Vientos de libertad. Alejandro Basañez
Читать онлайн книгу.labrada en su totalidad, asemejando a una enorme moneda de piedra de tamaño colosal.
—Señor León... esto usted lo puede explicar mejor que yo. Por favor hágalo.
Antonio de León y Gama se paró junto al virrey y comenzó su explicación sobre el enorme monolito azteca:
—La roca fue hallada por José Damián Ortiz de Castro, maestro mayor de las obras urbanas ejecutadas por el virrey, quien informó de este hallazgo el 17 de diciembre pasado. El monolito fue hallado a medio metro del suelo y a 60 metros al poniente de la segunda puerta del palacio virreinal. Lo extrajimos del agua y lodo con un aparejo de doble polea tirado por varios animales. Por mis estudios arqueológicos y de culturas prehispánicas me he tomado el atrevimiento en bautizarlo como el Calendario Azteca. Estoy seguro que esto es un calendario y que los aztecas lo consultaban a diario al estar exhibido cerca del templo mayor.
—Para mí no es más que el producto de una cultura pagana y debería ser regresado al lodo de donde se extrajo —comentó el arzobispo, despreciando todo lo que fuera de origen prehispánico.
—Precisamente eso es lo que hizo uno de sus antecesores hace dos siglos, Su Ilustrísima. El monolito fue encontrado a flor de tierra en una acequia y el segundo arzobispo de México, don Alonso de Montufar, ordenó que ese sepultara de nuevo por ser de origen diabólico y pagano.
—¡Sugiero que se haga lo mismo! ¿Para qué diablos queremos esa roca con grabados ininteligibles?
La mirada del arzobispo era de enojo. Sus fosas nasales se dilataban para jalar más aire y poder hacer frente al coraje que lo abrumaba.
—¡Esta vez no será así, don Alonso! —intervino el virrey, anteponiendo un don, y no mencionando ningún grado eclesiástico para restarle poder al arzobispo. El carácter del virrey quedaba demostrado de nuevo—. Se colocará como exhibición permanente a un costado de la torre poniente de la catedral. Todos los habitantes de esta metrópoli conocerán la grandeza de la cultura azteca y del nuevo entendimiento que sobre esto tiene el virreinato. Este es un descubrimiento magno y será compartido con todos.(10)
(1) La planta de la primitiva construcción era tan grandiosa, que ocasionó celos (sic) al Cura de Guanaxuato D. Manuel Fernández: reclamó éste porque se levantaba una basílica cuando la licencia se había otorgado a una capilla: se le dio a esta especie toda la importancia que se concedía entonces a las de su clase, y después de reñidos debates, se transó el negocio, conviniendo en que la obra no siguiera adelante: se concluyó por lo mismo donde iba y por tal motivo la iglesia quedó con un cuerpo de menos. El canónigo José Guadalupe Romero en su inspección al Obispado de Michoacán.
(2) Tuvieron siete hijos: José María (1763-1811); María Josefa (1765-1834); Domingo José (1766-1809); Joaquín, 1768 (murió a los pocos días de nacer); Ignacio, nacido el 21 de enero de 1769; Manuela (1770-?), y finalmente, Mariana (1772-1830).
(3) Era dueño de una tienda de comercio en San Miguel; una casa particular de dos plantas, construida, a juzgar por las características barrocas, a mediados del siglo XVIII, y de la hacienda San José de la Tresquila y de su anexo, Manantiales.
(4) Se descubriría 216 años después, el 22 de octubre del 2007, al realizar reparaciones a los campanarios.
(5) De procedencias distintas, entre ellas, las ciudades de Guadalajara, Guanajuato, Zacatecas, Villahermosa, Campeche, Orizaba y Oaxaca, entre otras, lo que demuestra la relevancia de carácter nacional que tuvo la construcción de la Catedral Metropolitana.
(6) Ésta representa al Cordero de Dios acostado sobre el libro cerrado con siete sellos, nimbado con la cruz, y ostentando la bandera de la Resurrección. Son hechos con la cera sobrante del Cirio pascual del año anterior, bendecidos y ungidos con el santo Crisma por el Papa. Su tamaño oscila entre 3 y 23 centímetros, y asimismo el tamaño de la imagen.
