Tiempos trastornados. Mieke Bal

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Tiempos trastornados - Mieke  Bal


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no considero el barroco un periodo ni un estilo, esta interpretación común del término congenia con mi perspectiva, si bien sólo se adecua a ella parcialmente. De los drapeados meticulosamente pintados en las pinturas de los maestros antiguos hasta las sofisticadas técnicas del arte electrónico, aunque pueda parecer una exageración, tenemos aquí una forma barroca de razonar, una epistemología barroca[2].

      Tanto en la pintura como en la escultura, es notable la aparición del drapeado y los pliegues, constituyendo la quintaesencia de las figuras barrocas en la imaginación popular; son emblemas de «barroquismo». Pero estas conocidas figuras son precisamente eso: figuras, elementos formales que encarnan una posición filosófica, epistemológica y estética de mayor profundidad. Intentaré comprender dicha posición a través del examen de las figuras que encarnan o que, justamente, y aprovecho para introducir un verbo conceptualmente clave: figuran. Aquí me refiero al trabajo en vídeo de Theuws como primer interlocutor de los aspectos pertenecientes a la pintura. Los aspectos esculturales no están ausentes en su trabajo, aunque sea bidimensional, pero son más relevantes en otra serie de obras realizadas en los Países Bajos: las esculturas del dúo artístico Heringa/Van Kalsbeek. Dichos artistas crean esculturas que, al igual que el vídeo de Theuws, alardean tanto de barroquismo como de contemporaneidad, otorgando la misma importancia a la materialidad y la corporalidad que a la compleja tecnología que las produce. De acuerdo con Kiene Brillenburg Wurth, estas obras presentan «una tecnología que resta fuerza a los cerramientos o los redondeos de la materia [...] y en su lugar busca a tientas la fragmentación y sobrecrecimiento» (2007: s. p.).

      Heringa y Van Kalsbeek realizan esculturas tan intensamente barrocas como el Éxtasis de santa Teresa (1647-1652) o la Beata Ludovica Albertoni (1671-1674) de Gianlorenzo Bernini, en sus respectivas capillas en Roma. Como demuestran los libros de gran formato ilustrados, estas obras son emblemas de la escultura barroca y, al igual que Bernini, Heringa/Van Kalsbeek van tan lejos como les es posible en su compromiso con la innovación contemporánea. No son, sin embargo, simples sucesores bajo la influencia de Bernini; no más que Theuws es una sucesora de, digamos, Caravaggio, por citar otro héroe del barroco histórico. Invoco a estos artistas típicamente barrocos no con el fin de reafirmar un canon, sino con el propósito de analizar la relación histórica que los artistas contemporáneos tienen con los históricos. El arte interactúa inevitablemente con lo que vino antes, pero, más que en un reciclaje pasivo o en una influencia, esa interacción consiste en una reelaboración activa. Proporciona un marco de referencia y guía nuestra manera de ver tanto los nuevos trabajos como aquellos con los que interactúa. Por tanto, la elaboración de las imágenes más recientes difumina lo que las imágenes más antiguas eran antes de tal intervención y, en su lugar, crea nuevas versiones de las viejas imágenes.

      Fig. 5. Heringa/Van Kalsbeek, Untitled, 2007.

      La reflexión sobre el tiempo, en tanto que ritmo e historia, es de vital importancia en nuestros días, en los que la historia es con frecuencia reprimida o manipulada con excesiva facilidad por intereses políticos, entretanto un sinfín de imágenes vertiginosas asaltan nuestra percepción y hacen que nos volvamos apáticos con respecto a sus perturbadoras implicaciones. Debido a esta incrustación cultural y de acuerdo con la cautela de Brea, considero que las imágenes explícitamente políticas son, en efecto, apolíticas. Para remediar esta falta de poder de las imágenes, sostengo que el barroco, no como un estilo, sino como una visión o incluso como una filosofía, nos puede ayudar a ser conscientes y a transformar tales amenazas culturales. Por lo tanto, introduzco aquí las obras de Theuws y de Heringa/Van Kalsbeek porque proponen una relación entre el arte, incluso en su forma más abstracta, y la sociedad contemporánea en términos que me ayudan a explicar lo que el «barroco» puede significar para nosotros hoy. A través de la obra de Theuws, analizaré el tiempo, un aspecto del arte barroco que casi nunca se aborda. Exploraré el trabajo de Heringa/Van Kalsbeek para analizar el espacio. Concretamente, llevaré a cabo esta tarea a través del punto de vista y su relación con el color, la superficie y una forma prolífica, excesiva y, en última instancia, imposible. Mostraré cómo estas cuestiones están vinculadas con el tiempo; es decir, el tiempo que se requiere para transformar el punto de vista en forma.

      La obra de 2007 Untitled (Sin título) de Heringa/Van Kalsbeek, por ejemplo, capta el ala verde de un loro de una forma abierta y multicolor. La escultura ofrece múltiples entradas y puntos de vista, pero no una perspectiva unificadora. La verdadera ala nunca es visible de inmediato, pero sí lo es si miramos la obra con atención. Está llena de huecos y derrames, con sus bucles, tirabuzones, hilos y parches, mientras que dos de sus lados exteriores son planos. Así que, desde un ángulo, la escultura parece una caja rectangular. Desde ese lado en concreto, se observa un intento de contención; desde el otro, se produce una abrupta invasión del espacio del espectador. El resultado es un recortable tridimensional que tiene mucho en común con los recortes aparentemente arbitrarios de Caravaggio. Tenemos aquí otro ejemplo de la revisión retrospectiva del arte del pasado que para mí ofrece el barroco contemporáneo. Reminiscencia, además, de las llamas que emergen de los pliegues de la ropa de santa Teresa en el retablo de Bernini, las curvas, los pliegues y las capas de colores chorreantes en esta obra me permiten sugerir que algunas formas típicamente barrocas poseen la misma pertinencia anacrónica. El tiempo y la forma, transgrediéndose mutuamente, constituyen el lugar material de lo barroco: una visión barroca de la visión.


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