Purgatorio. Divina comedia de Dante Alighieri. Franco Nembrini

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Purgatorio. Divina comedia de Dante Alighieri - Franco Nembrini


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      infin che’l mar fu sovra noi richiuso.

      La impresionante consonancia entre los dos pasajes salta inmediatamente a la vista: «acque», «piacque», «[ri]nacque». Y no solo porque Ulises acababa de decir (Infierno XXVI vv. 97-98; 101-102): «l’ardore / ch’i’ ebbi a divenir del mondo esperto» [«pudieron vencer en mí el ansia que sentía de conocer bien el mundo»] y «quella compagna / picciola da la qual non fui diserto» [«los pocos compañeros que no me abandonaron nunca»]. Las mismas rimas, cinco palabrasrima contenidas en unos pocos versos. Es el único caso en que riman estas tres palabras «acque», «piacque» y «[ri]nacque» tanto en el Infierno como en el Purgatorio. De igual modo, no es una coincidencia la expresión «com’altrui piacque» [«como el otro quería» / «como quiso Aquel»]. De hecho, este es el sistema que usa Dante cuando quiere decirle al lector, como ya sucedió en el Infierno: «Atento, porque estoy hablando de lo mismo».

      Alertados por esta observación, caemos en la cuenta de otras señales. La metáfora de la nave con la que se abre el canto (vv. 1-3) o la palabra «locura» (v. 59) que utiliza Virgilio para contarle a Catón la situación de Dante recuerdan el «loco vuelo» de Ulises. Y entonces nos damos cuenta de que Dante está confirmando aquí de forma clamorosa lo que ya habíamos vislumbrado en el canto XXVI del Infierno.

      ¿Por qué fue el viaje de Ulises un «loco vuelo» que le condujo no solo a la muerte, sino a la condenación? Porque el deseo de ir más allá de las Columnas de Hércules, de descubrir el océano del significado más allá del mar conocido de la experiencia cotidiana, es un deseo bueno y justo, que solo puede cumplirse por medio de un acto de humildad, no de presunción, ceñidos por un junco y no por el ansia de aventura, guiados por un maestro y con la resolución de llevar a cabo el recorrido hasta el final.

      La humildad es la virtud que dispone al encuentro con el Misterio infinito. No hay que buscar más allá del mar conocido el Misterio que está en el origen de la realidad. La misericordia de Dios viene a buscarte donde estás, en la «selva oscura» en la que te encuentras. En cierto sentido, Ulises habría necesitado a un Virgilio que le dijera: «Te conviene seguir otro camino» (Infierno I v. 91). Es decir, tienes razón, Ulises, necesitas conocer el Misterio, pero te estás equivocando de camino. No existen atajos y no se trata de dar la vuelta al mundo, sino de llegar hasta el corazón de la realidad, hasta la profundidad de uno mismo.

      1 Ya brilla la luz de la aurora, himno de las monjas trapenses de Vitorchiano, en Italia.

      2 Cesare Pavese, Diálogos con Leucó, Fundación Editorial El perro y la rana, Caracas 2018, digital, p. 213.

      3 Cesare Pavese (1908-1950), escritor, poeta y traductor, en particular de literatura estadounidense contemporánea.

      4 T. S. Eliot, «Coros de la piedra», en Poesías reunidas 1909-1962, Alianza, Madrid 1995, p. 182.

      5 Thomas Stearns Eliot (1888-1965), poeta, dramaturgo y crítico literario británico-estadounidense, una de las cumbres de la poesía en lengua inglesa del siglo XX.

      6 Cf. Dante Alighieri, Infierno, op. cit., pp. 86-88.

      7 Benedicto XVI, La Iglesia y el escándalo de los abusos sexuales, I, 9. https://religion.elconfidencialdigital.com/media/religionconfidencial/files/2019/04/14/benedictoxvi.pdf

      8 Terry Pinkard cree que la atribución de la frase a Hegel es una «leyenda», en Ídem, Hegel. Una biografía, Acento, Madrid 2002, pp. 155-156.

      9 Luigi Giussani, El sentido de Dios y el hombre moderno, Encuentro, Madrid 2005, pp. 48-49.

      10 Maschere nude («máscaras desnudas») es el título que Pirandello eligió para la antología completa de sus obras teatrales (N. del T.).

      11 Luigi Pirandello (1867-1936), dramaturgo, novelista y escritor de relatos cortos, premio Nobel de Literatura en 1934.

      12 Clive Staples Lewis (1898-1963), medievalista, apologista cristiano, crítico literario, novelista, académico, locutor de radio y ensayista.

