Atrapada al atardecer. C. C. Hunter

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Atrapada al atardecer - C. C. Hunter


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a veces ocurre. El otro día, me encontré a un anciano empapado, desnudo como un recién nacido. Acababa de morir en la ducha de su residencia de ancianos y quería que avisara a la enfermera para que fuera a sacarlo de ahí. —Holiday sacudió la cabeza.

      —¿Y qué hiciste?

      —Llamé a la enfermería y les dije que era una amiga de la familia y que había intentado llamar al señor Barnes a su habitación pero no había obtenido respuesta.

      —¿Y se fue?

      —Se desvaneció inmediatamente.

      —Espero que sea así de fácil con este espíritu, no me vendría mal un descanso. —Kylie recordó lo que el espíritu le había dicho—. ¿Sabes qué?… El espíritu me ha dicho que unas personas le habían pedido que me dijera algo.

      —¿Que te dijera qué?

      —Le he preguntado, pero… solo ha dicho algo como «algunas personas viven, algunas personas mueren». Lo que ha dicho no tenía sentido.

      —Rara vez dicen algo con sentido al principio.

      Kylie se mordió el labio inferior y preguntó:

      —¿Podría ser mi padre que trata de decirme algo? Ha intentado aparecerse justo antes de ver a los Brighten, o quienesquiera que fuesen.

      Holiday dejó de mecerse.

      —¿Qué te ha dicho?

      —No ha llegado a manifestarse del todo. Lo único que he conseguido han sido unas pocas palabras. —Kylie frunció el ceño—. ¿Por qué tiene que dejar de visitarme?

      Un gesto de simpatía llenó la cara de Holiday.

      —La muerte es un nuevo comienzo, Kylie. No se puede empezar una nueva etapa sin haber abandonado la anterior. Ha estado atrapado en el pasado durante demasiado tiempo. Necesita pasar página. ¿Entiendes lo que quiero decir?

      Kylie interrumpió el balanceo de su mecedora.

      —¿Lo entiendo? Puede. ¿Me gusta? No. —Se levantó entre suspiros—. Les he dicho a Miranda y Della que nos veríamos en la cabaña.

      —Claro… —Holiday pareció dudar por un momento—. Había pensado que este sería un buen momento para hablar de tus nuevos dones.

      —¿De qué hay que hablar? ¿Quieres que tengamos una charla solo porque atravesé un muro? —Kylie utilizaba el sarcasmo para ocultar sus sentimientos contradictorios.

      Holiday sonrió.

      —Y curaste a Sara. Y a Lucas.

      Kylie volvió a sentarse.

      —Esperemos que haya curado a Sara.

      —Por lo que contaste, me sorprendería que no lo hubieras hecho. —Holiday siguió mirándola a los ojos—. Si uno de tus dones es ser una protectora, Kylie, esto podría ser solo el comienzo de tus habilidades. Me sorprende que no me estés acribillando a preguntas.

      —A lo mejor me gustaría tener unas cuantas respuestas antes de empezar a hacer más preguntas. Y ni siquiera me refiero a preguntas sobre lo que yo soy, me conformaría con saber quiénes son los Brighten y qué ha tratado de decirme mi padre.

      Holiday le dirigió una mirada comprensiva y contestó:

      —Todo está yendo muy rápido, ¿verdad?

      —Sí, y hablar de ello no va a cambiar nada. —Su pecho rebosaba emoción.

      —Puede que sí. A veces las cosas no parecen reales hasta que no hablamos de ellas.

      Kylie suspiró.

      —No estoy segura de querer sentir que las cosas son más reales de lo que son ahora mismo.

      —Podríamos dar un paseo por las cataratas.

      —No —dijo Kylie. No estaba segura de soportar la decepción de ir hasta allí y que todo lo que obtuviera de aquellas mágicas aguas fuera una voz que le dijese que fuera paciente. ¿Acaso no había tenido suficiente paciencia?—. ¿Podemos hablar más tarde?

      —Claro. —Holiday comenzó a tocarla, pero entonces se apartó—. Pero esto es solo un aplazamiento temporal. Tenemos que hablar de verdad.

      —Sí, lo sé. —Kylie se echó hacia atrás para coger el sobre.

      —¿Puedo quedarme con eso durante un tiempo? —preguntó Holiday.

      El corazón de Kylie dio un salto.

      —Yo…

      —Solo durante unos días. Estoy segura de que Burnett querrá echarles un vistazo para comprobar si son originales o copias.

      Kylie asintió y dijo:

      —Son importantes para mí.

      —Lo sé —contestó Holiday con una sonrisa honesta.

      Kylie dio un paso y entonces, se dio media vuelta.

      —Me avisarás en cuanto sepas algo de Burnett o Derek, ¿verdad?

      —Inmediatamente —le aseguró Holiday.

      Kylie se disponía a irse cuando se detuvo, se dio la vuelta y caminó hacia Holiday para darle un abrazo. La abrazó muy fuerte.

      —Gracias.

      —¿Por qué? —Holiday sonaba confusa, aunque aquello no le impidió abrazar con fuerza a Kylie.

      —Por estar aquí. Por ser tú. Por soportarme.

      Holiday rio.

      —Estás empezando a sonar melodramática y eso está a un pelo de lo patético.

      Kylie deshizo el abrazo, sonrió de nuevo a Holiday, y tomó el camino hacia su cabaña.

      ***

      No había recorrido la mitad del camino cuando le pareció que el vello de la nuca se le erizaba y tuvo la sensación inconfundible de estar siendo observada. Miró a la izquierda, hacia el bosque, y no vio nada salvo árboles y arbustos. Lanzó una mirada a la derecha y vio un terreno cubierto, también vacío. Pero la sensación continuaba ahí… aún más intensa.

      Levantó la mirada hacia el despejado cielo azul. Parpadeó. Un ave volaba muy alto. Por su envergadura, el pico con forma de gancho y la marca blanca de su pecho la identificó como un águila. Estudió al pájaro, que planeaba lentamente, tomándose su tiempo, suspendido en el aire como si estuviera paralizado por… las vistas.

      ¿Qué vistas?

      ¿La había estado observando? ¿Era el ave el causante de esa sensación de estar siendo observada? ¿Era tan solo un águila normal? ¿O era alguien como Perry, capaz de cambiar de forma según sus deseos? Siguió mirándola, inquieta.

      Sin previo aviso, el águila cambió el curso de su vuelo. Sus movimientos se aceleraron al cargar. Cerca. Más cerca. El ave posó la mirada en la suya. Su ferocidad la hizo temblar. ¿O fueron sus grandes garras, listas para el ataque?

      Una ráfaga de aire provocada por el aleteo del ave le golpeó la cara. Kylie cerró los ojos.

      Capítulo 3

      Kylie alzó el brazo para protegerse la cara, pero no sintió nada, ninguna garra le arañó la piel, ni la cara ni el brazo.

      Oyó un crujido bajo sus pies, seguido de un tintineo. Se descubrió la cara y miró hacia abajo, y entonces, contuvo la respiración. Dio un salto hacia atrás mientras el águila usaba su afilado pico y sus garras para atacar a la serpiente que había a unos pocos centímetros de sus pies. El tintineo sonó otra vez. Se fijó en las formas de diamante que brillaban en el lomo marrón y alargado de la serpiente, y recorrió el cuerpo del reptil con la mirada, hasta el apéndice rosado y enroscado que salía de su cola.

      Una serpiente


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