Principios del entrenamiento de la fuerza y del acondicionamiento físico NSCA (Color). G. Gregory Haff
Читать онлайн книгу.son los marcadores de sobreentrenamiento anaeróbico?
Aunque los conocimientos sobre los mecanismos patológicos centrales de la EF hayan aumentado significativamente, sigue habiendo una elevada demanda de medios relevantes para una identificación precoz de la EF. Hasta que se desarrolle un medio definitivo de evaluación, entrenadores y atletas necesitan recurrir a los decrementos en el rendimiento como una herramienta de verificación de que el sobreentrenamiento es evidente. Se deben tener en cuenta los siguientes criterios:
1.¿Experimenta el atleta alguno de los siguientes síntomas?
•Infrarrendimiento inexplicable.
•Fatiga persistente.
•Mayor percepción del esfuerzo durante el entrenamiento.
•Trastorno de los patrones del sueño.
•Pérdida del apetito.
2.¿Son las puntuaciones del atleta en las pruebas de esfuerzo máximo, en las pruebas de rendimiento en un deporte específico o en las evaluaciones previas de los signos vitales (frecuencia cardíaca, tensión arterial) peores que en pruebas anteriores, o peores de lo que se consideran valores normales o basales?
3.¿Hay errores en el diseño del programa de entrenamiento del atleta?
•Aumento significativo del volumen de entrenamiento (<5%).
•Incremento significativo de la intensidad de entrenamiento.
•Monotonía del entrenamiento.
•Elevado número o frecuencia de competiciones.
4.¿Existen otros factores de confusión?
•Signos y síntomas psicológicos (alteración del Perfil de los Estados de Ánimo [POMS], índice de percepción del esfuerzo [IPE] por encima de lo normal).
•Factores sociales (familia, relaciones afectivas, finanzas, trabajo, entrenador, equipo).
•Múltiples o recientes viajes entre husos horarios.
5.¿Presenta el atleta algún criterio habitual de exclusión?
•Enfermedades que se confunden con otras.
•Anemia.
•Enfermedades infecciosas.
•Daños musculares (niveles elevados de creatincinasa).
•Trastornos endocrinos (diabetes, catecolaminas, hormonas suprarrenales, hormona tiroidea).
•Trastornos graves de la conducta alimentaria.
•Anomalías biológicas (proteína C reactiva, creatinina, disminución del nivel de ferritina).
•Lesiones musculoesqueléticas.
•Síntomas cardiológicos.
•Asma del adulto.
•Alergias.
Hay que ser conscientes de que ningún marcador por sí solo se puede tomar como un indicador de una EF inminente. Una plétora de estudios (140, 185, 194) sugieren que la EF es de naturaleza multifactorial y que debería plantearse la monitorización constante de una combinación de variables fisiológicas, bioquímicas, inmunológicas, psicológicas y del rendimiento.
El sobreentrenamiento asociado con la intensidad del ejercicio no parece alterar las concentraciones hormonales en reposo (58). Fry (60) no registró cambios en las concentraciones de testosterona circulante, testosterona libre, cortisol ni hormona del crecimiento durante el sobreentrenamiento anaeróbico de alta intensidad (p. ej., diez series diarias de 1RM del ejercicio de sentadillas durante dos semanas). Resulta interesante que Meeusen (141) haya documentado que el estado de entrenamiento de un atleta influye en la reactividad a las hormonas hipotalámicas-hipofisarias, con diferimiento de las respuestas neuroendocrinas exhibidas como respuesta a la EFN. Inicialmente, es probable que los atletas muy entrenados experimenten hipersensibilidad a las hormonas simpáticas, tras lo cual habrá una supresión de las concentraciones de las hormonas circulantes que reflejará una regulación a la baja de la sensibilidad hipofisaria y agotamiento hipofisario a largo plazo (141). Colectivamente, las respuestas endocrinas parecen precisar más de una semana de monitorización para servir de marcadores. Lo que está claro, sin embargo, es que los biomarcadores más eficaces quizá sean los que permitan una detección precoz de la EFN, y es este temprano reconocimiento lo que permitirá la prevención del SSE.