      13 C. S. Lewis, Cartas del diablo a su sobrino, Espasa-Calpe, Madrid 1977, p. 81.

Per correr miglior acque alza le vele omai la navicella del mio ingegno, che lascia dietro a sé mar sì crudele;e canterò di quel secondo regno dove l’umano spirito si purga e di salire al ciel diventa degno.Para surcar mejores aguas, iza las velas ahora la navecilla de mi ingenio, que deja atrás mar tan cruel, y cantaré de aquel segundo reino donde se purifica el espíritu humano para hacerse digno de subir al cielo.
Ma qui la morta poesì resurga, o sante Muse, poi che vostro sono; e qui Calïopè alquanto surga,seguitando il mio canto con quel suono di cui le Piche misere sentiro lo colpo tal, che disperar perdono.Resurja, pues, aquí la muerta poesía, ¡oh santas musas!, ya que vuestro soy, y aquí Calíope1 salga a mi encuentro acompañando mi canto con aquella voz cuyos efectos sintieron de tal modo las míseras Urracas,2 que desesperaron de obtener su perdón.
Dolce color d’orïental zaffiro, che s’accoglieva nel sereno aspetto del mezzo, puro infino al primo giro,a li occhi miei ricominciò diletto, tosto ch’io usci’ fuor de l’aura morta che m’avea contristati li occhi e ’l petto.Un suave color de zafiro oriental que se difundía por el sereno aspecto del aire puro hasta el primer cielo, devolvió el placer a mis ojos en cuanto salí de la atmósfera muerta, que me había entristecido los ojos y el corazón.
Lo bel pianeto che d’amar conforta faceva tutto rider l’orïente, velando i Pesci ch’erano in sua scorta.El bello planeta que convida al amor3 hacía sonreír a todo el Oriente, echando un velo sobre la constelación de Piscis, que iba en su escolta.
I’ mi volsi a man destra, e puosi mente a l’altro polo, e vidi quattro stelle non viste mai fuor ch’a la prima gente.Me volví a la derecha, reparando en el otro polo, y vi cuatro estrellas nunca vistas desde los primeros humanos.4
Goder pareva ’l ciel di lor fiammelle: oh settentrïonal vedovo sito, poi che privato se’ di mirar quelle!Gozar parecía el cielo con sus resplandores. ¡Oh septentrión, qué triste lugar eres, pues que te ves privado de mirarlas!
Com’ io da loro sguardo fui partito, un poco me volgendo a l’altro polo, là onde ’l Carro già era sparito,vidi presso di me un veglio solo, degno di tanta reverenza in vista, che più non dee a padre alcun figliuolo.Cuando dejé de mirarlas, yo, volviéndome un poco hacia el otro polo, de donde el Carro5 había ya desaparecido, vi cerca de mí un viejo solo, digno de tanta reverencia por su aspecto, que más no debe a su padre ningún hijo.
Lunga la barba e di pel bianco mista portava, a’ suoi capelli simigliante, de’ quai cadeva al petto doppia lista.Larga y blanqueada por las canas era su barba, así como sus cabellos, que caían sobre el pecho partidos en dos mechones.
Li raggi de le quattro luci sante fregiavan sì la sua faccia di lume, ch’i’ ’l vedea come ’l sol fosse davante.Los rayos de las cuatro luces santas cubrían de tal modo su rostro de resplandores, que lo veía como si tuviese al sol delante.6
«Chi siete voi che contro al cieco fiume fuggita avete la pregione etterna?», diss’ el, movendo quelle oneste piume.«¿Quiénes sois vosotros, que, contra la corriente del temeroso río, habéis huido de la prisión eterna? —dijo, moviendo aquella venerable barba.
«Chi v’ha guidati, o che vi fu lucerna, uscendo fuor de la profonda notte che sempre nera fa la valle inferna?Son le leggi d’abisso così rotte? o è mutato in ciel novo consiglio, che, dannati, venite a le mie grotte?».¿Quién os ha guiado? ¿Quién os alumbró para salir de la honda noche que mantiene siempre oscuro el valle infernal? ¿Se han quebrantado así las leyes del abismo? ¿O se ha dado en el cielo un nuevo decreto que permite a los condenados venir a mis grutas?».
Lo duca mio allor mi diè di piglio, e con parole e con mani e con cenni reverenti mi fé le gambe e ’l ciglio.Mi guía, entonces, me cogió, y con palabras, ademanes y señas me indicó con reverencia doblase la rodilla y bajase los ojos.
Poscia
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