Catálogo Arquitectura Movimiento Moderno Perú. Alejandra Acevedo

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Catálogo Arquitectura Movimiento Moderno Perú - Alejandra Acevedo


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leer a León Felipe o a César Vallejo, a intercambiar La metamorfosis de Kafka por El lobo estepario de Hesse, o a leer fragmentos de El tiempo perdido, a conocer la música dodecafónica, a gozar con los móviles de Calder o la pintura de Juan Gris, y, en fin, a querer a Picasso, a Rodin o a Maillol. En Barranco se encontraban con frecuencia Jorge Piqueras y César de la Jara, Blanca Varela y Sebastián Salazar Bondy, Fernando de Szyszlo y Samuel Pérez Barreto, Pepe Bresani y Mayaya Gamio Palacio, Celso Garrido Lecca y Enrique Iturriaga, etcétera. Yo fui una vez a estudiar con Carlín para un examen de matemáticas y resulté sumándome al grupo. Después se integraron otros compañeros de la Escuela como Eduardo Neira, Pepe Polar, Guillermo Proaño. Y como allí supe lo de los Premios Nacionales de Fomento a la Cultura, entre los que faltaba el premio a la Arquitectura (como si ella no fuera testimonio edificado de la cultura de los pueblos), escribí una carta al diputado arquitecto Fernando Belaunde Terry solicitándole, en nombre del CEA, subsanara la omisión4.

      Pero nuestros deseos de cambios en la enseñanza se hicieron realmente perentorios cuando, a partir de la creación del CEA y de la invitación al arquitecto Mario Gilardi, recién llegado, para que en una charla nos contara sobre la enseñanza en Chile, donde se había graduado, conocimos otro enfoque del trabajo en los talleres de diseño. También nos amplió lo poco que sabíamos de algunas figuras emblemáticas de la arquitectura moderna, especialmente del polémico Le Corbusier, cuyo libro Hacia una arquitectura no solo comentó con entusiasmo sino que nos dejó su propio ejemplar como regalo. Ese texto y el de Luis Miró Quesada, Espacio en el tiempo, aparecido por esos días, libro que Pepe Polar, conmovido, llevó al Taller, encendieron la polémica en las horas de esas tardes de 4.° año, en las cuales tomamos clara conciencia del atraso en que vivíamos con respecto a otros países de América Latina.

      Hay que recordar que el CEA fue el primer centro de estudiantes descentralizado de la Escuela, pues solo existía el Centro de Estudiantes de Ingeniería (CEDEI). Las otras especialidades organizaron sus propios centros por consejo nuestro, para engrosar la representación de Ingeniería, ante la proximidad del Congreso Nacional de Estudiantes, convocado para fines de setiembre de 1945, evento al que asistimos solo brevemente5. La organización estudiantil en centros fue sin embargo beneficiosa para los fines de la reforma de cada especialidad.

       El trabajo y las vicisitudes de la Junta Mixta

      Conformada como expresé líneas arriba, la Junta comenzó sus planteamientos iniciales sesionando en el local de la Sociedad de Ingenieros, hasta que se acordó salir de esa especie de clandestinidad y solicitar al director de la Escuela un lugar de trabajo en la sede institucional. El ingeniero Alfredo Mendiola, inesperadamente amable con la delegación presidida por el ingeniero Samamé, nos ofreció todas las facilidades, incluido el uso del Salón del Directorio para sesionar, pero puso una condición: nombrar al presidente. Esto implicaba desconocer al presidente que habíamos elegido, pero Samamé, en el breve momento en que se nos dejó deliberar en privado, sacrificando su cargo, nos convenció de aceptar. Informado el director, nombró como presidente al profesor más antiguo, el ingeniero Roberto Valverde. Con la nueva presidencia, la Junta Mixta, instalada en la Escuela, prosiguió con sus propuestas de reformas curriculares en cada especialidad: creación de nuevos cursos y actividades, y sugerencias de posibles profesores.

