¡Quiero ver sangre!. Rafael Aviña
Читать онлайн книгу.originalmente con el nombre de Doc Curtis, pero después tomó el de El Rayo de un amigo que lo había usado sin suerte. Todo el atuendo se lo fusiló sin ninguna pena (invirtiendo la dirección de los rayos en mallas y máscara) del personaje del cine La Sombra Vengadora, de la cinta del mismo nombre dirigida por Rafael Baledón. Fernando Osés (con apoyo de Eduardo Bonada en algunas tomas) estaba debajo de la careta para las faenas luchísticas y Armando Silvestre como galán de saco y corbata.
Otro personaje de esencia fílmica fue Superzán, lanzado en el cine mexicano con la pomposa Superzán. El Invencible (Federico Curiel, 1971). El hombre bajo la capucha era el fisicoculturista veracruzano Alfonso Mora, quien lo fue gracias a la recomendación de Tinieblas, primer candidato para encarnarlo. Superzán pasó de la pantalla al ensogado, pues se hizo luchador profesional. Como gran espaldarazo en su debut fílmico se incluía la aparición especial de Los Campeones Justicieros, con esta alineación: Tinieblas, Rayo de Jalisco, El Rostro, El Fantasma Blanco y Aníbal. Los encapuchados sólo aparecían para un extraño encuentro luchístico de cinco frente a cinco. A este film le siguieron los menos afortunados Superzán y el niño del espacio (Rafael Lanuza, 1972). El gladiador intervino en otro par de largometrajes: El robo de las momias de Guanajuato (Tito Novaro, 1972), con Mil Máscaras, Rayo de Jalisco, y Blue Ángel; El investigador Capulina (Gilberto Martínez Solares, 1973) y La mansión de las siete momias (Rafael Lanuza, 1975) con Blue Demon y Manolín.
El cine dio también para que un sacerdote se enmascarara como Fray Tormenta, inspirado en la cinta El señor Tormenta (Fernando Fernández, 1962); como en la trama de la película, él sostenía un orfanato con sus actuaciones en el ring, lo que ejemplifica la entrañable relación del cotidiano mexicano con la lucha libre. Fray Tormenta impulsó el desarrollo de muchos niños sin hogar; formó profesionistas y también a varios luchadores, ya que su casa hogar cuenta con un cuadrilátero profesional para entrenar. El Señor Tormenta era Eric del Castillo, pero el que sudaba el enlonado era Ray Mendoza, quien también dobló a Julio Aldama, el amigo del presbítero que subió al ring para hacerle el quite cuando el sacerdote tuvo que abandonar el ensogado por una lesión. Del orfanato de Fray Tormenta surgió el popular luchador El Místico, hijo del Dr. Karonte, luchador que también sampleo nombre fílmico. En la película El Enmascarado de Plata (Ramón Obón, 1952), Enrique Llanes interpreta al temible enmascarado homónimo, cuyo jefe era el autodenominado El Tigre (Luis Aldás bajo la careta), mientras que El Médico Asesino salía con su equipo tradicional (y era Cesáreo Manrique, el legítimo luchador). En Los Campeones Justicieros (Federico Curiel, 1970) Gran Markus se puso el equipo de El Médico Asesino, y dobló también a Tinieblas en algunas secuencias de acción. Por su parte Roberto Cañedo se encapuchó en Las luchadoras vs El Médico Asesino (René Cardona, 1962). René Copetes Guajardo y Karloff Lagarde salen con las tapas (inventadas para el cine) de Ángel y Satán en Los endemoniados del ring y La mano que aprieta (díptico de Alfredo B. Crevenna de 1964). Jorge Rivero se encapuchó como El Enmascarado de Oro en El asesino invisible (1964) de René Cardona. Rivero también se puso capucha junto a Rogelio Guerra y Eduardo Bonada (el primer Huracán Ramírez) para las cintas Los Leones del Ring y Los Leones del Ring vs la cosa nostra (Chano Urueta, 1972). En Santo vs los villanos del ring (Alfredo B. Crevenna, 1966) salen los luchadores Felipe Ham Lee y El Nazi con capuchas que los definen como los enmascarados Negro y Gris, efímeros personajes aliados al de plata.
–¿Y ése quién es, Demon?.
–Es el director, Santo.
–Ah caray. Pensé que era la momia.
La ensalada completa: Lorena Velázquez de técnica, un second encapuchado y refereando Shadito Cruz, padre de los maravillosos Brazos y mentor del mítico Canek. Todos en Las luchadoras vs El Médico Asesino (René Cardona, 1962).
