#Manifestante. Álvaro Acevedo
Читать онлайн книгу.hombre con sus aparatos digitales vive ya hoy en la “vida sin cosas” de mañana. Es característica de esta nueva vida la atrofia de las manos. Los aparatos digitales hacen que las manos se atrofien. Pero ellos traen también la liberación del peso de la materia. El hombre del futuro ya no necesitará manos. No tendrá que tratar y elaborar porque ya no tendrá que habérselas con cosas materiales, sino solo con informaciones ajenas a la condición de cosas. En el lugar de las manos se introducen los dedos. El nuevo hombre teclea en lugar de actuar. Él solamente querrá jugar y disfrutar. Lo que caracterizará su vida será la musa y no el trabajo. El hombre del futuro no cósico no será un trabajador, un homo faber, sino que será el jugador, el homo ludens42.
Más que una descripción de cómo la cultura de los medios modifica a los seres humanos, el trabajo de Flusser representa toda una radiografía de la generación milénica y sus formas de operar frente a la virtualidad. Al ser humano de Flusser no le interesa actuar, solo quiere jugar y cuando debe hacerlo confunde actuar con teclear. La protesta del siglo XXI tiene doble faceta, por un lado, está la clásica protesta que se toma las calles y muestra la inconformidad con arengas, pancartas y, en algunos casos, enfrentamientos con la fuerza pública. Pero también ejerce presión por medio de iniciativas virtuales como los ataques cibernéticos a páginas gubernamentales ocasionados en la última década y extendidos por todo el mundo. En Colombia estos ataques son visibilizados a partir del año 2011. Actualmente los embates contra el oficialismo no se dan en su mayoría contra instalaciones físicas sino contra portales gubernamentales. Durante el año 2011 es muy común encontrar despliegues en los medios de información en los que se muestra de manera alarmante los ataques a portales institucionales y gubernamentales del Estado colombiano como el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), el Ministerio del Interior o la cuenta en Twitter del presidente Juan Manuel Santos Calderón. Grupos como Anonymous43 con ataques de denegación de servicios (DDoS) saturan los servidores44 y es así como ponen en jaque las instituciones del Estado.
Si el año 2011 se configura como un nodo de protestas y movilizaciones es conveniente preguntarse: ¿de dónde sale tanto malestar? Nuevamente, el filósofo Han reflexiona al respecto en Psicopolítica. El problema radica en la ilusión de libertad en contradicción con ideas que comercializan la ilusión en los sujetos de creerse libres para replantearse y reinventarse permanentemente. Esta libertad da lugar a coacciones45 en una sociedad que flexibiliza los deberes y no considera límites, paradójicamente termina aprisionando al sujeto en una jaula de libertad.
Este hiperbolismo de la libertad convierte a los sujetos neoliberales en empresarios del sí mismo, con una obligación continua a triunfar o por lo menos a sobresalir. Tal imposición lleva a que los individuos sean incapaces de relacionarse con otros individuos empresarios del sí mismo. El aislamiento al que se está sometido por la necesidad de autosuperarse y superar a los demás conduce a una ausencia de amistad o relación alguna. Un contrasentido porque ser libre significa estar con amigos46. En otras palabras, la libertad es una cuestión plenamente relacional. No obstante, la obligación de triunfar y consumir explota incluso el concepto de libertad y a todas aquellas prácticas libres como las emociones, el juego y la comunicación.
Esta conceptualización de libertad no es novedosa. De hecho, Karl Marx afirma que “solamente dentro de la comunidad con otros, todo individuo tiene los medios necesarios para desarrollar sus dotes en todos los sentidos; solamente dentro de la comunidad es posible, por tanto, la libertad personal”47. Ser libre es un desarrollo mutuo y esta reciprocidad solo es posible con el desarrollo de interacción política, económica y social.
