Caudillos y Plebeyos. Julio Pinto Vallejos

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Caudillos y Plebeyos - Julio Pinto Vallejos


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de García-Bryce), y la «plebe urbana» arequipeña (obra citada de Sarah Chambers). Por su parte, Carlos Aguirre y Charles Walker han compilado un grupo de monografías sobre el bandolerismo y la montonera como fenómenos de interpelación social, pero también política, durante la instalación del orden republicano84.

      En medio de esta profusión de estudios, el período específicamente castillista ha recibido un poco menos de atención, aunque varias de las obras citadas en los párrafos anteriores lo insertan dentro de un marco cronológico más amplio. Lo que sí ha sido objeto preferencial de atención es el trasfondo de bonanza guanera sobre el cual se construyó dicho régimen, con sus inevitables connotaciones de «oportunidad perdida» para un desarrollo económico más sostenido. Esto incluye a la historiografía o a la sociología histórica de orientación más «estructuralista» o «dependentista» de los años sesenta y setenta (Jonathan Levin85, Heraclio Bonilla86, Julio Cotler87, William Matthew88, Shane Hunt89), y más recientemente, y por cierto desde un ángulo no necesariamente coincidente con las miradas anteriores, a las obras ya citadas de Paul Gootenberg y Javier Tantaleán. Los aspectos políticos del castillismo, por su parte, han sido analizados por Carmen Mc Evoy90 y Ulrich Mücke91 en su condición de contexto para el surgimiento del Partido Civil de Manuel Pardo; por Gabriella Chiaramonti en sus prácticas ciudadanas y electorales92; por Alicia del Águila en su mirada de más largo aliento sobre el despliegue de la «ciudadanía corporativa» en el Perú decimonónico93; y especialmente por la tesis doctoral de Natalia Sobrevilla, focalizada de manera específica en la cultura política de ese régimen y en sus afanes por sobreponerse al intenso regionalismo que había obstaculizado las tentativas anteriores de unificación nacional94. También se dispone de estudios sobre coyunturas políticas particulares dentro del ciclo castillista, tales como los de Víctor Peralta sobre las elecciones de 1844 y la guerra civil de 185495, el de José Ragas sobre la campaña de 185096, y el de Carlos Aguirre sobre la «construcción ideológica de la criminalidad» durante el último gobierno del Libertador97. En suma, aunque tal vez no tan nutrida como la referida a la «conexión plebeya» del orden rosista, la producción historiográfica sobre el Perú de Castilla no ha desatendido esa dimensión del proceso de construcción estatal que ese gobernante encabezó, sugiriendo a priori, nuevamente a semejanza de la experiencia bonaerense, un grado mayor de sensibilidad hacia esos actores que el Chile portaliano.

      A partir de las coordenadas historiográficas y teóricas resumidas en las páginas anteriores, los capítulos que se despliegan a continuación se proponen incursionar de manera más sistemática en el ejercicio comparativo que motiva este proyecto. Se ofrece allí una narración más prolija y matizada de los procesos considerados, estableciendo los paralelismos o contrastes que se estima más relevantes en el momento mismo en que éstos se presentan al análisis. El orden de los capítulos (Chile primero, luego Buenos Aires, y finalmente Perú) obedece básicamente a la secuencia en que se fue realizando la investigación, en ningún caso, como debería quedar claro a través de la lectura, a alguna suerte de prurito «chovinista» de parte del autor. Como se verá en las conclusiones, el desempeño de su propio país en las disyuntivas históricas analizadas es el que se sitúa más lejos de sus propias sensibilidades y preferencias, demostrando que la comparación puede ser también un muy saludable y necesario factor de autocrítica y humildad nacional.

      Antes de concluir esta introducción, cabe reiterar dos grandes consideraciones sobre el carácter y propósitos del ejercicio realizado, y sobre su alcance y limitaciones. En primer lugar, consignar que su principal aporte no radica en la profundización monográfica en cada uno de los casos estudiados, tarea prácticamente inabordable para un solo autor, sobre todo tratándose de países diferentes al propio. Prueba de ello es el recurso permanente (e inestimable) a una historiografía sumamente rica y sofisticada como la ya reseñada, aunque también resultó de enorme valor, como se podrá constatar en el libro mismo, el acceso personal a los acervos documentales de los países respectivos. En todo caso, y como se ha dicho repetidamente, el principal sentido de este proyecto no era abundar en la producción de historias nacionales. Muy por el contrario, y esta sería la segunda consideración preliminar, cualquier mérito que esta indagación pueda tener se sitúa más bien en el ejercicio comparativo mismo, y en las posibilidades que este brindó, desde una perspectiva «unificada» (la del autor), para buscar puntos de contacto y divergencia que nos ayuden a conocer mejor nuestras historias comunes, y a sustentar una visión más auténticamente latinoamericanista.

