Pedro Casciaro. Rafael Fiol Mateos

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Pedro Casciaro - Rafael Fiol Mateos


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y director de la Escuela del Trabajo; dirigió importantes excavaciones arqueológicas en el municipio de Hellín; y fue el primer director y organizador del Museo Provincial de Albacete. En 1928 fue nombrado miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia[6].

      DE MURCIA A ALBACETE

      Situada en el sudeste de la península ibérica, Murcia es el centro de la comarca natural de la Huerta de Murcia, célebre por su tierra fértil. A principios del siglo XX su economía se basaba fundamentalmente en la producción agrícola de frutas y hortalizas, y en su exportación comercial. La ciudad está emplazada a orillas del río Segura y a cuarenta kilómetros del Mediterráneo, en línea recta.

      Emilia Ramírez y Pedro Casciaro Parodi se casaron en Torrevieja el 20 de julio de 1914 y se instalaron en Murcia, donde Pedro era profesor del Instituto de Enseñanza Media y de la Facultad de Filosofía y Letras.

      El 16 de abril de 1915 nació su primer hijo, Pedro, que fue bautizado a los nueve días en la parroquia de Santa Eulalia. Los siguientes diez años vivió en su ciudad natal, bajo la mirada atenta de sus padres. Realizó los primeros estudios en el Liceo de Murcia.

      En septiembre de 1925, cuando Pedro tenía diez años, la familia se trasladó a Albacete para que él pudiera cursar allí el bachillerato. Los años de Pedro en Albacete quedaron marcados por el Instituto de Enseñanza Media, donde trabajaba su padre, y por las frecuentes visitas al Museo Provincial. Esto propició que prendieran en él, desde muy joven, la afición a la historia y una extraordinaria sensibilidad artística.

      Gracias a la educación que recibía en casa y a las responsabilidades que se le confiaban, alcanzó prontamente un buen grado de madurez. Su hermano José María nos ha transmitido varios episodios sorprendentes de su adolescencia:

      Por aquellas fechas ocurrió otro suceso parecido:

      A quienes convivimos con él, años más tarde, no nos extraña el desparpajo y la desenvoltura de aquel niño de trece años, porque comprendemos que, ya entonces, empezaba a dar señales del temple y la determinación que demostró después.

      Pedro compartía los planteamientos liberales de su padre. También había sido educado por su madre en los rudimentos de la fe, aunque adolecía de una formación religiosa un tanto superficial: su vida de piedad era escasa, pues consistía básicamente en acompañar a su madre a Misa los domingos.

      En octubre de 1931, Pedro se trasladó a Madrid porque deseaba estudiar la carrera de arquitectura. Esta elección se adecuaba muy bien a sus talentos y aficiones: estaba dotado de sensibilidad artística y de genio creativo, conocía bien la historia del arte y dominaba las matemáticas y la física. Su primer objetivo era superar los exámenes de ingreso en la Escuela Especial de Arquitectura. Para poder presentarse a esas pruebas, el plan de estudios exigía que los candidatos hubieran aprobado las materias de los dos primeros años de la licenciatura en matemáticas.

      LA ACADEMIA DYA


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