Formación en Psicología. César Augusto Sierra Varón

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Formación en Psicología - César Augusto Sierra Varón


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media alta y alta, como alternativa de formación en la ciudad; y por el otro, una universidad pública, en medio del furor del hipismo de los años sesenta –ya con más de quince años de tradición, pero vigente en la alma mater–. Esta universidad se inspiraba por académicos del talante de Estanislao Zuleta y por el trabajo de los griegos clásicos y los pensadores de la sospecha (Marx, Freud y Nietzsche), los filósofos como Foucault y el psicoanálisis francés con Lacan, y los escritores Octavio Paz, Neruda, Borges y Benedetti.

      Es importante aclarar, como lo dice Ardila (1998), que en esta década de los setenta en Colombia se contaba con los programas de pregrado en psicología que surgieron en los años cuarenta, y hasta los años noventa no se evidencian nuevas propuestas.

      Así, en 1990 el rector general de la UPB, monseñor Darío Múnera, convoca a las psicólogas Blanca Escobar Vélez, María Isabel Herrón, Blanca Ruby Rendón y Marta Gutiérrez, lideradas por el psicólogo y presbítero Ancizar Restrepo y la psicóloga y pedagoga Ofelia Acosta (1999) –formados en la Universidad de San Buenaventura y vinculados con la UPB en diferentes escenarios de desempeño– para pensar la propuesta de psicología UPB (Medellín), la cual nace como extensión de la Facultad de Psicología UPB (Bucaramanga), en la que tuvo bastante participación fundacional Ancizar Restrepo.

      En este sentido, los actores manifiestan que la “idea era crear una facultad con cierto grado de eclecticismo”, para facilitar la formación de psicólogos que ayudaran a “superar” las tensiones formativas de “apuestas dogmáticas” en las que se había ido incurriendo en las facultades de la U. de A. y la USB. La facultad de psicología de UPB (Medellín), siendo una extensión de UPB (Bucaramanga), mantuvo su independencia, puesto que solo fue una estrategia legal para funcionar en Medellín frente a las exigencias ministeriales, lo que facilitó la autonomía en todos los niveles del proceso formativo. Afirma Ofelia Acosta (comunicación personal, marzo de 2011) que la propuesta formativa sí estaba claramente intencionada hacia la psicología cognitiva, aunque no por ello dejaba de lado las otras apuestas formativas. De esta manera, aparece en el contexto antioqueño el tercer programa de psicología en la UPB, con un cuerpo docente de psicólogos egresados de los programas de la USB y la U. de A. La propuesta de psicología de la UPB surge como un “oasis” de formación en medio de las constantes polarizaciones a que dio lugar la USB y la U. de A. durante casi veinticinco años de hegemonía en los procesos de formación de los psicólogos en la ciudad.

      Los programas como este, con nuevas propuestas, comienzan a aparecer en la ciudad. Los psicólogos formados en las dos facultades de tradición se ocupan en otras instituciones de poner en discusión lo que hasta el momento se daba como hecho. Es un momento en las ciencias sociales en el que se está recogiendo lo que fue el siglo XX, con el fin de pensar en la convergencia, el holismo y la complejidad, y situarse en lo que contemporáneamente se puede leer como un periodo de transición, de incertidumbre y de construcciones alternativas (Quintero, 2000). También lo muestran así las palabras de Tamayo (2000):

      […] es prioritario comprender que el presente proyecto no pretende rivalizar con las demás facultades de psicología y decirles: lo que ustedes hacen está mal o están equivocados. No; no se trata de ello, se trata sí, de demostrar que la psicología debe darle la bienvenida a cambios y transformaciones metodológicas que por sí mismas llevan en su contenido procedimientos efectivos para con su función ejercer en el comportamiento humano, importando el espacio y lugar de desempeño. (p. 252)

      Así, en 1995 la Universidad Cooperativa de Colombia (UCC), seccional Medellín, propicia otra modalidad de formación en psicología liderada por el psicólogo Hernando Camargo, exdecano de la USB. La universidad se inspiró en la cultura misional del cooperativismo y ofreció jornadas diurnas de presencialidad, concentrada los días viernes en la noche y sábados todo el día, para luego convertirse en modalidad mixta, una novedad en la ciudad y el departamento de Antioquia, pues la sede de la facultad quedó en el municipio de Envigado (Mazo, comunicación personal, abril de 2011).

