Contratos de comercio internacional. Aníbal Sierralta

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Contratos de comercio internacional - Aníbal Sierralta


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Para ser eficaz, un programa nacional de exportaciones requiere mucho más que dinero o financiamiento promocional. Todo esfuerzo será desperdiciado, a menos que el empresario y las instituciones sean capaces de usar eficazmente los incentivos y facilidades. No tiene mucha gracia exportar mercancías, a menos que adoptemos para nosotros una política comercial que permita el reembolso de los préstamos otorgados al exportador, forme negociadores y utilice cabalmente al cuerpo asesor que se educa en nuestras universidades.

      4.3. El esfuerzo exportador de América Latina

      Se ha dicho, en muchos aspectos sin razón, que el decenio del 80 fue una «década perdida». Empero, en lo que se refiere a la exportación de mercaderías por parte de América Latina, la afirmación es perversa. Durante dicho decenio, Latinoamérica aumentó el volumen de sus exportaciones a un promedio anual de 4,4%, por encima del 2,6% de todo el comercio mundial. Y en 1987 alcanzó un monto sin precedentes, llegando a frisar un 35% más alto que en el inicio del decenio.

      Lo más trascendente es que ese crecimiento se logró con la participación de un buen número de países —México, Colombia, Brasil, Perú, Uruguay, Chile y Costa Rica—, aun cuando Perú tuvo una contracción de 17% a fines del siglo pasado, siguiendo a otros países —Bolivia, El Salvador, Nicaragua, Guatemala— en igual situación, luego superó este estancamiento. El valor corriente de las exportaciones de América Latina ha crecido de manera constante desde 1980 hasta el 2010, en que alcanzó el 14,5%.

      En el transcurso de los últimos veinte años, la evolución de la estructura de las exportaciones latinoamericanas y caribeñas ha experimentado varios cambios y modificaciones, habiéndose caracterizado por una tendencia decreciente de la participación de sus productos primarios.

      En el último decenio, los rubros alimenticios aportaron dos terceras partes de las exportaciones de productos básicos; las materias primas agrícolas, 8%; y los minerales y metales, la cuarta parte.

      La estructura de la exportación de los productos primarios está cambiando paulatinamente al modificarse las proporciones de sus tres componentes: la de los productos alimenticios tiende a crecer; la de materias primas agrícolas oscila; mientras que la de los minerales y metales se reduce. Esto último ha sido determinado, en gran medida, por el comportamiento de los precios internacionales.

      Se pone de manifiesto que las exportaciones de América Latina y el Caribe, principalmente las de manufacturas, crecieron en forma acelerada en el decenio de 1990, debido sobre todo al avance de los procesos de integración. De representar 33,1% en 1990, pasaron a incrementarse a 59,2% en el año 2001 y mantener su crecimiento en los siguientes diez años.

      Hay un incremento en el volumen y en la composición de las exportaciones. De un peso importante de productos como la carne, el azúcar y el cacao, en el presente decenio estos cedieron paso a las frutas, las hortalizas, oleaginosas y el pescado, relegando en los últimos lugares a los precitados productos.

      Sobresale nítidamente la modificación en la estructura y el desempeño de las exportaciones de países como México y otros de Centroamérica. Estos países, que solían depender de las exportaciones de productos primarios, comenzaron a perder participación en el mercado de dichos productos. En la actualidad, exportan también productos manufacturados y servicios como el caso de Costa Rica.

      El avance exportador de estos países se ha producido por su orientación al mercado de Estados Unidos de América, estimulada por exenciones arancelarias y de impuestos locales, entre otros incentivos; asimismo, por el resultado de operaciones de ensamblado de baja remuneración. Este fenómeno es el que se ha dado en denominar «industria maquiladora».

      Este esfuerzo indudable se ha venido efectuando en medio del desaliento que genera el deterioro de los términos de intercambio, la ausencia del capital externo que incentive proyectos industriales y el escandaloso aumento de las tasas de interés de la deuda externa, que se mantiene inmoralmente hasta la fecha sin que exista una política subregional al respecto.

