#Manifestante. Álvaro Acevedo
Читать онлайн книгу.individuo sin que pierdan sus características y pueden orientarse hacia el exterior más que al interior del grupo donde se necesita una acción colectiva reactiva; 3) están los que implican la presencia de un conflicto, lo cual involucra la oposición entre dos (o más) actores que compiten por los mismos recursos.
La movilización estudiantil del año 2011 en Colombia recoge características de la acción colectiva por agregación. La urgencia de movilizarse ante el temor de una reforma a la educación superior agrega individuos tanto de organizaciones estudiantiles como de personas que nunca han hecho parte de una movilización. Son estudiantes que no necesitan ser descritos como una masa; de hecho, algunos buscan desde acciones anónimas ganar protagonismo y no pretenden crear un movimiento fuerte y consolidado entre ellos, más bien, desean mostrar al exterior una unidad compuesta de perspectivas en torno a un fin: salvar la educación superior. Solo es hasta la segunda mitad del año 2011 que se crea la Mane y la movilización de los estudiantes adquiere la perspectiva de un fenómeno colectivo que intenta ser solidario.
En esta perspectiva teórica cabe entonces plantear estos interrogantes a propósito de la acción colectiva de la Mane: ¿cómo construyen los actores su acción de tal modo que se pueda observar un comportamiento aparentemente unificado?, ¿qué facilita o impide la integración de diferentes orientaciones?, ¿cómo ocurre el involucramiento o deserción de los individuos, si tiene en cuenta la pluralidad de significados de la movilización?28.
Para Melucci, el término “movimiento social” cae en una vulgarización mediática al ser usado indiscriminadamente frente a cualquier acción colectiva. En consecuencia, el autor propone unas pautas para delimitar lo que es un movimiento social:
La definición analítica de movimiento social que propongo abarca tres dimensiones. Ante todo, la acción colectiva debe contener solidaridad, es decir, la capacidad de los actores de reconocerse y de ser reconocidos como parte de una unidad social. La segunda característica es la presencia del conflicto, es decir, una situación en la cual dos adversarios se encuentran en oposición sobre un objeto común, en un campo disputado por ambos. El conflicto, de hecho, presupone adversarios que luchan por algo que reconocen está de por medio entre ellos, y por lo que se hacen precisamente adversarios. La tercera dimensión es la ruptura de los límites de compatibilidad. Significa la acción que sobrepasa el rango de variación que un sistema puede tolerar, sin cambiar su estructura. Los sistemas de relaciones sociales pueden ser muchos y variados, pero lo importante aquí es la existencia de un comportamiento que rompe las fronteras de la compatibilidad, por lo tanto, forzando al sistema a ir más allá del rango de variaciones que su estructura puede tolerar29.
La movilización estudiantil del año 2011 en Colombia solo es un movimiento social cuando aparece la figura de la Mane. Sin embargo, la principal duda para considerar esta acción colectiva como un movimiento es si contiene el principio de solidaridad al que se refiere Melucci. Si bien los estudiantes son reconocidos como una unidad, no es por la movilización en sí misma en el año 2011 sino por el acumulado histórico de las protestas desde la segunda mitad del siglo XX, particularmente aquellas de los años sesenta y setenta30. Esta unidad como target poblacional, es notablemente distinta a la del estudiantado del siglo XXI. Por esto, para el caso de la Mane, es conveniente acudir con cautela al principio de solidaridad. Las otras dos características de esta movilización estudiantil del año 2011 cumplen con lo planteado por Melucci: existe un conflicto por un interés en común que es la educación; este interés enfrenta tanto a la bancada del gobierno –con sus ministerios y medios de comunicación aliados– como al sector del estudiantado conformado por profesores, rectores y otros sectores asociados a la coyuntura. Así mismo, aparece la ruptura de los límites de compatibilidad de las acciones colectivas como un fenómeno que rompe con la monotonía de la cotidianidad hasta ejercer una presión mediática que lleva al gobierno a reversar decisiones sobre la marcha.
