Actividades físicas y deportes adaptados para personas con discapacidad. David Sanz Rivas
Читать онлайн книгу.y/o exigencias que se le plantean, por lo que no aparecerían notorias conductas disruptivas o de falta de autocontrol; c) desde un punto de vista cultural, cuando la persona o grupo se ajustara a una serie de pautas de comportamiento establecidas por la sociedad en la que resida, o d) desde un punto de vista legal, en el que la normalidad se estableciera en base a unos parámetros estipulados por juristas. Desde el punto de vista de la salud, consideraríamos “normal” a toda aquella persona que no tuviera una alteración notable de su estado de salud. Por ejemplo, en Estados Unidos el término poblaciones especiales hace referencia “a las personas con discapacidad” (DePauw y Gavron, 2005, pág. 115), mientras que en Finlandia hace referencia a “los discapacitados, los mayores y las personas que sufren enfermedades crónicas” (Koivumaki, 1987; en DePauw y Gavron, 2005, pág. 115).
Si partimos de la premisa de que un colectivo especial posee una serie de características que lo diferencian del grueso de la población, ello implicará que nuestra intervención será adaptada a aquél, aunque consideramos que cualquier intervención desde las CAFD debe estar adecuada a un colectivo o persona en cuestión, independientemente de si tiene o no una alteración de su estado de “salud”. Esto nos lleva a abordar el esclarecimiento terminológico del término acuñado dentro de las CAFD como Actividad Física Adaptada (AFA en adelante), aunque en la bibliografía actual se acuñan otros términos similares como Educación Física Especial, Educación Física Adaptada o Deporte Adaptado.
En 1977, se reunió en Quebec (Canadá) un relevante grupo de expertos, y desde aquella reunión se empezó acuñar el término Actividad Física Adaptada, fecha en la que comenzó su andadura la Federación Internacional de Actividad Física Adaptada (IFAPA: International Federation for Adapted Physical Activity), organización centrada en la investigación y en el desarrollo académico de la AFA. Con el objetivo de poner en común los avances en este ámbito, se decide organizar un simposio bianual de carácter internacional denominado ISAPA (International Symposium on Adapted Physical Activity), que viene desarrollando sus actividades hasta la fecha y en el que participan importantes investigadores en torno a esta área de estudio.
Para Sherrill (2004), AFA es un término global al servicio de la promoción de un estilo de vida activo y saludable, con el fin de mitigar problemas psicomotores que interfieren en el desarrollo personal del ser humano. Los beneficios que la práctica de actividad física pueden reportar a colectivos especiales son numerosos a nivel físicobiológico, social o psicológico, a saber (Barrios, 2000; Warburton, Nicol y Verdín, 2006):
a) Sistema cardiovascular:
• Fortalecimiento del músculo cardíaco, mejorando la contractilidad del corazón. Un entrenamiento con un mayor componente aeróbico permite aumentar la capacidad de las cavidades cardíacas, mientras que uno de tipo más anaeróbico aumenta el grosor del miocardio. Una de las consecuencias de tales mejoras es un aumento del volumen sistólico (Warburton, Gledhill, Jamnik, Krip, y Card, 2004).
• Disminución de la frecuencia cardíaca (FC) en reposo y durante el ejercicio.
• Aumento de la capilarización cardíaca, mejorando el transporte de oxígeno a todos los tejidos y músculos del organismo. A su vez, también mejora el retorno venoso (Warburton, Gledhill y Jamnik, 1999).
• Prevención de enfermedades cardíacas (p. ej., infarto de miocardio), reduciendo así el riesgo de mortalidad derivado de ellas (Wessel et al., 2004).
• Mejora del flujo sanguíneo (Hambrecht et al., 2000), evitando la aparición de cardiopatías (p. ej., isquemia coronaria) derivadas de la formación de placas ateromatosas1 (Franklin, Swain y Shephard, 2003).
• Mantenimiento de la elasticidad arterial (Gokce et al., 2002).