      Las exportaciones de los países latinoamericanos en su conjunto tienen una parte significativa de productos de tecnología intermedia; la participación en el mercado mundial se ha elevado durante la última década, sobresaliendo el caso de las exportaciones de vehículos automotores.

      Las exportaciones de manufacturas fueron un factor dinámico en el sector externo; es posible apreciar ahora aviones, barcos, computadoras, máquinas y herramientas latinoamericanas que son utilizados en países desarrollados. Otro sector exportador naciente en este decenio es el de servicios —proyectos, construcción pesada, turismo, bancos, empresas de fondos de pensiones, servicios médicos—, que ha alcanzado un buen e interesante volumen de exportaciones no tradicionales hacia mercados extra regionales como el África, el Medio Oriente, Asia y Europa, aun cuando en este caso se deba particularmente a las transnacionales de Brasil, Argentina y México.

      4.4. Un desarrollo integral de las exportaciones

      El modelo de promoción de exportaciones hizo énfasis en facilitar e incentivar las exportaciones de manufacturas, dejando fuera del esquema la comercialización de commodities, ya que, como se ha dicho, los objetivos se concentraron en exportar a partir de la industria infante surgida en el período de «sustitución de importaciones». Sin embargo, la exportación de materias primas, a pesar de ser el componente más importante en las balanzas comerciales de América Latina, no fue considerada como un factor de apoyo para hacer crecer las exportaciones ni como un flujo de recursos hacia sectores productivos. El énfasis en las exportaciones olvidó, una vez más, las materias primas y los ingresos que generaba como un elemento motivador para reorientar los recursos y beneficios hacia una industria exportadora.

      La mayoría de países olvidó que existen dos mercados: el interno y el externo. El primero es la base de las industrias exportadoras pues les permite tener una demanda que sostiene la estructura empresarial para poder competir en los mercados externos. En tanto que el segundo es difícil de acometer por la acelerada competencia en las manufacturas y porque respecto de las materias primas o commodities no son susceptibles de modificar ya que la demanda depende del exterior.

      Por otro lado, este esfuerzo exportador a partir de la década de 1990, se encontró con las políticas de liberalización y el desmantelamiento del Estado y los estándares regulatorios.

      A todo ello hay que agregar los aspectos financieros que inciden de manera directa en una operación comercial, como es el predominio del dólar, el nacimiento del euro y la liberalización de la actividad financiera, que hace difícil distinguir entre comercio e inversión, debido al surgimiento de los créditos consorciales, la securitización o titularización. De esta manera, ahora debemos reconocer que los flujos financieros afectan directamente la exportación de mercancías, ya que en una operación comercial internacional es difícil desligar sus componentes físicos de aquellos financieros o de inversión.

      Todo lo anterior exige plantear un desarrollo integral de las exportaciones, tanto de materias primas como de manufacturas, dentro de un creciente flujo de recursos financieros. Este modelo propuesto parte de los siguientes supuestos.

      1 Las exportaciones de materias primas de América Latina mantienen un peso importante en el rubro de su balanza comercial, razón por la cual es necesario que sus países participen activamente en los foros comerciales y en los grupos de países productores, para que estén en condiciones de realizar una acción de conjunto, ya que la demanda y crecimiento no es manejable por los países productores sino por los consumidores.

      2 Fortalecer el mercado interno de tal manera que la demanda de productos nacionales impulsa a la industria. Para ello hay que crear un sistema de alerta temprana para detectar prácticas desleales del exterior y fundamentalmente expandir la oferta, aumentar la productividad y, en consecuencia, disminuir los costos unitarios de producción, con lo cual mejora la competitividad y se acrecienta la oferta exportable.

      3 Las exportaciones de manufacturas se han visto afectadas por las exigencias de nuevos recursos para la adquisición de equipos y tecnología, que posibiliten llegar a grados óptimos de calidad y satisfacer exigencias como las reglas del ISO 9000, las medidas de protección del medio ambiente y las reglas de la International Standard Organization o del


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