Catálogo Arquitectura Movimiento Moderno Perú. Alejandra Acevedo
Читать онлайн книгу.notable retraso, fue doblemente diferente para los miembros del Departamento de Arquitectura. Por un lado, aparte de algún laboratorio y servicio, fuimos la única dependencia de la Escuela que para las tareas educativas, clases y prácticas, permaneció en la vieja casona de la calle Espíritu Santo, los otros departamentos fueron a ocupar el nuevo local de la avenida Túpac Amaru, en el Rímac.
Por otro lado, las mencionadas tareas se ofrecieron con cambios muy importantes8, frutos de la Reforma. Nuestros tres únicos maestros de años anteriores, arquitectos Marquina, Malachowski, Velarde, recibieron la compañía de otros seis arquitectos y tres ingenieros incorporados a la docencia de la especialidad, según lo propuesto por nuestra Comisión y acordado por la Junta Mixta de Reforma. Es decir, el personal docente se triplicó. Los nuevos profesores fueron los siguientes:
Para el Taller de Diseño (antes Dibujo Arquitectónico):
– arquitecto Juan Benites Dubeau, Taller de Diseño, 2.° y 3.er año;
– arquitecto Enrique Seoane Ros, Taller de Diseño, 4.° y 5.° año (ambos bajo la coordinación de don Rafael Marquina);
– arquitecto Luis Miró Quesada Garland, curso Análisis de la Función Arquitectónica en 2.° año;
– arquitecto Fernando Belaunde Terry, curso Problema Nacional de la Vivienda en 4.° año;
– arquitecto Carlos Morales Macchiavello, Materiales de Construcción (2.° año) y Procedimientos de Construcción (3.er año);
– arquitecto Paul Linder, Estética de la Arquitectura (4.° año) y Filosofía del Arte (5.° año);
– ingeniero Luis Dorich Torres, curso de Planeamiento Urbano en 5.° año, como segunda parte de Urbanismo, que, a cargo siempre del ingeniero Alberto Alexander, se bajó del 5.° al 4.° año;
– ingeniero A curso de Topografía, 3.er año;
– ingeniero B cursos Instalaciones I y II en 4.° y 5.° año.
Se agregó además un tercer curso de Historia del Arte, a cargo del arquitecto Héctor Velarde, así como Planos de Obra I y II en 2.° y 3.er año.
La inclusión de las nuevas materias exigió, naturalmente, la eliminación de cursos prescindibles para los estudiantes de Arquitectura, llevados en común con la especialidad de Ingeniería Civil hasta antes de la Reforma, tales como Hidráulica, Química Orgánica, Física II, Construcciones Especiales, etcétera.
Para quienes terminábamos los estudios no había grandes mejoras en el programa de cursos de 5.° año, pero con gusto varios nos matriculamos adicionalmente en cursos nuevos de años inferiores. Yo lo hice en cuatro de ellos: Análisis de la Función Arquitectónica, Problema Nacional de la Vivienda, Estética y Filosofía del Arte, los dos cursos de Paul Linder.
En su curso, Miró Quesada –inseguro y aún tímido al comienzo, brillante finalmente y siempre de una sencillez ejemplar– reafirmó los conceptos expuestos en su libro, que ya conocíamos, pero además incidió con profundidad en dos aspectos técnicos nuevos para nosotros: asoleamiento y acústica, en cuyo dominio demostró la amplitud de su versación. El curso de Belaunde sobre vivienda nos abrió un nuevo panorama con la teoría de la unidad vecinal, cuyo primer intento de realización en el Perú, además, ya estaba en trabajos preliminares por la comisión que había creado el Congreso. Pero fueron los cursos de Linder los que nos cautivaron especialmente, no solo por el contenido sino también por la calidad de sus exposiciones. Además, había estado en la Bauhaus como discípulo de Gropius, conoció a Albers, Kandinsky, Klee… era, pues, un testigo de los primeros momentos de la modernidad, que nos transmitió con entusiasmo.
