Atrapada al atardecer. C. C. Hunter

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Atrapada al atardecer - C. C. Hunter


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seguro de que el detective está trabajando en cientos de casos diferentes —añadió Lucas—. Que lo hayan atacado no quiere decir que sea por Kylie. Podría estar relacionado con cualquiera de sus demás casos. Los investigadores privados están siempre molestando a la gente.

      —Cierto —respondió Holiday—. Pero Burnett estaba lo suficientemente preocupado como para querer a los Brighten lejos del campamento. Necesitamos tomar precauciones.

      La mente de Kylie dio un giro en forma de U y estacionó en el hecho de que era Perry, uno de sus compañeros cambiaformas, quien seguía a los Brighten.

      —¿Qué forma tenía Perry cuando se fue tras ellos?

      La última vez que había visto a Perry en una forma alternativa había sido como una especie de pterodáctilo que parecía salido del periodo jurásico. Claro que Kylie suponía que eso era mejor que el león del tamaño de una furgoneta y el unicornio en los que se había convertido antes de eso. ¡Maldita sea! Si no tenía cuidado, Perry podría llegar a provocar un ataque al corazón a la pareja de ancianos.

      —No te preocupes —contestó Holiday—. Perry no hará ninguna tontería.

      Miranda escogió ese momento para unirse al grupo.

      —Por favor, Perry y las tonterías van de la mano como los sapos y las verrugas —dijo mientras se echaba su cabello tricolor por encima del hombro, como para acentuar su actitud.

      Miranda era una de las siete brujas de Shadow Falls, y también compañera de cuarto de Kylie. Por el tono de Miranda, era evidente que no estaba preparada para perdonar a Perry por ser cruel con ella después de enterarse de que otro cambiaformas la había besado… sobre todo cuando ella se había disculpado. La mirada de la bruja abarcó a todo el grupo.

      —¿Qué? —preguntó Miranda—. ¿Va algo mal? —La preocupación se entreveía en sus ojos, una prueba de que aunque siguiese enfadada, todavía se preocupaba por el cambiaformas—. ¿Perry está bien? —inquirió mientras daba vueltas a un mechón de cabello rosa con el dedo índice.

      —Sí, está bien —dijeron Kylie y Holiday al unísono. Luego, Kylie se volvió a centrar en la preocupación que tenía por los Brighten, si es que eran de verdad los Brighten.

      Miró a Holiday.

      —¿Para qué querría nadie hacerse pasar por mis abuelos?

      —Para acceder a ti —respondió Holiday.

      —Pero parecían tan auténticos —Kylie recordó—. No. No pueden ser impostores. Yo… he visto a los ángeles de la muerte. Me han enviado un mensaje.

      —Oh, mierda —dijo Della, y ella y Miranda dieron un paso atrás. Aunque Lucas pareció no inmutarse, abrieron los ojos de golpe. Según la leyenda, los ángeles de la muerte estaban llamados a castigar a las especies no humanas para mantenerlas a raya. Todo ser sobrenatural que se preciase de serlo conocía a un amigo de un amigo que se había portado mal y que luego había sido achicharrado por un ángel de la muerte vengativo.

      Aunque Kylie había sentido el enorme poder de estos ángeles, no estaba segura de que su reputación siniestra no fuera exagerada, aunque no es que estuviera ansiosa por comprobar la teoría. Sin embargo, teniendo en cuenta todos los errores que había cometido y que no había sido reducida a cenizas por ello, era escéptica al respecto.

      —¿Qué mensaje? —preguntó Holiday con un tono libre de todo recelo. La directora del campamento, que también podía hablar con fantasmas, era una de las pocas personas que no temían a los ángeles de la muerte.

      —Sombras… en la pared del comedor, entonces…

      —¿Cuando estábamos ahí dentro? —la interrumpió Della—. Y ¿no nos lo has dicho?

      Kylie ignoró a Della.

      —He escuchado una voz en mi cabeza que me decía que fuera en busca de mi destino. ¿Por qué recibiría ese mensaje si no fueran mis abuelos?

      —Buena pregunta —dijo Holiday—. Aunque quizás signifique que esta situación te llevará a la verdad.

      —Debería habérnoslo dicho —murmuró Della a Miranda.

      Kylie recordó la aparición de Daniel, la urgencia que había notado en su voz a pesar de lo poco que había sido capaz de comunicar. ¿Había malinterpretado completamente lo que le había querido decir? ¿Había venido para avisarla de que aquellos no eran sus padres adoptivos? La duda estaba sembrada, y ya no sabía qué creer.

      Kylie respiró profundamente, y otra preocupación se deslizó hasta su banco de problemas.

      —¿Se pondrá bien el detective?

      —No lo sé. —Holiday frunció el ceño—. Burnett me ha dicho que Derek está con él en el hospital, mientras sigue investigando la escena del crimen.

      La preocupación por Derek le oprimía el pecho. Sacó el teléfono de la funda y marcó su número.

      No obtuvo respuesta, y no supo si era porque no podía contestar o porque había vuelto a evitar hablar con ella, a expulsarla de su vida.

      ¡Hombres!

      ¿Por qué los chicos no paraban de decir que las chicas eran tan complicadas, tan difíciles de entender, cuando ella no había conocido a un solo chico que no la hubiera confundido hasta hacerla gritar?

      ***

      Mientras los demás se perdían en conversaciones, Kylie se escabulló y fue a sentarse bajo su árbol favorito. Abrió el sobre y pasó despacio las fotografías, prestando atención a todos los pequeños detalles de Daniel. La forma en que sus ojos azules se iluminaban al sonreír, la manera en que las puntas del pelo se le rizaban un poco cuando lo llevaba largo. Vio tanto de ella en él que su corazón se aceleró, dolorido por extrañarlo.

      Cuando llegó a la foto en la que aparecía junto a su madre, Kylie no pudo evitar sonreír al ver que Daniel sonreía a su madre, y que ella lo miraba a él. Amor. Una parte de Kylie quería llamar a su madre en ese instante y preguntarle por la foto, pero teniendo en cuenta lo que Holiday y los otros pensaban, sería mejor quedarse callada. Con suerte, no por mucho tiempo.

      —Hola.

      La voz de Lucas llamó su atención, y Kylie sonrió.

      —Hola.

      —¿Te importa que te haga compañía?

      —Compartiré mi árbol contigo. —Se apartó hacia un lado para hacerle sitio.

      Él se dejó caer a su lado y le estudió la cara. Su hombro, tan cálido, rozó el suyo, y ella saboreó lo cerca que estaba de él.

      —Pareces feliz y triste, y confundida. —Le apartó unos cuantos mechones de pelo de la cara.

      —Estoy confundida —respondió—. Han sido tan buenos y… ya no sé qué pensar. ¿Cómo podrían tener estas fotos si no fueran los Brighten?

      —Podrían haberlas robado.

      Sus palabras le hicieron daño, sin embargo Kylie sabía que tenía razón. Pero, ¿por qué alguien iría tan lejos para convencerla de que eran los padres de Daniel? ¿Qué podrían ganar con ello?

      Lucas bajó la vista hacia las fotos que ella seguía sujetando.

      —¿Puedo verlas?

      Asintió y le pasó el montón de fotos.

      Él las fue pasando lentamente.

      —Debe de resultar extraño mirar a la cara de alguien al que te pareces mucho y no conocerlo.

      Kylie levantó la mirada hacia Lucas.

      —Pero yo sí lo conozco.

      —Quiero decir… en persona —contestó Lucas, con las cejas arqueadas. Ella asintió, al comprender su torpeza para entender todo lo relacionado con los fantasmas, aunque deseaba que no


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