(7) Virrey de la Nueva España desde el 8 de mayo de 1787 hasta el 16 de agosto de 1787. Arzobispo de México de 1771 a 1800, año de su muerte. En 1792 el Rey, Carlos IV lo condecoró con él la gran cruz de la Orden de Carlos III. Hasta su muerte en 1800, siguió recibiendo el tratamiento y honores de virrey de Nueva España.
(8) Juan Vicente de Güemes Pacheco de Padilla y Horcasitas (La Habana, 1738 - Madrid, 1799), II conde de Revillagigedo, fue el 52o virrey y presidente de la Junta Superior de Real Hacienda de Nueva España del 16 de octubre de 1789 al 11 de julio de 1794.
(9) Después del notable gobierno del Conde de Revillagigedo, la capital de la Nueva España fue llamada la Ciudad de los Palacios. El ejemplo de la transformación positiva de la Ciudad de México se extendió a otras ciudades del virreinato como Veracruz, Toluca, Guadalajara, San Blas y Querétaro.
(10) El calendario azteca fue colocado a un costado de la torre poniente de la catedral Metropolitana el 2 de julio de 1791. Ahí fue admirado por todo los mexicanos que visitaban el zócalo, entre algunos, Alexander von Humboldt, quien realizó diversos estudios sobre su iconografía. Durante la invasión estadounidense en México en 1847, los soldados del ejército norteamericano que ocuparon la plaza, usaron la Piedra del Sol para tiro al blanco. En 1887, después de 96 años en exhibición en la catedral, fue trasladada a la Galería de Monolitos del Museo Arqueológico de la calle Moneda. Por documentos de la época se sabe de la animadversión popular que causó el injusto encierro del monolito de la ciudad. En 1964 fue trasladado al Museo Nacional de Antropología e Historia, donde preside la Sala Mexica de dicho museo y está inscrita en diversas monedas mexicanas.
3 · Cuando se mata a los reyes
Si a Luis XVI se le consideraba inocente, entonces nosotros solo éramos unos rebeldes. Si era culpable, el peso de la justicia debía caer sobre él.
El diputado jacobino Jean-Bon Saint-André
A los dos años de haber sido nombrado rector, catedrático de Teología y tesorero del Colegio de San Nicolás, don Miguel Hidalgo y Costilla es nombrado por el obispo de Michoacán cura interino de Colima, donde deberá tomar posesión en marzo de 1792. La razón de su disfrazado despido obedece a los constantes escándalos en los que se había visto inmiscuido: amoríos prohibidos, desvío de fondos, sus polémicas disertaciones con sus alumnos sobre política y religión; más su marcado aburrimiento al vivir enclaustrado entre cuatro paredes, sin haber todavía ejercido como cura con una capilla propia. Todo esto, más un doble de ingresos, lo obligan a aceptar la vicaría de Colima, donde ganará más dinero y tendrá manga ancha para seguir con su polémico modo de vida, lejos de los inquisidores ojos de los eclesiásticos de Valladolid.
—¿Por qué no puedo ir con usted a Colima, padre? —preguntó Manuela, recostada completamente desnuda a un lado de Hidalgo, después de haber tenido un intenso encuentro sexual donde ambos había quedado empapados en sudor. Su frente se encontraba aún perlada en sudor, al igual que la del fogoso cura.
—Tu vida está hecha aquí, Manolita. Tenemos tres hijos a los que debes atender. No te faltará nada. Te enviaré dinero sin falta.
Hidalgo dio una profunda fumada a su cigarro. Soltó el humo con caprichosas figuras que revoloteaban sobre sus cabezas, luego lo pasó a su joven amante, quien también gustaba del tabaco.
—Pero yo lo necesito a mi lado, padre —insistió Manuela, jugueteando con los vellos del ancho tórax del cura, a la vez que sobaba con sus pies descalzos las velludas piernas del cura prohibido.
—Lo sé, Manolita. Entiende que Colima es una ciudad muy pequeña. Lo primero que notaría la gente calumniadora es que el nuevo cura de Valladolid, llegó con su familia, y eso me afectaría notablemente. De por sí, ya voy para allá con un costal de calumnias a cuestas. Todo Valladolid chismea con lo nuestro. Llegar contigo allá sería como dar fe ante una notaría pública de que soy un cura sinvergüenza.
—Y lo es padre, por eso lo amo.
—Yo también te amo, Manolita.