       Nota sobre la ortografía de las citas: Los documentos originales consultados para este trabajo exhiben numerosas disparidades ortográficas, propias de un período en que las normas de esta naturaleza no estaban bien asentadas (verificándose incluso tentativas de crear una ortografía propiamente hispanoamericana, como la protagonizada en Chile por Domingo Faustino Sarmiento), y también de la muy disímil instrucción formal de sus redactores. En tal virtud, y para facilitar la lectura a un público actual, se ha optado por uniformar las citas textuales de acuerdo a los usos y convenciones de nuestra propia época.

      1 Se utiliza el término «plebeyo» como una suerte de sinónimo de «subalterno» o «popular», pero con el añadido de dar cuenta de un sector social que, sin reducirse necesariamente a una matriz «clasista» (lo que sería a lo menos problemático en relación a sociedades en que el capitalismo recién comenzaba a despuntar), comparte, por encima de su reconocida heterogeneidad social y cultural, el doble atributo de la pobreza material y la subordinación respecto de grupos política y económicamente dominantes. Implica, por tanto, una visión dialéctica de la sociedad, incluso de sociedades parcial o totalmente «pre-modernas». Tiene, por último, la ventaja de ser un término empleado por los propios actores, como se verá en el transcurso del libro. Una referencia ineludible para el uso de «plebe» en estos términos es E. P. Thompson, «Eighteenth-Century English Society: Class Struggle without Class?», Social History, vol. 3, Nº 2, 1978, pp. 133-165.

      2 A lo largo de este libro se ha evitado el uso de mayúsculas para encabezar la palabra «estado», por considerar que dicha práctica confiere al concepto una suerte de dignidad ontológica que, al menos en la opinión de este autor, no se condice con su verdadero rol de aparato de dominación y frecuente fuente de violencia hacia la sociedad, especialmente hacia sus sectores subalternos.

      3 Se habla de Buenos Aires, y no de Argentina en general, porque durante el período rosista la autoridad efectiva de su mandato se circunscribía en lo esencial a la provincia, siendo mucho más tenue en el resto del país. Sin embargo, para los efectos analíticos que aquí interesan, el foco recae sobre el estado en construcción más que sobre el territorio sometido a su control, razón por la cual la diferencia en la escala de comparación no resulta demasiado relevante, menos aun en un período en que la entidad territorial de las futuras naciones se mantenía en estado de flujo.

      4 En realidad, el período llamado «portaliano», de acuerdo a la convención establecida, se extiende hasta el término de la presidencia de Manuel Montt en 1861. Sin embargo, por razones operativas, esta investigación sólo llegó hasta la instalación de ese presidente en 1851, junto con la guerra civil que estalló como reacción a su ascenso al poder.

      5 La producción historiográfica de este género se ha hecho demasiado voluminosa como para siquiera comenzar a enumerarla exhaustivamente en este lugar. Sólo a modo de ejemplo, y considerando algunas de las obras más influyentes, cabe recordar a Florencia Mallon, Peasant and Nation. The Making of Postcolonial Mexico and Peru, Berkeley y Los Angeles, University of California Press, 1997; Peter Guardino, Peasants, Politics, and the Formation of Mexico’s National State: Guerrero, 1800-1857, Stanford, Stanford University Press, 1996; Ada Ferrer, Insurgent Cuba: Race, Nation and Revolution, 1868-1898, Chapel Hill, The University of North Carolina Press, 1999; Marta Irurozqui (ed.), La mirada esquiva. Reflexiones históricas sobre la interacción del Estado y la ciudadanía en los Andes (Bolivia, Ecuador, Perú), siglo XIX, Madrid, CSIC, 2005; Cecilia Méndez, The Plebeian Republic. The Huanta Rebellion and the Making of the Peruvian State, 1820-1850, Durham, Duke University Press, 2005; Mark Thurner, From Two Republics to One Divided.


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