Purgatorio. Divina comedia de Dante Alighieri. Franco Nembrini

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Purgatorio. Divina comedia de Dante Alighieri - Franco Nembrini


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16, 19), y hay que hacer cuentas con ello. Pero aquí prevalece la certeza de que la misericordia de Dios puede sorprendernos siempre. Tanto es así que la Iglesia no afirma de nadie que esté con total seguridad en el infierno. Mientras que sí afirma que algunos fieles —los santos y los beatos—están sin duda en el paraíso. Nunca ha afirmado de nadie, ni siquiera de Judas, que esté en el infierno.9 ¿Quién puede pretender medir realmente la apertura de los «brazos […] largos» de Dios?

      Para concluir, quiero mencionar un episodio que me sucedió leyendo a Dante en una cárcel.

      Un día, mientras salía del aula tras un par de horas de clase, un preso me paró en la puerta y me dijo: «Perdone, profesor, pero no se puede ir sin responder a esta pregunta». Tenía en la mano un texto de la Divina comedia subrayado, remarcado y comentado como nunca un alumno mío lo había tenido. Me leyó los tres versos de los que acabábamos de hablar y me dijo muy serio: «Profesor, usted me tiene que decir si esto vale también para mí. Porque yo he cometido todo tipo de delitos; pero cuando un día, herido gravemente, a punto de morir, tuve la lucidez de confiarle a Dios mi historia, mi vida, toda mi persona, entonces “la bondad infinita” que “tiene brazos tan largos” me abrazó también a mí, me perdonó. Así que estoy aquí en la cárcel como en el purgatorio, ¿no?».

      Y ahí se me abrió todo un mundo. Era una de las primeras veces que leía a Dante en una cárcel y, desde entonces, he vuelto a hacerlo cada vez que he podido porque es una experiencia que ha cambiado completamente la idea que tenía de la justicia y la injusticia, del bien y del mal, del derecho.

      Estaba acostumbrado, como muchos, a dividir el mundo en dos: los buenos por un lado y los malos por el otro. Pero allí descubrí que no es así. Con esto no quiero decir de ninguna manera, como hacen algunos cínicos, que los que están dentro deberían estar fuera y viceversa, o necedades por el estilo. En la medida de lo posible, hay que procurar ser justos. Pero es difícil porque, como escribe Solzhenitsyn, «la línea que separa el bien del mal no pasa entre Estados, ni entre clases, ni entre partidos: pasa a través de todos y cada uno de los corazones humanos. Es una línea que se mueve y que oscila en nosotros con los años. Incluso en un corazón invadido por el mal, ella conserva un pequeño bastión del bien. Incluso en el corazón más bueno existe un inextirpable rincón del mal».10 Y, por fortuna, el último juicio no es de los hombres, sino del Padre Eterno. Porque en una cárcel puedes entender de repente que alguien puede experimentar un dolor tan verdadero por su propio mal, un arrepentimiento tan sincero, un deseo de perdón tan limpio, que es santo. Porque, por lo que sé, santo es quien experimenta un hondo dolor por su propio mal y se deja abrazar por el perdón de Dios. Cuando leo ahora la Divina comedia, no puedo evitar pensar en ese mundo y en la discreción y delicadeza con las que debemos hablar de estos temas, en vez de dividir hipócritamente el mundo entre buenos y malos.

      Añado un último comentario a este canto tan rico. Hemos visto que los excomulgados, antes de arrancar su ascensión por el purgatorio, tienen que esperar durante un período treinta veces superior a los años que han pasado excomulgados en la tierra. Por eso van tan despacio, no tienen ninguna prisa, ¡tienen mucho tiempo por delante! A no ser que ese período «no resulta abreviado por eficaces oraciones» (v. 141), no se acorte gracias a las oraciones de alguien. Y, en síntesis, aquí se refleja la idea de que la santidad de uno salva a los demás, contribuye a la salvación de todos. Es la idea de mérito: también yo puedo esperar ir al paraíso, no por mérito propio, sino por los méritos de Cristo, de la Virgen y los santos, de mi padre y mi madre y de los cristianos que rezan por mí. Esta es la comunión de los santos. Dante volverá sobre este tema, y nosotros con él.

      1 Eugenio Montale (1896-1981), poeta, ensayista y crítico de música italiano, premio Nobel de Literatura en 1975.

      2 E. Montale, «Tal vez una mañana caminando en un aire de vidrio», en Huesos de sepia, Alberto Corazón Editor, Madrid 1975, p. 61.

