Catálogo Arquitectura Movimiento Moderno Perú. Alejandra Acevedo
Читать онлайн книгу.entonces intentaban ser un grupo de agrupamientos: volúmenes sobre pilotes, bloques alargados, con un poco más de altura. Hay que ser justos: unos y otros han soportado bastante bien el paso del tiempo. En ambos, arquitectónicamente hablando, el balance es positivo.
La Corporación Nacional de la Vivienda se transforma en Junta Nacional de la Vivienda desde 1963. La figura de Fernando Belaunde, convertido en presidente del Perú, sigue presente en el tema, alentando planes de vivienda en sus dos gobiernos. Además se da la convocatoria de PREVI, un concurso internacional importante, de carácter experimental, con innovaciones técnicas y tipológicas.
En la década de 1960 se hicieron realidad varios conjuntos de vivienda y las llamadas residenciales. En estas aparecieron edificios de altura considerable, lo que era una novedad en las construcciones habitacionales del Estado.
Es cierto que todas estas propuestas de vivienda colectiva estatal no resolvieron el enorme déficit habitacional en la ciudad y que estuvieron destinadas, casi todas, a la clase media limeña. Pero también es cierto que, luego de varias décadas, uno siente que el balance en términos de espacio urbano es más que positivo. Es lo que se percibe al visitar la UV3, las unidades de Matute y Mirones, los agrupamientos Angamos y Risso, las residenciales de San Felipe y Santa Cruz o el conjunto Palomino.
Todos estos lugares siguen albergando usuarios, con las diversas mudanzas que se han dado en el tiempo y el respectivo cambio generacional en los habitantes de estos conjuntos. En todos se notan transformaciones; por supuesto, en unos más que en otros. Pero eso es normal, tiene que ver con las necesidades de los usuarios a lo largo del tiempo.
Cuando se construyeron, los conjuntos formaban parte de la ciudad, en sus flujos y en su circulación. Es un tema reciente el que muchos hayan querido poner rejas en sus puertas, alrededor de sus edificios y en las zonas de estacionamiento. Así también, con el deseo de protegerse y de distanciarse, los espacios públicos se han privatizado. Los pasajes, en algunos casos invadidos, se sienten estrechos y muchos ambientes al interior de los departamentos también han variado en el tiempo. Son cambios normales e inevitables cuando se trata de viviendas. Sin embargo, aun así, las estructuras sobreviven a las numerosas transformaciones.
Algunas reflexiones sobre el pasado y el presente
1.
Los conjuntos habitacionales con equipamiento se vuelven, en el proyecto moderno, pedazos de ciudad. La vivienda multifamiliar del Movimiento Moderno no es exactamente un ejemplo de adaptación a la trama urbana, no se somete a ella. Algunos son bloques, otras son torres. Vemos fachadas largas, algunas densas y ricas, que irrumpen en el contexto, con el deseo de mejorar la calidad de vida en comunidad.
El lenguaje moderno de estos conjuntos hace uso de rampas y corredores, escaleras aisladas, estructuras que vuelan. Se busca pureza y verdad en el diseño. Es el espacio abstracto, distinto al de la naturaleza.
Así mismo, se intenta en la repetición cierta variedad. Muchos buscan el espacio fluido y la luz natural, algunos el color, jugando con la composición de llenos y vacíos.
2.
Un aspecto decisivo es la manera como un multifamiliar puede absorber las transformaciones de los usuarios en el tiempo y que esas necesidades puedan satisfacerse dentro de un esquema dado. Para eso sirven los diseños en que se dejan partes vacías que luego se ocupan, pero dentro de una trama estructural, lo que termina generando variedad dentro de la unidad.
Es lo que ocurre en Matute, en Mirones y en varios edificios de la Residencial San Felipe. Los volúmenes tienen la virtud de absorber las modificaciones de los usuarios. No sé si en todos los casos fue pensado, pero eso les ha dado la posibilidad de resistir mejor el paso del tiempo. Con estas transformaciones, los vacíos demuestran que eran, en realidad, espacios en compás de espera.