El afán desaforado de éxitos y consumo auspiciado por la lógica neoliberal hace creer que cualquier forma de fracaso, tómese como ejemplo, la pobreza, el analfabetismo o la inseguridad, es culpa del mismo sujeto. Así mismo, la autoexplotación que esto trae afecta a todas las clases sociales en una sociedad supuestamente sin clases:
Quien fracasa en la sociedad neoliberal del rendimiento se hace a sí mismo responsable y se avergüenza, en lugar de poner en duda a la sociedad o al sistema. En esto consiste la especial inteligencia del régimen neoliberal. No deja que surja resistencia alguna contra el sistema. En el régimen de la explotación ajena, por el contrario, es posible que los explotados se solidaricen y juntos se alcen contra el explotador. Precisamente en esta lógica se basa la idea de Marx de la “dictadura del proletariado”. Sin embargo, esta lógica presupone relaciones de dominación represivas. En el régimen neoliberal de la autoexplotación uno dirige la agresión hacia sí mismo. Esta autoagresividad no convierte al explotado en revolucionario, sino en depresivo48.
Esto hace logísticamente imposible cualquier revolución social; no hay ningún “nosotros” político, por esta razón, no hay capacidad real para una acción común. Para el sistema neoliberal, los actores sociales son enfermos que deben sus fracasos o problemas a coyunturas personales.
Ahora bien, si existe todo un proceso de aislamiento y pérdida gradual de la libertad relacional de los actores posibles: ¿cómo se pueden explicar las movilizaciones del año 2011 en torno a un objetivo? Una de las razones posibles para explicarlas es el surgimiento de una idea lo suficientemente fuerte e innovadora para unir las personas y reavivar la esperanza de un futuro en común, y esta idea que se desarrolla y va de la mano con los neomovimientos sociales es el procomún.
§ El procomún
El concepto de lo común tiene su origen en las luchas sociales y culturales contra el orden capitalista. Christian Laval y Pierre Dardot analizan en Común, las manifestaciones sociales del siglo XXI con una variable transversal y alternativa al neoliberalismo, la lógica del procomún busca oponerse a la extensión de la propiedad privada en todas las esferas de la sociedad, de la cultura y de la vida49. El término común designa la emergencia de una forma nueva de oponerse al capitalismo, incluso de pensar su superación. Se trata también de dar la espalda al comunismo estatal. El Estado propietario de todos los medios de producción aniquila metódicamente el socialismo. Se trata, pues, para aquellos a quienes no satisface la libertad neoliberal, de abrir otro camino50.
El concepto se remonta al uso del término commons51, por parte de los movimientos altermundistas y ecologistas de la década de 1990, pero tiene un principal desarrollo en coyunturas latinoamericanas como las luchas por el agua en Cochabamba (Bolivia) y las campañas de organizaciones no gubernamentales para blindar el conocimiento como un bien del procomún.
La lucha por el procomún ha salido de la clandestinidad y su discurso antineoliberal retumba en las organizaciones transnacionales, como en el año 2009 en el Foro Social Mundial de Belem, en Brasil, cuando se conoce el Manifiesto por la recuperación de los bienes comunes:
La privatización y la mercantilización de los elementos vitales para la humanidad y para el planeta son más fuertes que nunca. Tras la explotación de los recursos naturales y del trabajo humano, este proceso se acelera y se extiende a los conocimientos, la cultura, la salud, la educación, las comunicaciones y el patrimonio genético. El bienestar de todos y el bienestar de la Tierra se sacrifican en aras del provecho financiero a corto plazo de algunos. Las consecuencias de este proceso son nefastas. Son visibles y conocidas por todos: […] empobrecimiento de la diversidad cultural, reducción del acceso al conocimiento y la educación mediante el establecimiento del sistema de propiedad intelectual sobre los conocimientos, impacto nefasto de la cultura consumista52.
Muy similar a las declaraciones del año 2009, son las realizadas por François Houtard durante el Foro Mundial de las Alternativas, evento al margen de Río+20. En este acercamiento, los bienes comunes no necesitan ser identificados uno por uno, sino que son reagrupados en una metacategoría como Bien Común; esta fórmula inspira los movimientos indianistas latinoamericanos y es una convergencia entre los movimientos sociales y políticos.
Las consideraciones teóricas y fenomenológicas previas sirven para encontrar nexos en los relatos utilizados durante las movilizaciones del año 2011. La necesidad de explicar una historia del tiempo presente, ampliamente cargada de neomovimientos sociales en países como Bolivia, Colombia, Chile o incluso del norte de África, sacude las entrañas del neoliberalismo, mientras nuevos actores sociales que son presionados por normas impuestas