Orden fálico. Juan Vicente Aliaga
Читать онлайн книгу.p. 85. Keane lo atribuye en parte a las propuestas de Johan Galtung, que amalgama violencia con otros conceptos: miseria, represión y alienación.
[8] Ibidem, pp. 85-86.
[9] Esta información procede de datos recabados por distintas organizaciones feministas. Consúltese www.malostratos.org; www.redfeminista.org. La red feminista es probablemente la asociación, que incluye otras, que cuenta con mayor respaldo en el gobierno paritario de Rodríguez Zapatero. Es de singular importancia la aparición en España de una nueva corriente feminista bautizada con el nombre de Las otras feministas, que ha tomado posición discrepante respecto de algunas decisiones del gobierno socialdemócrata español.
[10] Cfr. www.elsiglodeeuropa.es/siglo/historico/2006/690/690EmparPineda.html
[11] La pensadora feminista Christine Delphy siempre habla en términos políticos de opresión y no de condición femenina o masculina, que conllevaría una lectura biologicista.
[12] Lisa Tickner, «Modernist Art History: The Challenge of Feminism», en Feminism, Art History and Sexual Difference, Genders 3 (1988), pp. 92-128.
[13] El título completo es «Thinking Sex: Notes for a Radical Theory of the Politics of Sexuality», en Carole Vance (ed.), Pleasure and Danger. Exploring Female Sexuality, Boston, Routledge & Kegan Paul, 1984 [ed. cast.: Placer y peligro. Explorando la sexualidad femenina, Madrid, Talasa Ediciones, 1989].
[14] Una de las primeras reflexiones artísticas sobre el aborto surgió de la mente del rey del assemblage, Edward Kienholz. Se trata de The Illegal Operation, 1962, concebido en una época en que el aborto estaba penalizado en Estados Unidos. La propuesta de Kienholz, entre lo grotesco y lo esperpéntico, traslada una sensación física repulsiva.
[15] Pierre Bourdieu, La domination masculine, París, Seuil, 1998, p. 45 [ed. cast.: La dominación masculina, Barcelona, Anagrama, 2005].
[16] Ibidem, pp. 47-48.
[17] Pierre Bourdieu, op. cit., p. 111.
[18] Elisabeth Roudinesco, La famille en désordre, París, Fayard, 2002 [ed. cast.: La familia en desorden, Barcelona, Anagrama, 2004].
[19] Beatriz Colomina, Espai i sexualitat, Barcelona, Universitat Politècnica de Catalunya, 1997.
[20] Thomas Laqueur es uno de los investigadores clave sobre esta problemática.
[21] Pierre Bourdieu, op. cit., pp. 20-21.
[22] El ensayo de Nancy M. Henley fue publicado en Englewood Cliffs, N.J., Prentice Hall, 1977. También Richard Dyer ha estudiado las poses y los gestos de los varones refiriéndose a la mascarada masculina constituida por una gestualidad cerrada, tensa, una suerte de histeria fálica.
[23] El planteamiento de Bourdieu ha recibido algunas críticas sobre todo por su masculinismo teórico, consistente en considerar el honor como una fuerza superior que obliga a los hombres a ser viriles. De esto se colige que Bourdieu podría establecer una distinción entre la virilidad que sería fuente de dominación de la mujer y de alienación para el hombre, mientras que la masculinidad quedaría exenta de cuestionamiento. Véase los comentarios de Léo Thiers-Vidal sobre «Le masculinisme de “La domination masculine”» de Bourdieu en www.chiennesdegarde.org/article.php3?id_article=310. Por otro lado, el masculinismo teórico de Bourdieu se apoyaría, según Nicole-Claude Mathieu en «Bourdieu ou le pouvoir auto-hypnotique de la domination masculine» (1999), en los siguientes elementos: 1) ignorancia, deformación y citas erróneas de análisis feministas; 2) desconocimiento de los riesgos violentos de la realidad de género y de las relaciones de fuerza; 3) visión despolitizada y plagada de eufemismos de las relaciones sociales de sexo; 4) victimización y desresponsabilización de los hombres. Estas acusaciones han sido rebatidas por Muriel Biancalana-Covelli en www.chiennesdegarde.org/article.php3?id_article=334.
[24] Pierre Bourdieu, op. cit., p. 56.
[25] Una aportación importante sobre las mujeres que practican halterofilia y culturismo se encuentra en el catálogo Picturing the Modern Amazon, edición a cargo de Joanna Frueh, Laurie Fierstein y Judith Stein, Nueva York, New Museum of Contemporary Art, 2000.
[26] Pierre Bourdieu, op. cit., p. 59.
[27] En algunas tradiciones brasileñas se describe el pene como un arma. Véase R. G. Parker, Bodies, Pleasures and Passions: Sexual Culture in Contemporary Brazil, Boston, Beacon Press, 1991. Citado por Bourdieu, op. cit., p. 37. Desde una perspectiva artística parece fructífero cavilar sobre una obra de Robert Morris que ilustra la pervivencia de la falocracia y su relación con las armas. Me refiero a Sin título, 1984, una pieza de hidrocal pintado y de pastel sobre papel, de formato rectangular con remate curvo, que semeja una pintura de iglesia. Consta de un panel central en tonos grises que parece evocar una hecatombe nuclear en tres planos; el de enmedio dibuja un cráneo. En los extremos de la obra, en la parte inferior, de dos manos salen dedos como culebras, que remontan los límites de la composición hasta llegar al nacimiento del lado curvo o arco; allí una retahíla de manos aprietan un pene en erección envuelto por ramajes. ¿Qué significa? ¿Es la fuerza hercúlea del pene lo que genera la explosión? ¿Estamos ante una insinuación de la existencia de una masculinidad que mata o no? ¿O no se trata de eso?
[28] Véase el capítulo «Saut d’homme. De identidades conflictivas, paranoias misóginas y penetraciones anales», en Juan Vicente Aliaga, Bajo vientre. Representaciones de la sexualidad en la cultura y el arte contemporáneos, Valencia, Generalitat Valenciana, 1997, pp. 17-37.
[29] Un trabajo espléndido sobre la praxis masculina y la homofobia en México es el de Carlos Monsiváis, «Crónica de aspectos, aspersiones, cambios, arquetipos y estereotipos de la masculinidad», Desacato. Revista de Antropología social 15-16 (otoño-invierno de 2004), pp. 90-110.