Diagnóstico organizacional. Darío Rodríguez Mansilla

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Diagnóstico organizacional - Darío Rodríguez Mansilla


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reseñadas son extendidas al diagnóstico organizacional. La diferencia consiste en que el consultante ya no es una persona, sino un sistema social: la organización.

      Las organizaciones pueden ser entendidas como sistemas sociales que tienen la particular característica de condicionar la pertenencia. En otras palabras, las organizaciones se caracterizan por:

      i. Establecer condiciones que deben cumplir quienes deseen ingresar a ellas.

      ii. Poner condiciones que deben ser satisfechas por todos los miembros, mientras permanezcan en ellas.

      Las organizaciones constituyen una forma de construcción de sistema que surge a partir de la coordinación de dos contingencias.

      Contingente es algo que es como es, pero no tiene por qué serlo. Es decir, es algo no necesario, pero tampoco imposible. El que en este momento usted lea este párrafo, por ejemplo, es un hecho contingente. Usted podría estar haciendo algo diferente.

      Toda vez que se relacionan dos seres humanos se produce un acomodo entre dos contingencias. Los sistemas sociales requieren de esta doble contingencia para constituirse, dado que si uno u otro de los participantes decide optar por alguna alternativa distinta a la de estar allí, no podrá producirse el sistema social.

      En el caso de las organizaciones, esta doble contingencia se traduce en la contingencia de los reglamentos y normas que la organización ha establecido para regular los comportamientos de los miembros, y en la contingencia de los comportamientos de los miembros. Tanto las reglas como los comportamientos pueden ser diferentes a lo que son, pero el hecho es que son como son. La organización que funciona en la práctica es la que resulta del acomodo entre reglas y comportamientos: ni las reglas se respetan como se hubiera deseado, ni los miembros se comportan a su entero amaño.

      Aunque el estudio organizacional comienza alrededor de 1911 y la conceptualización sistémica de las organizaciones solo data de la década del sesenta, hoy prácticamente todos los enfoques de estudio del fenómeno organizacional reconocen una raíz en la teoría de sistemas.

      A lo anterior hay que agregar que desde el inicio mismo del desarrollo organizacional se utilizó un instrumental basado en la comprensión de las organizaciones como sistemas sociales y de sus fenómenos como procesos que ocurren en un contexto sistémico complejo.

      El desarrollo organizacional ha mantenido una estrecha vinculación con la teoría de sistemas, de donde se desprende que ha experimentado cambios relacionados con la evolución de esta importante corriente teórica. Cabe señalar, sin embargo, que como se trata en el desarrollo organizacional de una derivación práctica de este marco conceptual teórico, sus modificaciones han marchado a la zaga de los cambios e innovaciones de la teoría de sistemas.

      Algo semejante ocurre con la discusión epistemológica que, teniendo un lugar central en la vanguardia de la elaboración conceptual de la más moderna teoría de sistemas, llegan sus ecos sumamente atenuados a los oídos de los expertos y consultores de desarrollo organizacional.

      A pesar de lo anterior, hay que reconocer igualmente que los cambios sociales experimentados en las últimas dos décadas han influido fuertemente en las organizaciones: han aumentado las conexiones verticales y virtuales, así como las fusiones con sus consecuentes choques culturales; se demanda más trabajo técnico/profesional, el que además se flexibiliza; y nos enfrentamos a un entorno configurado por redes, donde las organizaciones son más pluralistas e interdependientes.

      Estos cambios han motivado el surgimiento de varias corrientes teóricas utilizadas para analizar las organizaciones y sus cambios, así como disciplinas orientadas a ofrecer su particular mirada, lo que se traduce en un aumento sustancial de información, pero cierta clausura en la relación y aportes entre corrientes teóricas (Scott, 2004).