En la serie de películas de Neutrón, El Enmascarado Negro, la máscara pasó de Wolf Ruvinskis a Julio Alemán, como indicaban las complicaciones de la trama, pero “el auténtico” era Wolf. Armando Silvestre era el Doctor Caronte, pero siempre que estaba enmascarado como tal le doblaba la voz Narciso Busquets. Fue un exceso que Ruvinskis se enmascarara como Caronte para engañar a sus zombies y también Busquets hablara por él. Wolf fue asimismo el fantástico encapuchado El Vampiro, en la grandiosa El ladrón de cadáveres (Fernando Méndez, 1956).
Mil Máscaras es una creación de Valente Pérez, célebre articulista y formador de talentos que desde el seno de la revista Lucha Libre lanzó a varias figuras. Tanto Mil Máscaras como Tinieblas salieron de esa publicación, tras iniciar su conexión con el público con columnas de intercambio epistolar. Mil Máscaras, ex competidor de Mr. México, fue seleccionado de entre varios aspirantes, luego de lo cual se fue a Jalisco para formarse con el reconocido maestro de lucha El Diablo Velasco. Tinieblas, el afamado Gigante Sabio, superó en la elección a algunos luchadores de buena trayectoria pero sin su presencia atlética. Se afirma que entre los candidatos estaba el escapista Zovek, quien también pasó por el cine de encordado con La invasión de los muertos (René Cardona Jr., 1971) haciendo mancuerna con El Demonio Azul. Pérez fue también el creador de personajes que se volvieron luchadores históricos como Canek y Fishman. El Hombre Pez sólo luchó para la pantalla grande (La furia de los karatekas, Alfredo B. Crevenna, 1982; y Lucha a muerte, Juan Fernando Pérez Gavilán, 1992), mientras que Canek, quien para muchos especialistas ha sido el mejor peso completo mexicano de la historia, hizo un papel secundario al lado de Rafael Inclán en El Mofles II (Javier Durán, 1992). Se ve también a ambos luchadores en algunas acciones de La llave mortal (Francisco Guerrero, 1990).
El Multifaces debutó en el cine con la cinta Mil Máscaras, de Luis Enrique Vergara, en 1966. La filmografía de Don Personalidad suma varios títulos famosos como Las vampiras (Federico Curiel, 1967), Enigma de muerte (Federico Curiel, 1967), Los vampiros de Coyoacán (Arturo Martínez, 1973), La verdad de la lucha (Fernando Durán, 1988) y La llave mortal (Francisco Guerrero, 1990), además de las dos que hizo con El Santo y Blue Demon: Las momias de Guanajuato (Federico Curiel, 1970) y Misterio en las Bermudas (Gilberto Martínez Solares, 1977). Mil Máscaras coprodujo sus últimas películas y realizó un secundario en apoyo a El Hijo del Santo en Frontera sin ley (Rafael Pérez Grovas, 1983).
Tinieblas hizo su presentación fílmica en Los Campeones Justicieros (Federico Curiel, 1970). El Gigante Sabio es justamente considerado entre las incógnitas “de leyenda”, aunque curiosamente nunca estelarizó una película en solitario, como sus colegas. Su última aparición cinematográfica la hizo en La furia de los karatecas y El puño de la muerte (Alfredo B. Crevenna, 1982), cintas rodadas en forma simultánea y confundidas con frecuencia que fueron el último legado fílmico de El Santo. La verdadera fama alcanzaría a Tinieblas con sus intervenciones en la televisión y los cómics.
Huracán Ramírez fue un personaje concebido para el celuloide por el cineasta Joselito Rodríguez. El éxito taquillero lo volvió real en los cuadriláteros. En la primera cinta Huracán Ramírez (Rodríguez, 1952) fue encarnado por Eduardo Bonada, pero a partir de ahí el hombre bajo la máscara fue Daniel García (sin la máscara era el actor David Silva), quien había luchado previamente como El Buitre Blanco y Chico García. Bonada renunció al personaje y García lo catapultó a grandes dimensiones más allá del cinematógrafo, ya que fue un gran luchador. Sus diferencias con los hermanos Rodríguez fraccionaron a esa figura en clones bastante deslucidos, pero García, protegido por don Rafael Barradas, el entonces secretario de la Comisión de Box y Lucha del Distrito Federal, pudo preservar sus derechos sobre el nombre de Huracán Ramírez. El acuerdo con los Rodríguez concluyó que él sería Huracán en la lucha y ellos dispondrían del personaje en otros escenarios, incluido el cine.
No se puede apreciar el cine de luchadores sin reconocer sus códigos, que son los mismos que rigen los encuentros de lucha libre. El público que entra a la arena sabe que el luchador que aplica un castigo