Si bien Melucci delimita la definición de movimiento social, el acontecer de los movimientos sociales representa todo un universo de posibilidades, de manera que para el caso de la Mane sea necesario acudir a un filtro cronológico. En razón de esto es necesario tomar como referente la noción de neomovimientos sociales, los cuales aparecen en la década de 1980 en países de Europa y posteriormente se expanden a Latinoamérica con ejemplos muy cercanos como la movilización estudiantil universitaria que encabeza la denominada Séptima Papeleta en Colombia. Estas nuevas formas de movilización omiten el relato antisistémico y la noción de revolución para realinearse con las fuerzas de lo político del Estado.
La Séptima Papeleta es un movimiento estudiantil que logra ejercer toda una presión mediática y social en las elecciones del 11 de marzo de 1990. Esta movilización propone incluir una iniciativa en la que se solicita una reforma constitucional en Colombia. Si bien la papeleta no es contada por la Registraduría Nacional, representa un precedente para que sea reconocida la voluntad popular de un cambio en la Constitución a partir de una Asamblea Constituyente. Entre las acciones colectivas y protestas que promueven los estudiantes, es muy significativa la conocida Marcha del Silencio que propone emular la realizada en Bogotá por Jorge Eliécer Gaitán el 7 de febrero de 1948 que denunciaría la creciente violencia política en el país.
La Marcha del Silencio de los estudiantes se realiza el 25 de agosto de 1989. Unos veinticinco mil estudiantes se vuelcan sobre las calles de Bogotá para protestar contra la creciente violencia política en el país. El eje central de la misma es un pacto cívico que rechaza de manera tajante las acciones de narcotraficantes y grupos guerrilleros, los cuales siembran terror en calles y campos de Colombia con aparatos explosivos. El movimiento estudiantil de la Séptima Papeleta es el primero en reconocer como vitales a los medios de comunicación en el desarrollo de lo político en Colombia. Además de unir a las universidades tanto públicas como privadas en torno a un objetivo común, esta movilización marca un hito en el país porque está respaldada por un márquetin nunca antes visto en el país. Más que un movimiento social con intereses políticos, los estudiantes recalcan la importancia de un pacto ciudadano lleno de esperanza con el eslogan “todavía podemos salvar a Colombia”. Este referente del procomún es reavivado, dos décadas después, por la movilización de los estudiantes en contra de la reforma a la Ley 30 de Educación Superior en Colombia31.
Esta nueva forma de organización consiste en un pasaje a lo político que no implica instituciones de representación y no acepta funciones delegadas. Pero con esto no se niega a lo político, como en los años sesenta y setenta en los que sectores estudiantiles consideran la lucha revolucionaria como única alternativa para alcanzar una sociedad más justa e igualitaria. En la Séptima Papeleta, en cambio, durante la movilización se reclama una reapropiación para la comunidad. Un proceso, a su vez, que no es solo organizativo sino también pragmático32.
Se habla en términos de lo político para el movimiento de la Séptima Papeleta en el año de 1990, porque este tipo de neomovimientos sociales reconocen en el diálogo una alternativa fundamental para ganar credibilidad y aceptación; rechazan tajantemente las alianzas y estrategias políticas tradicionales que dictaminan el curso clientelista de la política colombiana. La movilización de los estudiantes en el año 2011 reconoce la legitimidad del Estado en el marco de la necesidad de una reforma a la educación superior y rechaza las alianzas políticas tradicionales que no dan las garantías en el Congreso de la República para un debate en el que ganen las ideas; maquinarias políticas como la coalición presidencial y otras alianzas hacen que cualquier reforma o intencionalidad de reforma educativa sea aprobada antes de ser discutida. Por otra parte, los estudiantes no tienen un capital económico que represente un contrapeso al que tiene el Estado, solo son partícipes en la medida que la decisión no sea tomada en el juego político de las alianzas políticas tradicionales cuando se trata de votar un proyecto de ley.
Otra de las particularidades de los neomovimientos sociales es la innovación en los signos y relatos y en las formas de protestar y resistirse. En este caso, la fluida relación y unidad de criterio y acción entre problemas globales –como el extractivismo, el deterioro del medio ambiente o la creciente desigualdad económica en el mundo– y luchas locales expresan la necesidad de cambio para la supervivencia del sistema:
[…] Se trata de una actividad en la que los sujetos