      En 1999, una institución católica dedicada al trabajo reeducativo busca asesoría en la Escuela de Quilmes (Argentina), orientada teórica y metodológicamente por el trabajo de Enrique Pichón-Rivière. De esta manera, se perfila una propuesta de formación en psicología social para la ciudad y el país, y aparece la Facultad de Psicología de la Fundación Universitaria Luis Amigó (Funlam). En sus inicios ofreció el título de psicólogo social, diferenciándose de los programas de formación de psicólogos en Medellín (Mazo, comunicación personal, abril de 2011).

      El programa de psicología de la Funlam enraíza su propuesta en la misión de la misma; es decir, diseña una alternativa de trabajo dirigida a la solución de problemas que afectan “la calidad de vida de la niñez, la juventud, la familia y la sociedad”. Esta alternativa formativa se configura como una nueva posibilidad, puesto que dicha psicología debía garantizar un profesional con perfil para la promoción e intervención en contextos de problemáticas psicosociales, no con un perfil clínico hacia la psicoterapia individual, como había sido tradición en la ciudad.

      Para esta tarea, el padre Marino, rector de la Funlam, designó a la educadora Claudia Vélez de la Calle, quien se desempeñaba en ese entonces como decana de la Facultad de Educación, para que coordinara este proyecto. La educadora se contactó con la licenciada Gladys Adamson, directora de la Escuela de Psicología Social del Sur de Quilmes en Buenos Aires, quien fue discípula de Enrique Pichón-Rivière. Desde el año 1998, la institución firmó un contrato de asesoría con la licenciada Adamson para dirigir un equipo interdisciplinario de profesionales de la Facultad de Educación, y de otras unidades académicas de la institución, en la redacción de la primera propuesta curricular. Dicho contrato sigue vigente y ha servido para importantes procesos de capacitación de docentes, realización de seminarios internacionales, pasantías de estudiantes y docentes a instituciones de distintos países del sur del continente, invitaciones a presentar ponencias en eventos internacionales, etc., además del acompañamiento epistemológico del desarrollo de la propuesta curricular. Asimismo, ha inspirado la producción de textos producto de investigación, como Psicología social y psicoanálisis: Pichón con Lacan (2004), de los psicólogos Jaime Carmona y María Paulina Mejía, y el psicólogo y psicoanalista Hernando Alberto Bernal (Bernal, comunicación personal, mayo de 2011).

      El Centro de Estudios para la Salud (CES), en el marco de su Plan de Desarrollo Institucional 2000-2010, contrata tres profesionales de reconocida trayectoria: la psicóloga Marta Gutiérrez, cofundadora del programa en UPB-Medellín; la psicóloga clínica Piedad Liliana López, y el psicoanalista Raúl Salamanca. El objetivo era pensar una facultad de psicología en el marco del contexto misional de la universidad; es decir, una psicología que pensara decididamente la salud y, muy especialmente, la salud mental. No es porque no se hubiese tomado seriamente antes –de hecho, su primera decana, Marta Gutiérrez, tenía formación como especialista en psicología clínica, con énfasis en salud mental–, sino porque su labor diferenciadora y de demarcación disciplinar sería formar psicólogos que aprovecharan el valor agregado de la tradición del CES en medicina y odontología. La facultad abre sus puertas en enero de 2004 y desarrolla rápidamente múltiples propuestas formativas de posgrado, tales como las especializaciones en Salud Mental del Niño y el Adolescente, y Valoración del Daño en la Salud Mental y Rehabilitación Neuropsicológica, así como la maestría en Salud Mental de la Niñez y la Adolescencia.

      Las universidades presentadas anteriormente no son las únicas que han liderado procesos formativos en psicología en la ciudad, pero sí se puede afirmar que son algunas de las más representativas en estos procesos. Sin el ánimo de demeritar sus trabajos formativos, se podría mencionar la Universidad EAFIT, la Fundación Universitaria María Cano, la Universidad Antonio Nariño, el Politécnico de las Américas, La Salle, Remington, el Tecnológico de Antioquia, Uniminuto, entre otras.

      Estas seis propuestas de formación de psicólogos resaltadas en Medellín han establecido hitos de demarcación disciplinar en diferentes escenarios de desempeño de los psicólogos


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