      El mismo ingeniero Valverde había sido nombrado antes para informar sobre los problemas y planteamientos de la Escuela ante la Comisión Legislativa encargada de preparar el Estatuto Universitario. En este punto me permito aclarar una confusión. En el texto Breve historia de la UNI se afirma:

      El gobierno de Bustamante y Rivero después de dar la Ley 10555, constituyó una comisión de senadores y diputados a la que encargó elaborar el Estatuto Universitario luego de oír los informes de las universidades y escuelas de entonces. Como delegado de la Escuela… el profesor Roberto Valverde. (López Soria, 2003, p. 60)

      La Ley 10555 se llamó Nuevo Estatuto Universitario; era lo mismo, no hubo dos normas sucesivas, siendo equivocado afirmar, además, que el Gobierno, el Poder Ejecutivo, hubiese constituido una comisión de legisladores. Que sí la hubo, pero conformada por sus miembros y en el propio Congreso, precisamente para elaborar y proponer la Ley. La confusión proviene de un trabajo previo, Historia de la UNI, citado anteriormente. Ese error llevó a otros, como veremos luego.

      Llegó un momento, puede haber sido en marzo de 1946, en que fue conocido el texto preliminar de la nueva Ley. Supimos así que la transición al nuevo régimen iba a estar a cargo de las autoridades vigentes en universidades y escuelas:

      Art. 86° El presente Estatuto entra en vigencia a su promulgación. Sin embargo las actuales autoridades continuarán en el ejercicio de sus cargos hasta la elección de las nuevas de acuerdo con el presente Estatuto.

      Es decir, en nuestro caso, a cargo del régimen Mendiola, nada partidario de la nueva ley. En el sector reformista más radical de la Junta Mixta tuvimos desconfianza de esa posibilidad y consideramos como solución que esa transición fuese encomendada a la propia Junta. Con la debida reserva gestionamos que en el Parlamento se acogiera esta propuesta por la comisión autora del proyecto de ley e incluso en el Ejecutivo, donde podía ser observada.

      Nuestra reservada gestión dio sus frutos: la Ley 10555, Nuevo Estatuto Universitario en su versión como proyecto final del Congreso, promulgada por el Ejecutivo el 24 de abril de 1946, en el último artículo del último capítulo, el 17 de las “Disposiciones transitorias”, estableció:

      Art. 109° Durante el período de reorganización de la Escuela de Ingenieros este será regido por la Junta Mixta de Reforma.

      La Ley no creó la Junta Mixta. Al encargarle la transición, a diferencia de las universidades y de la Escuela La Molina, reconoció su existencia implícitamente. Y el ingeniero Mendiola no renunció a la dirección (o si lo hizo cumplió solo como un gesto simbólico), sino que fue cesado por la Ley al encargar a la Junta el gobierno transitorio de la Escuela Nacional de Ingenieros. La disposición fue sorpresiva pero inmediatamente acatada, aunque molestara a los profesores conservadores. El ingeniero Valverde asumió la dirección y nombró al alumno Pablo Calle como secretario para los asuntos del gobierno de la institución, y me pidió que yo siguiera como secretario en los temas de la reforma.

      Con la doble responsabilidad, gobierno de la Escuela y reforma de los estudios, la tarea de la Junta exigió dedicación exclusiva6. Trabajamos intensamente, pues adicionalmente había presión de los alumnos, preocupados porque no empezaban las clases hasta muy entrado el año, iniciación que se fue dando por niveles. Entre tanto se avanzó en la organización y definición de los departamentos en lugar de las secciones y en los nombramientos administrativos, así como de docentes en sus varias categorías, pues una de las medidas iniciales de gobierno había sido declarar la vacancia general del personal.

      La Escuela, sin embargo, no podía sustraerse del clima político de entonces, signado por la presencia del Partido Aprista, que, proscrito de la vida nacional por décadas, legalizado al final del gobierno de Prado, y luego de su reciente triunfo electoral, presente en el poder con el Frente Democrático Nacional, inició un sistemático proceso de penetración en las instituciones, especialmente en sindicatos y universidades. Ese proceso se hizo manifiesto en varios de los nombramientos realizados, pues, a juicio de la mayoría de la Junta, la dirección y la secretaría mostraban una permisividad creciente en este sentido, permisividad opuesta a la posición estrictamente académica, independiente de tendencias políticas, que primaba en la reforma emprendida. Llegó un punto en el que se consideró necesario terminar la transición como el mejor modo de detener la penetración política partidaria.

      Teniendo en cuenta los avances ya cumplidos en la reforma administrativa central, la organización de los departamentos por especialidad, incluido el nombramiento de sus respectivas autoridades, así como el de gran parte de los profesores para nuevos cursos propuestos, la Junta, en tormentosa sesión7, acordó el nombramiento de las nuevas autoridades, director y subdirector, declarar terminada la transición y, por tanto, luego de entregado el poder, su propia disolución.


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