Pedro Casciaro. Rafael Fiol Mateos
Читать онлайн книгу.madre de un abrigo que le había visto llevar a una señora muy elegante días antes en Madrid. Mi madre, con intención, le pidió que le esbozase un dibujo para hacerse mejor idea. Pedro tomó unos papeles e hizo los trazos pertinentes del conjunto y de algunos detalles. Pocos días después llevó mi madre los dibujos a su modista, que encontró perfectos los diseños y le confeccionó sin dificultades la prenda[37].
VERANO EN LOS HOYOS
La santificación del trabajo, aspecto esencial de la espiritualidad del Opus Dei[38], supuso para Pedro un ensanchamiento de sus grandes ilusiones profesionales. En la convocatoria de junio de 1935, después de haber superado los dos primeros años de la licenciatura en Matemáticas, consiguió el ansiado ingreso en la Escuela de Arquitectura. Había logrado un buen nivel de rendimiento académico en sus primeros años universitarios.
Al llegar el verano, Pedro dejó Madrid y se fue a Torrevieja, a la finca familiar de Los Hoyos. Habían pasado seis meses desde su primer encuentro con san Josemaría, al que siguieron las sucesivas conversaciones y los círculos. Durante aquellos tres meses de vacaciones en el litoral mediterráneo, su relación con la Obra consistió en recibir cada mes unas letras del Padre y un ejemplar de Noticias[39].
«Pero —como recordaba Pedro— ya sentía que formaba parte no de un pequeño grupo circunstancial, sino de una labor naciente que duraría siempre y se extendería por todo el mundo»[40]. Como participante en el apostolado con gente joven, que el Padre encomendaba especialmente al arcángel san Rafael,
sentía que “aquello” era para mí una vocación de por vida, que llenaba plenamente mis ideales de vivir cerca de Dios y de hacer apostolado; ideales que, por otra parte, no había sentido hasta conocer al Padre y frecuentar el centro de Ferraz.
Recuerdo que releía con frecuencia y a solas en mi cuarto de Los Hoyos los números de Noticias; los contestaba escribiendo largas cartas y, a medida que pasaban las semanas en Torrevieja —muy divertidas, pero sin hallar a mi alrededor eco alguno a mis inquietudes— sentía mayor deseo de volver a ver al Padre y a mis amigos de Ferraz y hallarme de nuevo en aquel ambiente.
La semilla de la universalidad [de la Obra] ya estaba germinando [en mí en aquel verano], porque recuerdo que contemplaba con rara nostalgia los vapores que zarpaban del puerto, cargados de sal y con rumbo a países para mí desconocidos. Al mismo tiempo me preguntaba cómo llegarían a ser compatibles las exigencias de la familia y de mi futura profesión con el deseo de participar de alguna manera en la expansión de aquella inquietud apostólica, que las conversaciones con el Padre habían sembrado en mi alma (...).
En cuanto a la expansión del Opus Dei, no reflexioné entonces demasiado. Era algo que formaba parte de la fe que sentía en las palabras del Padre. Quizá consideraba al principio esa expansión geográfica como una serie de realizaciones lejanas que apenas llegaría a ver en mi vida. Y sin embargo, ya entonces el Padre nos decía: «Soñad y os quedaréis cortos». La realidad se encargó de hacerme ver que, a pesar de haber sido bastante soñador en mi juventud, mis sueños se quedaron verdaderamente cortos[41].
Pedro disfrutó de unas vacaciones largas y placenteras. Por las mañanas solía salir a nadar o a remar en una piragua. Por las tardes participaba en apacibles y larguísimas tertulias familiares, mecidas por el aire fresco del levante. Después salía a dar una vuelta por los balnearios o por el paseo marítimo con algunos chicos y chicas conocidos. En ocasiones participaba en las verbenas del pueblo o acudía al cine, acompañando a sus primas[42].
Las cartas del Padre y de los demás amigos de DYA influyeron en su vida espiritual: le daban nuevas fuerzas para perseverar en la oración y para aprovechar el tiempo. Junto a las actividades de descanso mencionadas, Pedro seguía —aunque con poca constancia— con sus prácticas de piedad habituales, con el estudio —al que dedicaba algunos ratos— y con la atención a los demás. Esos meses fueron dando su fruto: Pedro comenzó a preguntarse acerca del sentido de su vida y sobre los planes que Dios habría previsto para él.
[1] R. PEREIRA SOMOZA, Pedro Casciaro Ramírez, op. cit., p. 212.
[2] J. C. MARTÍN DE LA HOZ, Mons. Pedro Casciaro Ramírez, en SetD 10 (2016), p. 98.
[3] Ibid.
[4] Ibid., p. 99.
[5] R. PEREIRA SOMOZA, Pedro Casciaro Ramírez, op. cit., p. 212.
[6] Cfr. J. C. MARTÍN DE LA HOZ, Mons. Pedro Casciaro Ramírez, en SetD 10 (2016), pp. 99-100.
[7] José María Casciaro Ramírez (Murcia 1923 - Pamplona 2004). Sacerdote de la Prelatura del Opus Dei, doctor en Filología Semítica y en Sagrada Teología. Fue decano de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra.
[8] Cfr. J. M. CASCIARO, Vale la pena, p. 12.
[9] J. C. MARTÍN DE LA HOZ, Mons. Pedro Casciaro Ramírez, en SetD 10 (2016), p. 101.
[10] Cfr. ibid., pp. 101-102.
[11] Testimonio de José María Casciaro, 7 de abril de 2003, p. 1.
[12] Ibid., p. 2.
[13] J. C. MARTÍN DE LA HOZ, Mons. Pedro Casciaro Ramírez, en SetD 10 (2016), p. 102.
[14] Cfr. J. GIL PECHARROMÁN, La Segunda República, Alba Libros, Madrid 2005, pp. 29-33. La nueva carta magna fue aprobada por las cortes constituyentes el 9 de diciembre de 1931.
[15] Cfr. P. CASCIARO, Soñad y os quedaréis cortos, pp. 20-21.
[16] Ignacio de Landecho Velasco (Bilbao 1915 - Ciudad Real 1946). Nieto del arquitecto Luis de Landecho. Ingresó en la Escuela de Arquitectura en 1935. Concluyó sus estudios en octubre de 1943. Falleció en un accidente de circulación en 1946.
[17] Francisco Botella Raduán (Alcoy 1915 Madrid 1987). Catedrático de Geometría Analítica y Topología en las Universidades de Barcelona y Madrid. Presidente de la Real Sociedad Matemática Española y secretario del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Solicitó la admisión en el Opus Dei en 1935. Fue ordenado sacerdote en 1946. Cfr. O. DÍAZ-HERNÁNDEZ, Francisco Botella Raduán, en J. L. ILLANES (ed.), Diccionario de San Josemaría Escrivá de Balaguer, Istituto Storico San Josemaría Escrivá, Monte Carmelo, Burgos 2013, pp. 164-166; C. ÁNCHEL, Francisco Botella Raduán: los años junto a san Josemaría, en SetD 10 (2016), pp. 141-193.
[18] Cfr. P. CASCIARO, Soñad y os quedaréis cortos, pp. 23-24 y 50-52.
[19] Agustín Thomás Moreno (Albacete 1911 - Madrid 2000). Al concluir el bachillerato se trasladó a Madrid para estudiar Derecho. Trabajó como empresario agrícola en Madrid y Albacete.