Factores psicológicos en el sobreentrenamiento
Los trastornos del estado de ánimo y los síntomas psicológicos, determinados por el cuestionario «Perfil de los estados de ánimo» (POMS), se han asociado durante muchos años con el SSE en atletas. El entrenamiento resistido con grandes cargas se acompaña de una disminución del vigor, la motivación y la confianza en uno mismo, también de mayores niveles de tensión, depresión, ira, fatiga, confusión, ansiedad e irritabilidad, así como de un empeoramiento de la capacidad de concentración (110). La alteración de las características psicológicas también se relaciona con cambios en los perfiles endocrinos (141). Muchos atletas perciben el sobreentrenamiento por las alteraciones psicológicas asociadas que a menudo se observan antes de que haya una disminución de verdad en el rendimiento. La monitorización del estado mental y del ánimo de los atletas es muy importante para un mayor discernimiento del estado de sobreentrenamiento (111, 140).
Desentrenamiento
Desentrenamiento es el término aplicado a una disminución del rendimiento y a una pérdida de las adaptaciones fisiológicas acumuladas tras el cese del entrenamiento anaeróbico o cuando hay una reducción sustancial de la frecuencia, el volumen y la intensidad, o de cualquier combinación de estas variables. Según los principios de la reversibilidad, las adaptaciones inducidas por el entrenamiento son transitorias y, por tanto, pueden desaparecer cuando la carga de entrenamiento es insuficiente o se suprime por completo. El resultado es una pérdida parcial o completa de las adaptaciones anatómicas, fisiológicas y del rendimiento. La magnitud de estas pérdidas depende de la duración del período de desentrenamiento, así como del estado inicial de entrenamiento del individuo.
Después de la eliminación de un estímulo de entrenamiento hay un tiempo de latencia antes de que se observen plenamente los efectos del desentrenamiento. La fuerza se suele mantener inicialmente hasta cuatro semanas de inactividad; sin embargo, en atletas muy entrenados, la fuerza excéntrica y la potencia en un deporte específico pueden declinar significativamente más rápido (146). En halterófilos entrenados, la eliminación del estímulo de entrenamiento durante 14 días no afectó en grado significativo a la fuerza de 1RM en el press de banca (–1,7%), ni en las sentadillas (–0,9%), ni en la fuerza isométrica (–7%) e isocinética durante la extensión concéntrica de la rodilla (–2,3%), ni en los saltos verticales (–1,2%) (88). En el caso de hombres con entrenamiento a nivel recreativo, se aprecian muy pocos cambios durante las primeras seis semanas de desentrenamiento (108). Declives significativamente pronunciados en la fuerza acompañan el cese del entrenamiento durante períodos más largos de atletas que entrenan la fuerza (146), si bien esta pérdida se limita al 7-12% durante períodos de inactividad de entre 8 y 12 semanas. Esta pérdida de fuerza se acompaña de una disminución del promedio de la actividad EMG intramuscular máxima unilateral y bilateral. De hecho, la disminución de la fuerza parece estar relacionada inicialmente con mecanismos neuronales, predominando la atrofia a medida que se extiende el período de desentrenamiento. Resulta interesante que la fuerza muscular conservada pocas veces sea inferior a los valores previos al entrenamiento, lo cual revela que el entrenamiento resistido mantiene un efecto residual cuando se suprime el estímulo. Sin embargo, cuando el atleta vuelve al entrenamiento, el ritmo de recuperación de la fuerza es alto, lo cual respalda el paradigma de la «memoria muscular».
Respecto a las características de las fibras musculares después del cese del entrenamiento, parece que la disrupción fibrilar se mantiene sin cambios durante las semanas iniciales de inactividad, si bien tal vez haya un incremento de las fibras oxidativas en atletas