      3 Zygmunt Bauman (1925-2017), sociólogo, filósofo y ensayista polaco-británico de origen judío, premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2010. Cf. Ídem, Modernidad líquida, Fondo de Cultura Económica, México 2003; Amor líquido, Paidós, Barcelona 2018; Miedo líquido, Paidós, Barcelona 2010.

      4 Emmanuel Mounier (1905-1950), filósofo francés atento sobre todo a la problemática social y política, fundador del personalismo comunitario y de la revista Esprit.

      5 Cf. E. Mounier, Cartas desde el dolor, Encuentro, Madrid 1998, pp. 36-37.

      6 Traducción: la gata que tiene prisa pare gatitos ciegos. Este curioso dicho popular italiano alude a la necesidad de hacer las cosas en el momento adecuado, sin prisa pero sin pausa, igual que un parto; no puedes forzar la situación, el nacimiento se producirá cuando tanto la madre como el niño estén realmente preparados de forma natural.

      7 Cf. O. Milosz, Miguel Mañara, op. cit., p. 46.

      8 Benedicto XVI, Encuentro con el mundo de la cultura, Ratisbona, 12 de septiembre de 2006: «Este intento de crítica de la razón moderna desde su interior, expuesto solo a grandes rasgos, no comporta de manera alguna la opinión de que hay que regresar al período anterior a la Ilustración, rechazando de plano las convicciones de la época moderna. […] La intención no es retroceder o hacer una crítica negativa, sino ampliar nuestro concepto de razón y de su uso. Porque, a la vez que nos alegramos por las nuevas posibilidades abiertas a la humanidad, vemos también los peligros que surgen de estas posibilidades y debemos preguntarnos cómo podemos evitarlos. Solo lo lograremos si la razón y la fe se reencuentran de un modo nuevo, si superamos la limitación que la razón se impone a sí misma de reducirse a lo que se puede verificar con la experimentación, y le volvemos a abrir su horizonte en toda su amplitud».

      9 Cf., por ejemplo, Hans Urs von Balthasar, Sperare per tutti. Con l’aggiunta di «Breve discorso sull’inferno», Jaca Book, Milán 1997.

      10 Alexandr Solzhenitsyn, Archipiélago Gulag II, Tusquets, Barcelona 2019, p. 662.

Avvegna che la subitana fuga dispergesse color per la campagna, rivolti al monte ove ragion ne fruga,i’ mi ristrinsi a la fida compagna: e come sare’ io sanza lui corso? chi m’avria tratto su per la montagna?Tan pronto como la repentina fuga dispersó a las almas por la campiña hacia el monte donde la justicia se cumple, yo me arrimé a mi fiel compañero. ¿Cómo habría seguido adelante sin él? ¿Quién me hubiera llevado por la montaña?
El mi parea da sé stesso rimorso: o dignitosa coscïenza e netta, come t’è picciol fallo amaro morso!Me pareció que él estaba descontento de sí mismo. ¡Oh conciencia recta y limpia! ¡Cómo la más pequeña falta te produce amargo remordimiento!
Quando li piedi suoi lasciar la fretta, che l’onestade ad ogn’ atto dismaga, la mente mia, che prima era ristretta,lo ’ntento rallargò, sì come vaga, e diedi ’l viso mio incontr’ al poggio che ’nverso ’l ciel più alto si dislaga.Cuando sus pies dejaron de caminar con aquella prisa que le quita dignidad a todas las acciones, mi pensamiento, antes ocupado por aquella idea, desplegó de nuevo su atención, ansioso de novedades, y volví los ojos a mirar al monte más alto que se levanta al cielo sobre el mar.
Lo sol, che dietro fiammeggiava roggio, rotto m’era dinanzi a la figura, ch’avëa in me de’ suoi raggi l’appoggio.El rojo sol, que a mis espaldas llameaba, era interceptado por mi persona y encontraba en mí un obstáculo para sus rayos.
Io mi volsi dallato con paura d’essere abbandonato, quand’ io vidi solo dinanzi a me la terra oscura;e ’l mio conforto: «Perché pur diffidi?», a dir mi cominciò tutto rivolto; «non credi tu me teco e ch’io ti guidi?Me volví a un lado con temor de haber sido abandonado, cuando vi que solo delante de mí se oscurecía la tierra.1 Y mi protector: «¿Por qué desconfías aún? —empezó a decirme vuelto hacia mí—. ¿No crees que estoy contigo y te guío?
Vespero è già colà dov’ è sepolto lo corpo dentro al quale io facea ombra; Napoli l’ha, e da Brandizio è tolto.Atardece ya donde está sepultado el cuerpo dentro del cual yo proyectaba sombra.2 Nápoles lo tiene y a Brindis se
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