Esa es, me parece, una opción válida cuando se habla de vivienda económica, casas con la virtud de crecer, como las del concurso PREVI, que sí contemplaba dicha posibilidad. PREVI nació con esa premisa, en la que el tiempo y los usuarios harían lo suyo.
Cuando de viviendas se trata, lo sensato no es hablar de metros cuadrados, sino de metros cúbicos, no de áreas sino de un volumen de aire con posibilidades de intervención. Lo dijo el mismo Le Corbusier luego de ver las transformaciones de sus casas en serie construidas en Pessac, al sur de Francia, durante la década de 1920: es la vida la que tiene razón.
3.
La vivienda social o económica tiene distintas maneras de hacerse: lo construido por el Estado, lo construido por la inversión privada y lo construido por los propios pobladores. Además pueden haber experiencias concertadas, de diversos tipos.
En los sucesivos gobiernos del presente siglo, el Estado peruano no ha construido grandes conjuntos habitacionales. Ahora se otorgan préstamos y se promueve la inversión particular: el Estado como intermediario para que las familias accedan a viviendas económicas, que construye y vende el sector privado.
La intención puede ser buena. Es la oportunidad de densificar esta ciudad tan baja y extendida, y de llenar vacíos. La propaganda oficial habla de miles de viviendas nuevas desde que empezó el programa, hace ya más de una década (Programas del Fondo Mivivienda). Las cifras son ciertas, pero dejan un sabor ambiguo: algunos proyectos resultan desmesurados. En ellos, las áreas de los ambientes se reducen, los departamentos se multiplican, baja la calidad de la construcción, resulta arquitectura banal. Y todo en la vida debería tener límites.
Esos problemas ocurrieron ya cuando el capital privado, movido por la especulación, construyó densos edificios en el barrio de El Porvenir, La Victoria, durante la década de 1940, departamentos mal iluminados y mal ventilados, que rápidamente se deterioraron. Esos bloques luego tuvieron que ser renovados, para hacerlos mínimamente habitables.
La especulación no es buena consejera, no se hicieron bien las cosas entonces, me pregunto si se harán bien ahora. Ojalá no estemos construyendo para tener que demoler y renovar en pocos años.
4.
Los conjuntos habitacionales construidos por el Estado más de medio siglo atrás, en contraste con lo actual, muestran nobleza y desprendimiento. Frente a lo que se hace hoy, es evidente que lo que se hizo en décadas pasadas es mejor. Mayor generosidad con el usuario y la ciudad.
La densificación es deseable e inevitable, pero el programa de departamentos económicos (y no tan económicos) está dejando murallas de edificios, con un promedio arquitectónico que no es bueno. Siempre hay excepciones: en algunos puede notarse el talento del diseñador, ejemplos en los que el arquitecto ha demostrado poder salir airoso de encargos complicados. Esos nuevos edificios también existen en Lima y es un placer verlos en la ciudad.
Pero muchos otros edificios son convencionales, poco originales, simple acumulación de recintos. El diseño se vuelve un ejercicio en el que se trata de construir más, tener menos área libre y lograr más metros cuadrados que se puedan vender.
El arquitecto pierde autoridad y se vuelve un apéndice menor en la industria de la construcción. La máxima ganancia se impone como única variable del proceso.
5.
Otro problema más. El primer piso de una ciudad es una franja que debe trabajarse con especial cuidado. Actualmente, las torres de departamentos embutidas en lotes solo generan, en el nivel de la vereda, casetas de vigilancia, muros ciegos, espacios cercados y estacionamientos. El paisaje para el peatón es triste: interminables muros, rejas y puertas de garaje configuran un espacio urbano degradado, un límite muy duro entre lo público y lo privado. Lima se ha acostumbrado a las barreras, que parecen tan normales.
El capital privado expresa, generalmente, el no querer dialogar ni vincularse con la calle. La fachada de ese primer piso refleja hoy la esquiva relación entre la vereda y el edificio.
Vuelvo a pensar en la generosidad de los viejos