Según la Universidad de San Buenaventura, se estima un total de 1.245 libros de psicología, en contraste con 200 libros para el año 1974. Otra muestra es la instalación de un laboratorio de psicología experimental (Consejo de Dirección de la Universidad de San Buenaventura, 1975).
La relación de la Universidad de Antioquia con el ICFES no fue muy diferente de la que mostraba el caso de la Universidad de San Buenaventura. En un informe de 1975 encargado a Rubén Ardila, este recomendaba negar la licencia para iniciación de labores del programa de psicología, aduciendo razones como carencia de personal docente, escasas asignaturas generales de psicología y, sobre todo, falta de claridad en su objetivo de formación, pues se planteaba formar psicólogos psicoanalistas, pero desconocía aspectos fundamentales de la formación en ambas disciplinas.
La recomendación de Ardila llevó a que el 12 de septiembre de 1975 se aplazara la licencia de funcionamiento del programa por falta de claridad, información y explicitud frente al plan del pregrado (ICFES, 1975). El ICFES recibió una respuesta vehemente por parte de los encargados del programa de la Universidad de Antioquia, en la cual atacaban al instituto y sus delegados (Universidad de Antioquia, 1975).
La sola respuesta por parte del establecimiento nacional a las dos universidades precursoras de la formación profesional en psicología de la ciudad refleja la complejidad de este proceso y el reto de implementar la profesión con modificaciones de los planteamientos internos de las instituciones. Las visitas e informes por parte del ICFES llegaban a todos los estamentos universitarios, estudiantes incluidos, quienes debían adecuar y modificar según lo solicitado. Esta situación trajo consigo otro reto: la organización interna entre docentes y estudiantes, a fin de que sus intereses en la psicología se correspondieran con los estándares del ámbito nacional.
Si bien las exigencias por parte del ICFES implicaban esfuerzos institucionales considerables en temas como infraestructura y dotación, los comentarios de esta entidad en torno a las consideraciones de la formación exigían discusiones amplias. Estas discusiones pueden considerarse el reto más significativo del proceso de establecimiento de la formación profesional en la disciplina, pues no solo involucraban a todos los estamentos, sino que ponían de relieve las diversas consideraciones sobre la psicología profesional e ilustraban la situación social e intelectual de la ciudad para la época mediante estudiantes comprometidos y con amplios conocimientos previos en diversas materias.
El intercambio de información entre la Asamblea General de Estudiantes de Psicología de la Universidad de San Buenaventura y el Consejo de Dirección de la universidad entre 1975 y 1976 da cuenta del papel activo de los estudiantes en temas que varían desde críticas hacia las metodologías evaluativas de algunas asignaturas (Estudiantes de Informe Psicológico, 1975), hasta las exigencias de la conformación de comités decisorios, con participación estudiantil, para dar respuesta a las solicitudes del ICFES (Asamblea General