      La problemática epistemológica ha dejado de ser asunto exclusivo de los filósofos del conocimiento. Bateson (1976) demostró la importancia de la preocupación epistemológica en el quehacer cotidiano. En su conocida afirmación: “¡Yo soy la epistemología!”, Bateson –además de remarcar la centralidad del observador en su configuración de lo conocido– destacó que la reflexión epistemológica resulta clave para comprender adecuadamente las relaciones que establecemos con otras personas y con el mundo.

      A partir del trabajo de Bateson se han desarrollado, por ejemplo, métodos y técnicas de terapia familiar sistémica que toman en consideración las relaciones intrafamiliares y las explicaciones que construyen los miembros del sistema familiar acerca de estas relaciones. Interesante al respecto resulta el modo en que estos dos niveles se entrecruzan, generando paradojas y contradicciones que conducen a situaciones de difícil salida, tales como las de doble vínculo estudiadas por Bateson, o las similares al caso del esquizofrénico que –según las observaciones de Watzlawick (1983)– no quiere comunicar, pero está atrapado por la imposibilidad de no comunicar: incluso con su comportamiento retraído, prescindente y aislado comunica que no quiere comunicarse.

      La propuesta de Bateson (1976) se basa sobre el reconocimiento de la posición central del observador en la constitución de lo observado. En su conocido metálogo: “¿Por qué se desordenan las cosas?”, demuestra en forma magistral que el orden está estrechamente relacionado con el observador de dicho orden: la pieza de una niña de cortos años, el ropero de un joven estudiante, el escritorio de un viejo usurero, pueden ser vistos como expresión perfecta y pura del caos y del reinado del azar y la equiprobabilidad, para todos cuantos deseen entenderlos, con la excepción de sus propietarios, para quienes se trata de aglomerados perfectamente coherentes y ordenados.

      Esta proposición de Bateson quedó posibilitada por el trabajo de Wiener (1948), que vincula un problema de las ciencias naturales –la entropía– con uno de las ciencias humanas: la información. La entropía es el negativo de la información, de tal manera que a mayor información menor entropía. Esto quiere decir, según Wiener, que todos los casos de entropía están referidos al grado de conocimiento que se tenga acerca del sistema en que se da esta entropía.

      En la moderna teoría de sistemas de Niklas Luhmann se puede vincular el tema de las ciencias naturales: la complejidad, con el de las ciencias humanas: el sentido. Los sistemas sociales –y los de conciencia– reducen complejidad mediante el sentido.

      La teoría de sistemas tiene pretensiones de universalidad, lo que implica –entre otras cosas– que debe poder ser aplicada a sí misma. En otras palabras, la teoría de sistemas ha experimentado un cambio epistemológico que va desde el perspectivismo a la autorreferencia. Se ha transformado en una epistemología que apunta a sí misma con el mismo instrumental que usa para tratar otros sistemas. Se introduce o, para decirlo con Spencer-Brown (1979), se reintroduce (re-entry) al sistema la distinción que permite diferenciar al sistema de su entorno. La sociología puede distinguirse a sí misma y constituirse como objeto a ser estudiado, así como también hacer reflexiones acerca de la sociedad, desde dentro de la sociedad, vale decir, sin tener que postular una posición privilegiada, externa, desde la cual sea posible describir los procesos sociales.

      En el caso del diagnóstico organizacional, se trata de una evaluación del quehacer humano hecha por seres humanos. El problema de esta evaluación es el mismo que se presenta a todo intento científico en ciencias sociales: ¿cómo evitar que interfieran los prejuicios y preferencias del observador con aquello que observa?

      La respuesta no la susurra el viento, como habría dicho Bob Dylan, sino que se ancla firmemente en la tradición propia de las ciencias y de su quehacer. Esta respuesta sólida es el método científico.

      El método tiene una importancia crucial en la ciencia. Gracias a él, y a la rigurosidad de su aplicación, se hace posible diferenciar el conocimiento científico de otros modos de conocer.

      El método que se ha definido como propio del pensamiento científico, tiene como fundamento


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