La cafeína del liderazgo en un mundo "light". Félix Velasco Álvaro

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La cafeína del liderazgo en un mundo


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tanto, excluimos de nuestro modelo al líder coercitivo, que basa su influencia en la represión y el temor, como se ha tratado de hacer en muchos momentos históricos. Se confunde en ciertas ocasiones con el carisma, pues este tipo de líder se rodea de una especie de guardia pretoriana y de adeptos fanatizados, dando la sensación de que es querido y aceptado con normalidad y entusiasmo, mientras reprime y silencia toda oposición.

      La Historia nos ha demostrado con excesiva frecuencia lo dañino que es para el conjunto social el comportamiento de los extremistas del poder. Cuando imponen sus dogmas mediante la violencia, física o psicológica, se producen muertes, se resquebrajan las instituciones, se empobrece el pueblo, desaparecen las clases medias y se elimina toda posibilidad de mejora en el bienestar de las clases más desfavorecidas.

      El liderazgo no consiste simplemente en dar órdenes, aunque se den con mucha energía, con ademanes autoritarios o con un lenguaje no verbal condicionante; tampoco se trata de hacer un promedio de las intenciones e intereses de los subordinados para obtener así una línea de actuación (algo muy frecuente entre la clase política).

      El poder coercitivo suele desaparecer cuando desaparece la capacidad de ejercer las amenazas o el miedo, y entonces surgen con facilidad, como reacción, sentimientos de rechazo, oposición y revanchismo.

      Tras la rendición alemana en mayo de 1939, y las derrotas en el Suroeste del Pacífico con la pérdida de Filipinas, las islas de Iwo Jima y Okinawa, parecía que Japón se rendiría, pero esto no se producía. La espera llevó a Harry S. Truman –que había sustituido a Franklin D. Roosevelt tras su fallecimiento en abril de 1945– a ordenar el lanzamiento de dos bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. El 2 de septiembre de 1945, sobre la cubierta del USS Missouri en la Bahía de Tokio se iba a producir un histórico encuentro que ponía fin a la II Guerra Mundial: la firma del acta de rendición de Japón, documento que daba por terminado un conflicto que había supuesto la muerte de entre cuarenta y setenta millones de personas en todo el mundo, convirtiéndose en el más mortífero de la Historia. Fue firmado por los representantes del Imperio del Japón, los Estados Unidos de América, la República de China, el Reino Unido, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la Mancomunidad de Australia, el Dominio del Canadá, el Gobierno provisional de la República Francesa, el Reino de Holanda, México y el Dominio de Nueva Zelanda. El 14 de agosto, el emperador Hiroito radió el discurso de rendición. Puedes descargártelo con ayuda de este bidi:

      ¿Cuáles son los ingredientes de la pócima con la que algunos pseudolíderes rocían al pueblo para sumergirlo en un sentimiento de ciego seguidismo? Tal vez una mezcla de abundante carisma, una copiosa falsa-empatía y una fuerte dosis de populismo, además de promesas que no van a cumplir…

      Actualmente los líderes políticos son elegidos por sus propios conciudadanos en gran número de naciones. En las dictaduras el poder deriva de la fuerza. Pero tampoco las naciones denominadas libres o democráticas están excluidas de la corrupción y la podredumbre; los escándalos políticos, urbanísticos y trapicheos de gran número de dirigentes asoman con demasiada frecuencia a las noticias de actualidad. En las nuevas organizaciones empresariales toda autoridad debería merecerse antes de ser ejercida.

      Tampoco trataremos del caso del líder de linaje, que por llevar un apellido, movido por la tradición o apoyado en la Historia, dirige los destinos de un grupo humano; sería el héroe clásico y romántico con una personalidad arrolladora, seguro de sí mismo y de los valores que representa, así como de la grandeza de los ideales que encarna.

      Puedes leer más sobre el Cid Campeador con ayuda de este bidi:

      Estas cuatro formas de liderazgo que podemos observar en el proceso histórico de la Humanidad, aunque dignas las de Moisés, Espartaco y El Cid, y nefasta la de Stalin, no son objeto de estudio en esta obra. Nos referiremos al liderazgo que puede ser aprendido y aprehendido. Para evitar el dogmatismo y la aparición de extremistas guiados por «líderes» fanatizados, debemos potenciar una educación auténtica alejada de ideologías partidistas que nada tienen que ver con la formación de los hombres y mujeres que nuestra sociedad necesita.

      Las ideologías, por su alta carga de emocionalidad, son en numerosas ocasiones la muerte de la razón y la lógica.

      También existen personas que consideran que ya son líderes por el mero hecho de ostentar una titulación universitaria; incluso cuando se presentan lo hacen como el doctor tal o el licenciado cual. Su única influencia proviene del título que tienen. Es el jefe que ejerce su autoridad solamente por la casilla que ocupa dentro del organigrama o porque su nombre está en un cartelito sujeto a la puerta de su despacho. Es comprensible que todo ello motive y enorgullezca a la persona si ha sido fruto del esfuerzo y del trabajo, pero el liderazgo es algo mucho más profundo y noble.

      Max Weber, sociólogo, economista y filósofo alemán, es el fundador de la moderna sociología neopositivista, de la que arranca la escuela funcionalista. En el campo de las ciencias sociales utilizó la empatía como metodología de aproximación a los fenómenos sociales, creando el concepto de «tipos ideales», de referencia para el científico social. Escribió las obras Sobre la objetividad de los conocimientos sociológicos y sociopolíticos y Economía y sociedad. Se le conoce como el iniciador del estudio sistemático de la burocracia. En su libro Teoría sobre la dominación establece las formas de legitimación del poder y el tipo de institución que lo mantiene. Propone tres tipos:

      1 Dominación carismática: depende de las características y de los rasgos del líder que le confieren una cierta autoridad moral y del modo en como esta es aceptada por los colaboradores. Normalmente genera en ellos una fe ciega que los impulsa a seguirlo, confiando plenamente en él y continuando la senda que les marca. El sistema organizativo que crea este tipo suele ser inestable y falto de equilibrio, y en muchas ocasiones desaparece cuando el líder carismático fallece

      2 Dominación tradicional: acredita el dominio del líder por el estatus heredado y suscita sistemas de dirección de tipo patrimonial o feudal, en los que los colaboradores son una especie de funcionarios que dependen de él y están fuertemente vinculados a él, obedeciendo sus órdenes lo más fielmente posible. En este tipo existe un fuerte componente de fidelidad emocional generada por el tiempo que se está vinculado a la persona, a la familia, a la profesión, al tipo de industria o fabricación...

      3 Dominación legal: se fundamenta en la ley como principio legitimador y en su racionalidad, independientemente del líder que la hace cumplir. El tipo de organización resultante de este estilo es altamente burocrática, pues todo movimiento, ya sea interno o externo, está fuertemente regularizado

      Para Weber, la burocracia no significa una influencia excesiva de la administración en los asuntos de la organización, ni un exceso de papeleo en las gestiones de un despacho u oficina, tal como la tenemos conceptuada hoy, sino más bien una estructura organizativa propia de la sociedad tecnológica que se caracteriza por la organización racional del trabajo y por una jerarquización del personal adscrito al mismo. Es un control basado en el conocimiento, una competencia técnica, y ese rasgo la hace racional, ya que se manifiesta en forma de un liderazgo basado en reglas racionales que regulan el proceso total de la organización para lograr su máxima eficacia. Para ello Weber establece cuatro normas muy simples:

      1 Delimitación de obligaciones de cada cargo según la división de trabajo que se ha realizado

      2 Autorización


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