Terminamos los estudios de arquitectura entrado ya el año 1947, puesto que habíamos iniciado el 5.° año con gran retraso, envidiando a los alumnos de ciclos inferiores que iban a gozar de las reformas introducidas. Pero, sin falsa modestia, contentos de haber contribuido a esas mejoras. Dejamos el CEA a la nueva directiva presidida por Jorge de los Ríos, y nos alistamos para emprender otra tarea: editar una revista de arquitectura y arte moderno. No estábamos de acuerdo con la línea de El Arquitecto Peruano, porque publicaba eventualmente, por ejemplo, la nueva arquitectura de Brasil o alguna casa moderna norteamericana, pero prefería en sus páginas las casas estilo Tudor, californiano o neocolonial, proyectadas por ingenieros y arquitectos peruanos9. Y para dirigir la revista que soñábamos pensamos, naturalmente, en Miró Quesada y en Linder.
La Agrupación Espacio y la profundización de la Reforma
Más de una vez he contado acerca del memorándum que tres delegados –Neira, Biber y Córdova– eleváramos a los dos profesores para que dirigieran nuestra revista. También de cómo Miró Quesada nos persuadió de conformar primero una agrupación (no grupo, que evoca algo cerrado) que pudiese encontrar, mediante el diálogo y otras actividades, puntos de vista comunes acerca de la arquitectura y del arte, para pensar después en una publicación, empresa difícil en un medio pequeño para dos revistas de parecida especialización. No voy a detenerme en las reuniones preliminares ni en la conformación definitiva de la Agrupación Espacio ni en la publicación del Manifiesto del 15 de mayo de 1947.
Sobre las actividades públicas de la Agrupación Espacio se ha estudiado e informado en artículos y en investigaciones, especialmente acerca de las campañas sobre arquitectura y urbanismo10, aparecidas en la página semanal que se publicaba en El Comercio. Pero poco se ha destacado el ciclo inicial de conferencias sobre las manifestaciones de la modernidad en las artes plásticas, la física, la filosofía, el psicoanálisis, etcétera, expuestas por los especialistas más reconocidos de entonces en nuestro medio (Paul Linder, Oscar Miró Quesada [Racso], Augusto Salazar Bondy, Carlos Alberto Seguín, entre otros), valiosa serie que desgraciadamente no se publicó. Tampoco se han destacado suficientemente las cuatro temporadas de música moderna en los veranos de 1948 a 1951 (Garrido Lecca, 1997), organizadas por Celso Garrido Lecca y Enrique Iturriaga en el hermoso patio de una casona en la Bajada de Baños de Barranco, actividad que el último año obligó a solicitar un sitio en el Club Regatas Lima, cuando más de 300 personas abarrotaron el local inicial. Con el apoyo de músicos del Conservatorio Nacional de Música se pudieron escuchar notables piezas modernas, algunas de las cuales en primera audición en Lima.
La revista Espacio, nuestro primer objetivo, pudo salir finalmente, paralelamente a la publicación de las colaboraciones semanales en El Comercio. Con mucho trabajo llegamos a publicar ocho ediciones de periodicidad variable por las dificultades de su financiación por avisaje comercial, que no pudimos o supimos manejar.
Poco se ha dicho en cambio de una labor más silenciosa de la Agrupación Espacio, su influencia en la formación de arquitectos, mejor dicho en la profundización de la Reforma, de cuyo primer esfuerzo, 1945-46, había sido su producto inmediato. Y a ello quiero referirme para terminar.
En 1948 se incorporaron a la plana docente del Departamento los arquitectos Santiago Agurto, Mario Bianco y Javier Cayo, quienes, aunque no estuvieron en el nacimiento de la Agrupación Espacio, fueron desde muy temprano miembros y colaboradores destacados. El primero, llegado de Estados Unidos, donde había cursado estudios de posgrado, fue asignado a uno de los cursos de historia, en reemplazo de Héctor Velarde, quien se retiró a fines de 1947, y al año siguiente se encargó del Taller de 2.° año. Por su parte, Bianco, llegado de Italia en 1947, quedó muy impresionado por la conferencia de Paul Linder, a quien buscó luego de escucharlo, y por su intermedio se relacionó con la oficina que teníamos Williams y yo, acogido como socio nuestro en 1948. Descubiertas sus cualidades, lo propusimos para el 5.° Taller de Diseño. Finalmente, ese año Javier Cayo, formado en Chile, se asoció con Santiago Agurto y Eduardo Neira y fue propuesto por ellos para colaborar en el Taller. Antes, en 1947, recién egresado yo, había sido amablemente conminado por Linder y Miró Quesada a dictar un curso de Composición Plástica, para lo cual me prestaron su apoyo. Este curso solo duró dos años, pues en 1949, cuando Agurto reemplazó a Benites en el Taller de 2.° año, se fusionó con este para conformar un verdadero