• Reducción del riesgo de hipertensión arterial debido a un descenso de la resistencia periférica del flujo sanguíneo (diámetro de las arteriolas o viscosidad de la sangre) o del gasto cardíaco (volumen sistólico o FC).
b) Sistema respiratorio:
• Mejora de la capacidad pulmonar, unida a una disminución del volumen residual respiratorio.
• Mejora de los músculos respiratorios.
• Disminución de la frecuencia respiratoria por un aumento de la capacidad vital (CV).
c) Sistema metabólico y endocrino (Berg, Halle, Franz, y Keul, 1997; Halle, Berg, von Stein, Baumstark, Koning, y Keul, 1996):
• Aumento del consumo basal (gasto energético).
• Disminución de los lípidos (León y Sánchez, 2001).
• Disminución del colesterol, con un aumento del colesterol HDL y una disminución del colesterol LDL en los tejidos y arterias.
• Ayuda a la prevención y el control del sobrepeso o la obesidad, y contribuye al mantenimiento de un peso adecuado (Seidell, Cigolini, Deslypere, Charzewska, Ellsinger y Cruz, 1991).
• Incremento de la sensibilidad a la insulina, reduciendo el riesgo de aparición de diabetes mellitus tipo II (Dunstan et al., 2005).
d) Aparato locomotor (Warburton, Gledhill y Quinney, 2001):
• Mantenimiento de los músculos con un tono y capacidad funcional adecuados, remarcando la función de sostén que posee la columna vertebral.
• Conservación de la flexibilidad de las articulaciones, permitiendo una mayor relación con el medio y una autonomía mayores.
• Mantener íntegros los tejidos de las articulaciones sometidos a rozamiento y desgaste (cartílago articular).
• Reducción de la pérdida de calcio y otras sales minerales en los huesos, implicada directamente en la aparición de osteoporosis.
e) Nivel psicológico, social y emocional:
• Disminución de la ansiedad o depresión (Dunn, Trivedi y O’Neal, 2001).
• Mejoría en aspectos como autoconcepto, autoestima, competencia percibida, autoeficacia o imagen corporal (Tortolero, Taylor y Murray, 2000).
• Disminución del estrés (Dua y Hargreaves, 1992) y la agresividad (Norris, Carroll y Cochrane, 1992).
• Parece que la actividad física se asocia a un descenso del estado de ánimo negativo, de la desesperación y del distrés emocional, aminora la soledad e incrementa la felicidad (Page y Tucker, 1994; Tortolero et al., 2000).
• Mejora de los niveles de relajación, la actividad sexual y el sueño.
• A nivel social favorece el compañerismo, la cooperación, la mejora de las relaciones afectivas o la solidaridad.
f) Piel:
• Eliminación de toxinas, mejorando la transpiración mediante el sudor.
g) Otros beneficios:
• Disminuye el riesgo de aparición de cáncer (Lee, 2003), especialmente de algunos como el de mama, por estimulación del sistema inmunitario, o el de colon, por estimulación del peristaltismo intestinal (Thune y Furberg, 2001).
h) Mitiga los efectos adversos sobre la funcionalidad del organismo derivados del envejecimiento (figura 1.1).
Vemos cómo la actividad física regular puede desempeñar un papel importante, tanto desde el punto de vista de la prevención primaria, disminuyendo el riesgo de padecer ciertas enfermedades (p. ej., diabetes mellitus tipo II, hipertensión o cardiopatía isquémica, entre otras), como desde la prevención secundaria, formando parte del tratamiento precoz de algunas enfermedades, mejorando su control y disminuyendo la morbimortalidad asociada. En todo caso, esta actividad física va a contribuir a la mejora de la calidad de vida de quien la realiza, y en el caso de los colectivos especiales que nos ocupan, permitirá determinadas mejoras sobre las estructuras o funciones corporales con un estado alterado de su salud.
La propuesta, desarrollo y